La visita a Rusia de la estrella de la televisión estadounidense Tucker Carlson para entrevistar al jefe del Kremlin, Vladímir Putin, generó un auténtico tsunami mediático en Moscú.
Carlson, expresentador de Fox News y declarado admirador de Donald Trump, aterrizó en la capital rusa el 3 de febrero y se alojó en el céntrico hotel de Four Seasons, tras lo que fue objeto de un continuo escrutinio.
Su presencia en Moscú fue aprovechada por la propaganda rusa para desmentir el aislamiento de Rusia y presumir del interés que despierta la versión rusa de la guerra en Ucrania.
Secreto a voces
La noticia sobre la llegada de Carlson a Moscú corrió como la pólvora en los canales de Telegram rusos, mientras las autoridades preferían guardar el silencio acerca de la visita y sus auténticos propósitos.
"No comento los desplazamientos del periodista estadounidense", dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.
Paralelamente, los medios rusos, muy críticos con Occidente tras sus sanciones contra Moscú por la guerra en Ucrania, difundían imágenes del estadounidense y compartían cada uno de los detalles de la visita, haciendo comparaciones con el popular personaje de literatura infantil, Karlsson, que vivía en el tejado.
"Carlson, que vive en América", titulaba en portada uno de los tradicionales periódicos vespertinos de Moscú que leen los usuarios del metro.
Dos hamburguesas y unas patatas
Decenas de reporteros se amontonaban a la salida del hotel de Carlson para no perderse ni un paso de él.
Así, lograron seguirle hasta el McDonald’s ruso, conocido como Vkusno y Tochka (Sabroso y Punto) desde que la cadena se retirara de Rusia tras el comienzo de la guerra en Ucrania.
Es más, la histeria mediática alcanzó tal punto que salpicó incluso al empleado del establecimiento que le sirvió dos hamburguesas y unas patatas fritas a Carlson.
El trabajador tuvo que dar comentarios a medios rusos y protagonizó así varias noticias en las que describía a su famoso cliente como un hombre "muy educado", quien simplemente "recogió la comida y se marchó".
Más allá de Moscú
Durante su estancia en la capital rusa, Carlson no solo entrevistó a Putin y comió hamburguesas rusas, sino también visitó la exposición Rusia en el centro de Exposiciones VDNJ sobre los hitos del país bajo el mando del actual inquilino del Kremlin.
Se trata de un megaproyecto patriótico de las autoridades cuya inauguración coincidió con el inicio de la campaña electoral para las presidenciales de marzo, en las que Putin se presentará a la reelección.
En esa muestra, Carlson visitó los pabellones de varias regiones rusas y mostró especial interés en el lejano oriente ruso.
El periodista ultraconservador también expresó el deseo de conocer algún día Siberia, según las autoridades rusas.
El gobernador de la región siberiana de Omsk, Vitali Jotsenko, aseguró que se trata de un deseo "comprensible", ya que Siberia es "el corazón de Rusia".
"Por eso, invito al periodista (Carlson) a Omsk para que se enamore perdidamente de nuestro país", escribió en Telegram.
Despedida "a la francesa"
Fuese como fuera, estos planes tendrán que esperar ya que el acoso periodístico obligó a Carlson a abandonar Rusia "a la francesa" (sin decir adiós), por la noche y por la puerta trasera de su hotel.
Los pocos informadores que llegaron a ver la marcha precipitada del presentador, destacaron que este no llevaba equipaje y que se negó a responder a sus preguntas.
Más tarde Carlson fue fotografiado a bordo del avión Moscú-Belgrado que partió de la capital rusa en la madrugada del 8 de febrero, cuando quedaban menos de 24 horas para la emisión de su publicitada entrevista con el líder ruso.