Un comentario del presidente brasileño Jair Bolsonaro en un podcast sobre unas adolescentes venezolanas causó revuelo en las redes, donde llegaron a llamarlo de pedófilo, provocando la ira del mandatario, que salió de la cama para defenderse en una transmisión en vivo este domingo.
El presidente dijo que durante un paseo en moto por una comunidad vecina de Brasilia vio unas niñas venezolanas, de 14 y 15 años, y que cuando vio que "pintou um clima" (algo así como que hubo atracción en el lenguaje popular brasileño), pidió para entrar en su casa.
"Detuve la moto en una esquina, me quité el casco y miré a unas niñas, tres, cuatro, bonitas, de 14, 15 años, arregladitas un sábado en una comunidad. Vi que eran parecidas. Pinto un clima, volví. '¿Puedo entrar en su casa?', entré", aseguró el mandatario en el programa 'Paparazzo Rubro-Negro'.
"Había unas 15, 20 chicas en la mañana de ese sábado arreglándose. Todas venezolanas. Y yo pregunto: niñas bonitas de 14, 15 años arreglándose un sábado, ¿para qué? Para ganarse la vida. ¿Quiere eso para su hija que nos está escuchando ahora?", agregó.
Las declaraciones del mandatario se dieron cuando reiteraba su discurso de que Brasil podía llegar a convertirse en una Venezuela si el exmandatario progresista Luiz Inácio Lula da Silva gana la Presidencia, y que situaciones como la de las adolescentes comenzarían a verse en el país.
"Asqueroso", "pedófilo", fueron algunos de los comentarios de los internautas en las redes sociales y este último calificativo llegó a ser tendencia en Twitter.
"Traspasó todos los límites"
La situación provocó la ira de Bolsonaro y lo hizo salir de la cama este domingo para hacer una transmisión en vivo en la que acusó al Partido de los Trabajadores (PT), la formación de Lula, de propiciar el revuelo en las redes y tergiversar sus declaraciones.
"El PT traspasó todos los límites. Desde hace poco vienen hablando barbaridades (…) se meten en mi vida privada, hacen barbaridades. Ahora hicieron una que traspasó todos los límites", dijo Bolsonaro.
En la transmisión, que realizó poco después de la media noche y duró cerca de 10 minutos, el líder ultraderechista explicó que el comentario que hizo buscaba mostrar su indignación con situaciones como la que vio con esas "muchachas humildes y bien arregladas", "que huyeron del hambre de su país" y están luchando para ganarse la vida.
Asimismo dijo que visitó la casa donde estaban las adolescentes venezolanas acompañado de otras personas y que esa la situación, que ocurrió hace dos años, fue transmitida en vivo por su equipo y divulgada después por la cadena CNN.
Lula y Bolsonaro se medirán en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el próximo 30 de octubre.
El último sondeo, divulgado el viernes por la firma Datafolha, señala que el exsindicalista cuenta con un 49 % de las intenciones de voto, frente al 44 % del ultraderechista.
Lula y Bolsonaro intensifican los ataques
A dos semanas de la segunda vuelta de las presidenciales en Brasil, los ataques entre el progresista Lula da Silva y el ultraderechista Bolsonaro se han intensificado en las campañas, que centradas en Dios y la corrupción buscan sumar votos mediante un juego en el que "todo vale".
"¡La iglesia no es una palanca" política!, espetó Lula en un mitin en Río de Janeiro esta semana; "Lula va a regresar a la prisión", afirmó Bolsonaro en la ciudad de Recife horas después.
"Ateo", "miliciano", "genocida", "diablo" y "expresidiario" son insultos frecuentes estos días entre los dos candidatos que aspiran llegar al principal cargo del gigante suramericano, en una carrera donde aniquilar al contendor parece ser la consigna por la estrecha diferencia en las encuestas electorales.
El último sondeo, divulgado el viernes por la firma Datafolha -la de mayor confianza en el país-, prácticamente refleja lo expresado por los brasileños en las urnas dos semanas atrás: el exsindicalista cuenta con un 49 % de las intenciones de voto mientras Bolsonaro tiene un 44 %.
UNA CAMPAÑA CANDENTE
Tanto Bolsonaro como el líder progresista buscan sumar votos para la segunda vuelta electoral del próximo 30 de octubre y el "todo vale" se ha tomado las calles, la televisión y las redes sociales.
El objetivo es atacar los puntos débiles del opositor y prender la caldera electoral con mensajes incendiarios mientras que los planes de gobierno pasan casi desapercibidos.
Bolsonaro no pierde oportunidad de recordar que el exmandatario estuvo casi 600 días en la cárcel por corrupción y que, pese a ser exculpado en más de una veintena de procesos, nunca fue absuelto de sus dos condenas, que fueron anuladas por la Justicia por un tema de procedimiento.
Lula, a su vez, trae a colación la devastación de la Amazonía y la falta de humanidad de Bolsonaro durante la covid y tacha de miliciano al mandatario, al que también acusa de rodearse de asesores y políticos que están tras las rejas por asesinato.
Una de las propagandas de televisión de la campaña de Bolsonaro recordó cuando Lula estuvo en prisión, pidió al elector "tener cuidado con el voto" y afirmó que "quien apoya a bandido es cómplice".
La campaña de Lula, por su parte, utilizó en una de sus propagandas el trecho de una entrevista que Bolsonaro concedió en 2016 al diario The New York Times en el que hablaba sobre una experiencia caníbal en una comunidad indígena.
Ambas fueron retiradas por orden de la justicia electoral por utilizar mensajes fuera de contexto.
"EL BIEN" CONTRA "EL MAL"
El uso de la religión ha sido intensificado por Bolsonaro en esta etapa de la carrera electoral, en la que ha echado mano de sus fuertes vínculos con evangélicos y aprovechado la devoción católica para pescar votos.
El actual presidente brasileño ha construido su bandera política con un discurso basado en ideales conservadores que defienden la "familia tradicional" y rechazan el aborto, las drogas y la igualdad de género, los cuales, según Bolsonaro, son "el mal" y regresarán con Lula si resulta elegido.
En los "púlpitos electorales" como algunos denominan a los mítines del ultraderechista, Bolsonaro también recuerda que si Lula gana "volverá la corrupción".
Pero esa misma arma ha resultado de doble filo para el actual mandatario de quien Lula ha recordado dudosos manejos de dinero públicos durante la pandemia, uso de efectivo para la compra de más de 50 inmuebles, investigaciones que salpican a sus hijos por desviar salarios de funcionarios y hasta los vínculos que la madre y abuela de su esposa, Michelle, tuvieron en el pasado con el narcotráfico.