Un recorrido norte-sureste de 30 kilómetros, que incluye las avenidas principales del casco urbano.
Los pedernalenses hemos sufrido de “mala suerte” con la ejecución del proyecto del frente marino, en el municipio cabecera de la provincia.
Llega diciembre, hay ambiente navideño mezclado con agitar político de cara a las elecciones municipales de febrero y las congresuales/presidenciales de mayo de 2024. El presidente Luis Abinader termina el cuatrienio, está en modo repostulación y en la costa del pueblo ningún asomo de inicios de la prometida obra. El tráfago electoral con fiestas de fin de año y enero para resaca, se traga todo. Imposible ya ver concreción en lo que resta del período. Rebrota la incertidumbre. La historia se repite.
El 12 de mayo de 2016, víspera de las elecciones nacionales, hubo algarabía en el pueblo tras el primer palazo para la construcción del malecón durante un emotivo acto encabezado por Ramón Pepín, gerente de gabinete de Obras Públicas, en presencia del gobernador Cruz Adán Heredia; el cónsul en Anse–au-Pitre, Máximo Féliz; el senador Dionis Sánchez, el diputado José Díaz y el alcalde Minguito Féliz, entre otros.
En la ocasión, bajo un sol quemante, estruendosos vivas y aplausos con tractor a la vista, el funcionario destacó que es interés del presidente Danilo Medina que Pedernales se convierta en el santuario del turismo ecológico.
Días después, todo se diluyó. Por el desaguisado, hubo mares de críticas y sacadera de provecho político por parte de opositores. Muy bien.
Ahora, recorremos una ruta similar. .
Cerca del mediodía del 23 de junio de 2021, en Cabo Rojo, el presidente Abinader, frente a parte de su gabinete, empresarios turísticos y de la industria de la construcción, autoridades de Pedernales e invitados especiales, formalizó el inicio de varias obras contenidas en el Proyecto de Desarrollo Turístico de la provincia. Anunció la ejecución de la primera etapa del proyecto con una inversión de 1,000 millones de dólares (MMD) en hoteles, puerto turístico, aeropuerto, acueducto, planta de tratamiento.
Acto seguido, el mandatario y funcionarios se trasladaron al municipio y, bajo la sombra de una carpa habilitada para la ocasión en el sitio que los del pueblo llaman maleconcito, a orillas de la playa, presidió una sesión con la presencia de representantes de las principales organizaciones de la comunidad.
El equipo de planificación de Turismo presentó en power point el Plan Municipal de Ordenamiento Territorial Turístico-Zona Urbana de Pedernales, que, en coordinación con la alcaldía, pretende un desarrollo armónico del turismo y la calidad de vida de los pedernalenses.
Allí, Abinader, mirando al ministro de Turismo David Collado, informó que “el Gobierno tiene asignados RD$350 millones para el malecón y un pequeño muelle de pescadores”. Y anunció la rehabilitación de la carretera que conecta con Puerto Escondido, Duvergé, para integrar las provincias Independencia, Baoruco y toda la región EnriquillIo.
Sobre tal plan maestro de modernización de la provincia, la directora de Planificación del MITUR, Chaney Peña, destacó 14 puntos a desarrollar, entre ellos: nuevo mercado binacional, helipuerto, mercado municipal, parque lineal, muelle, desarrollo de área verde, adecuación de playa pública, construcción de viviendas, terminal de autobuses.
Y Carlos Peguero, viceministro de Cooperación Internacional del ministerio y director ejecutivo del Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, en su discurso adelantó el objetivo del plan. Pretenden que “los visitantes no sólo consuman en los establecimientos propiamente turísticos, sino que sean parte de esta tan esperada transformación económica y social de la región suroeste”.
Ese día, como en 2016, también hubo aplausos delirantes y reverdecimiento de la esperanza. Hubo un elemento nuevo, con gran carga simbólica: la presencia del Presidente, el ministro de Turismo y la plana mayor de Palacio.
Pero, pasado el tiempo, rebrota la frustración, y con más fuerza. Nada de lo prometido se ha hecho en el casco urbano.
El viejo mercado, en la Genaro Pérez Rocha, al norte de la ciudad, la mañana del jueves 16 de noviembre tenía aspecto de botadero de basura; en la puerta de la frontera con Anse –a- Pitre, ningún mercado binacional nuevo; no se sabe de una nueva infraestructura. El río Pedernales, que divide a los países, en estos días está mojado por las recurrentes lluvias y ha recordado la necesidad de gaviones su desbordamiento de agosto de 2020 a causa de un ciclón; nada de helipuerto, ni muelle para pescadores; terminal de autobuses, adecuación de la playa, ni del esperado frente marino, que es mucho más que un muro de cemento de kilómetro y medio en la costa, desde la emisora hasta Bucanyé (plazas comerciales, viviendas, zonas de recreo, restaurantes).
Y el estado de reconstrucción de la carretera Barahona-Pedernales (124 kilómetros) no es recomendable para pacientes con patologías cardiovasculares.
Sí se nota mucho un intenso ir y venir, anárquico y en exceso de velocidad, de volteos cargando caliche hacia Cabo Rojo, desde la mina de Cuesta Blanca, camino de Aguas Negras, Mencía, La Altagracia y Los Arroyos, en sierra Baoruco, en un recorrido norte-sureste de 30 kilómetros, que incluye las avenidas céntricas del municipio. Cabo Rojo es el escenario del desarrollo hotelero y el puerto de cruceros.
El Gobierno debe apurar el paso si quiere sincronizar la práctica con su promesa discursiva de turismo sostenible y desarrollo integral en pos del bienestar colectivo de la provincia sudoestana Pedernales y el resto de la Región Enriquillo. Hasta ahora, es grande el desequilibrio en las inversiones en Cabo Rojo respecto de la zona urbana. Representa una seria amenaza de caer en lo mismo, evitable.