Sin discusión alguna, el 2024 puede ser nombrado el año de muchas cosas. El año de las guerras, el de las elecciones, el de las reelecciones, el año de Lenin –a 100 años de su muerte, un 21 de enero, nuestro Día de la Altagracia, de 1924-, pero para mí es el año de los dinosaurios.
Vamos a ver esa palabra y sus significados. El mundo estaba casi tranquilo en los 1800. Aún había asombro de los extraños organismos descubiertos para Europa desde las nuevas tierras que pisaban, los continentes América y gran parte de Africa y del sudeste asiático, pero nada cambiaba en sus ideas, los nuevos animales y plantas encontrados eran los creados por nuestro Señor bíblico en sus -suponemos- afanosos seis días de creación.
Pero hace hoy 200 años se encontró algo que no cuadraba y por supuesto, se encontró en Inglaterra, esa isla tan sui-generis en el Atlántico europeo que uno de nuestros políticos-escritores llamó a su gente La Raza Inglesa (claro, copiando como siempre, en este caso a Cecil Rhodes, político británico gobernador de Sudáfrica, quien a finales del siglo XIX llamo a ese pueblo La Raza Británica).
Enormes huesos fosilizados aparecieron en los años 1600, en minas abiertas de pizarra, en el condado inglés de Oxfordshire, donde tenemos hoy y entonces a Oxford y su famosa universidad, fundada en el año 1096. Primero se pensó que eran huesos de humanos gigantescos, o de elefantes llevados por los romanos cuando su gran imperio, sin dejar de decir que también se pensó en monstruos del Averno y cíclopes ya desaparecidos.
Se pensó en cualquier cosa, menos seres que vivieron 165 millones de años sobre el planeta (los humanos solo tenemos 300,000 años) y que desaparecieron hace 66 millones de años.
Seres vivos, reales, que nacieron, crecieron, se reprodujeron por huevos, se hicieron depredadores carnívoros, herbívoros, terrestres, acuáticos y hasta voladores. Desaparecieron, pero parte de ellos evolucionó y son hoy las mas de 10 mil especies de aves que habitan nuestro planeta. Curioso, los que evolucionaron hacia las aves son los del grupo del primero que se nombró.
Fue en 1824, hace doscientos años, que William Buckland, primer profesor de geología de la universidad de Oxford describió y nombro científicamente el primer fósil de tamaño gigantesco. Un fémur (mayor hueso del cuerpo de los mamíferos terrestres) de 2 pies y 9 pulgadas de largo y casi 10 pulgadas de circunferencia, proponiendo luego de estudiar una mandíbula inferior con dientes y otros huesos que era un carnívoro de unos de 12 metros de largo. Lo nombró Megalosaurus, hoy Megalosaurus bucklandii del grupo de los lagartos y cocodrilos. George Cuvier, el sabio francés creador de la paleontología lo había visitado y visto el ejemplar y le insistía que lo publicase.
Mas tarde se descubrieron otros grandes huesos de otros ejemplares parecidos y fue en 1842 que Richard Owen, biólogo y paleontólogo inglés, creador del Museo de Historia Natural Británico, ideó la palabra DINOSAURIO -lagarto terrible- para estos animales prehistóricos.
Ante una Europa y una ciencia que no había comprendido como había aparecido y desaparecido todo esto y en contraposición a los 6 días de Creación Universal y al Arca de Noe, los dinosaurios siguieron, con todo y la Teoría de la Evolución de Darwin en el 1859, bajo una sombra discreta, a pesar de que se descubrían más y más fósiles de estos animales “antediluvianos”.
Hoy se conocen unas mil especies, con varias nuevas describiéndose cada año; se considera que faltan muchas por descubrir.
Ya tenemos una sólida teoría sobre su biología y su desaparición (que concedió un premio Nobel de Física a un latinoamericano) y desde 1993, con una película muy premiada que se inicia en una mina de ámbar en nuestra Puerto Plata de Republica Dominicana seguida de un derroche de artefactos, libros, juguetes y por supuesto, artículos científicos, hoy día, difícilmente alguien no sepa lo que es un dinosaurio.
Dinosaurio ha devenido en un meme triunfante y (como todos) cambiante. Hoy no es solo el fósil y los museos, sino también lo antiguo, en desuso, la reliquia, lo brumoso, el retroceso. Y aquí, en nuestra R.D. un neo-dinosaurio pretende ser de nuevo presidente de la Republica. No se si porque la moda de los últimos 30 años se inició en Puerto Plata y entonces parecería congruente o es porque ya lo sabe todo un mundo, que los dominicanos vivimos inventando de lo que sabemos y de lo que no sabemos, desde Cleopatra y Anacaona hasta un vecino llamado Tití y claro lo que no inventamos pues lo copiamos, salga pato o gallareta ¡qué le vamos a hacer!.
No podemos dejar de decir que, en Inglaterra, sí, esa misma, este mes y febrero se celebran conferencias y charlas tanto en su Museo de Historia Natural como en sus sociedades científicas dedicadas a estos animales tan asombrosos y que tanto nos dicen sobre nuestro planeta y hasta de nuestro hoy.