Miles de estudiantes universitarios copaban las calles de Argentina este martes para repudiar el recorte de fondos a la universidad pública, que se declaró en estado de emergencia presupuestal en el marco de la política de ajuste del presidente ultraliberal Javier Milei.
Centrales obreras y partidos opositores adhirieron a la convocatoria y los profesores universitarios acompañaron con una huelga.
En la capital argentina, nutridas columnas se agruparon en torno a las sedes de las 13 facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para marchar por la tarde hacia la Plaza de Mayo.
Los manifestantes llevaban libros en señal de protesta y carteles con viñetas de la emblemática tira cómica "Mafalda".
Uno de ellos, Pablo Vicenti, de 22 años y en tercer año de Medicina en la UBA, se dijo indignado por "el ataque brutal del gobierno" a la universidad pública. "Quieren desfinanciarla con un cuento falso de que no hay plata. Sí tienen, pero eligen no gastarla en la educación pública", declaró a la AFP.
En la ciudad de Córdoba, centro del país y sede de la prestigiosa universidad homónina, decenas de millares de estudiantes colmaron las calles también llevando en alto libros.
Las universidades se declararon en emergencia presupuestaria luego de que el gobierno resolviera prorrogar para este año el mismo presupuesto que recibieron en 2023, no obstante la inflación interanual que en marzo rozó el 290%.
"No esperen la salida de la mano del gasto público", advirtió Milei el lunes al anunciar en cadena nacional que las cuentas públicas registraron superávit en el primer trimestre, aunque al precio de millas de despidos y el desplome de la actividad económica y del consumo. .
– Bajo la línea de pobreza –
La semana pasada, y al calor de las protestas universitarias, Milei concedió "aumentar en 70% las partidas de gastos de funcionamiento en marzo y otro 70% en mayo", además de una suma extraordinaria para hospitales universitarios, con lo cual el gobierno considera que la discusión "está saldada", dijo este martes el portavoz presidencial, Manuel Adorni.
Los gastos de funcionamiento excluyen los salarios docentes, que representan el 90% del presupuesto universitario.
"De las cuatro categorías docentes, tres han caído bajo la línea de pobreza", afirmó el rector de la Universidad Nacional de San Luis, Víctor Moriñigo, al dar cuenta de una escala salarial docente cuyo piso es de 100.000 pesos mensuales (112 dólares) .
Además, las tarifas de energía treparon un 500% este mes poniendo a las universidades al borde de la parálisis, dijeron las autoridades.
"Al ritmo al que nos están dando dinero, solo podremos funcionar entre dos y tres meses", aseguró el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Ricardo Gelpi.
Para Rubén Arena, docente y graduado de la facultad de Ciencias Económicas, la protesta busca "defender el futuro de Argentina y muchas generaciones que van a poder acceder a una educación de excelencia".
El recorte de gastos es necesario, dijo el manifestante de 48 años, "pero no como se está ajustando en las universidades, que permiten un movimiento social ascendente".
– Confrontación –
Milei puso en duda la transparencia del uso de los fondos y la calidad de la enseñanza al sugerir que las universidades públicas "se usan para hacer negocios turbios y adoctrinar", según escribió en la red X el fin de semana.
"No podemos poner en sospecha 200 años de historia. Aún con muy bajo presupuesto la UBA está entre las tres mejores de América Latina", señaló al respecto el decano de la Facultad de Medicina de la UBA, Luis Brusco.
Unos 2,2 millones de personas estudian en el sistema universitario público, elegidos por el 80% de los estudiantes frente a las instituciones privadas, en un país con casi la mitad de su población de 47 millones de personas en la pobreza.
El sistema estatal de enseñanza superior goza de gran prestigio académico y fue cuna de los cinco premios Nobel de Argentina -tres de ellos en ciencias duras-, además de desarrollos científicos y tecnológicos reconocidos a nivel mundial.
La semana pasada varios edificios dependientes de la UBA debieron racionar el uso de elevadores, apagar luces en espacios comunes, limitar los horarios de bibliotecas, reducir el uso de agua caliente y limitar programas de extensión universitaria, como parte de las medidas de emergencia.
La facultad de Medicina funcionó a media luz, con aulas y pasillos en penumbras, y elevadores limitados al uso de personas con movilidad reducida. (Sonia ÁVALOS)