Este 9 de febrero, más de 13 millones de ecuatorianos están llamados a las urnas para elegir al presidente del país. En las boletas, el mandatario Daniel Noboa y la correísta Luisa González son favoritos, pero en esta elección está en juego un país lastrado por una crisis de violencia, economía debilitada, inestabilidad política e incertidumbre institucional.

Ecuador elige su futuro en medio de una batalla existencial entre el correísmo y el anticorreismo. Por segunda vez en menos de dos años, los ecuatorianos saldrán a emitir su voto para designar a quienes liderarán los siguientes cuatro años al país latinoamericano, en medio de un convulso ciclo electoral, marcado por la violencia y la polarización ideológica en las campañas.

Aunque 16 candidatos y sus fórmulas electorales aparecerán en la boleta para definir al próximo presidente y vicepresidente ecuatoriano, las encuestadoras reservan la posibilidad real de alcanzar la jefatura de Estado a dos conocidos de la política nacional: el presidente Daniel Noboa, candidato por el populista de derecha ADN, y Luisa González, la elegida de Revolución Ciudadana (izquierda).

El actual presidente ecuatoriano busca la reelección con apenas un año en el cargo, después de triunfar en los comicios presidenciales anticipados de 2023.

Con un año en el cargo, el mandato de Noboa se ha visto mermado con la crisis energética que experimenta el país desde 2024, el repunte de violencia que se ha extendido desde las cárceles hasta las calles y el enfrentamiento político con su vicepresidenta, Verónica Abad, disputa que amenaza con trastocar la estabilidad institucional en Ecuador.

Por su parte, Luisa González busca devolver a la izquierda ecuatoriana al poder, ocho años después del último período de su mentor político, el expresidente Rafael Correa. Aunque la bandera del correísmo ha beneficiado a la abogada de 47 años para aparecer dentro del imaginario político ecuatoriano, ese mismo emblema ha sido estigmatizado por otra parte de la población, que no recuerda con buenos ojos el período presidencial del izquierdista.

Además de la contienda presidencial, los 151 puestos en la Asamblea Nacional (Parlamento) y los cinco representantes ecuatorianos en el Parlamento Andino estarán en juego.

La contienda electoral entre Noboa y González no solo es una batalla de nombres, sino también una lucha de corrientes políticas que buscan tomar el poder y definir el futuro próximo de Ecuador.

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Anticorreismo vs. antinoboismo

Desde la aparición de Rafael Correa en el escenario político ecuatoriano en 2007, la política nacional ha cambiado súbitamente su naturaleza, con un espectro que simplifica a las fuerzas dominantes entre las que giran en torno al expresidente izquierdista y las que están en contra.

La figura de Correa definió la contraposición política en la democracia ecuatoriana durante la década pasada, pero la decisión del expresidente Guillermo Lasso  de declarar la 'muerte cruzada' y adelantar las elecciones presidenciales en 2023 generó un nuevo aire de incertidumbre para la política nacional.

Aunque la correísta Luisa González era la favorita de las encuestas en el momento, la irrupción de Noboa en la contienda electoral transformó el imaginario popular ecuatoriano. Hijo de un empresario bananero que fue candidato en el pasado, el actual presidente basó su plataforma política en presentarse como una 'tercera opción' entre el correísmo y la derecha tradicional.

Empero, ante las dificultades experimentadas en su año como mandatario, se ha renovado la disputa: ir con el correísmo o en su contra.

"El clivaje correísmo-anticorreísmo sigue vigente en Ecuador, aunque con menos fuerza que antes, dada la cantidad de tiempo que ha pasado desde la salida de Correa del poder (…) Sin embargo, la llegada de Noboa también ha modificado, en parte, esta fractura, ya que ha preferido no referirse directamente a Correa, y con ello ha logrado sacar el tema de la agenda pública ecuatoriana", explicó Rafael Archondo Quiroga, doctor en Investigación Social por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), a France24.

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Para otras voces, el manejo presidencial de la crisis de seguridad, el estancamiento económico, la ruptura de relaciones diplomáticas con México tras el asalto a la embajada en Quito y la ineficiencia para cumplir algunas de sus promesas en campaña, han provocado el surgimiento de una 'tercera vía' entorno a Noboa: el "antinoboismo".

Manuel Macías Balda, politólogo ecuatoriano y director del Observatorio de Políticas Públicas de Guayaquil, sugiere que en el último año ha crecido el sentimiento de aversión política contra Noboa dentro de la ciudadanía ecuatoriana, que esperaba el surgimiento de una opción alternativa al correísmo y a Noboa en el debate presidencial. Opción que nunca llegó.

"Una gran parte del electorado estaba pensando en una tercera opción que fuera anti-Noboa y anti-Correa, pero no surgió (…) De fondo, creo que la gran pregunta que se hace la gente antes de votar es: ¿Con quién estaríamos peor? ¿Con el correísmo o con el noboismo?", dijo Macías Balda en entrevista con France24.

A Noboa "le urge ganar en primera vuelta"

Otro de los temas que ha definido el camino a las elecciones ecuatorianas del 9 de febrero es la confrontación entre Noboa y su vicepresidenta.

Apenas semanas después de la elección del candidato de ADN en 2023, se dinamitó una lucha interna en el binomio presidencial, que terminó de explotar con la decisión de Noboa por designar a Abad como embajadora en Israel, algo que la vicepresidenta catalogó de "exilio forzado".

Tras su vuelta de Tel Aviv, Abad ha sido una de las más grandes enemigas de Noboa dentro del mismo Gobierno, con su enemistad intensificándose cuando el mandatario confirmó que buscaría la reelección en 2025. La incertidumbre nació tras el anuncio, ya que la legislación electoral ecuatoriana exige al presidente que, si su deseo buscar la reelección, debe pedir licencia en el cargo para hacer campaña electoral como candidato y no como presidente.

Noboa hizo caso omiso. Aunque la ley lo requería, el presidente mostró resistencia en delegarle a su vicepresidenta electa el cargo de primer mandatario mientras él buscaba la elección, únicamente anunciando su ausencia durante los días en los que participó en actos proselitistas.

Durante su inactividad, Noboa delegó la jefatura de Estado a Cynthia Gellibert, secretaria de Administración Pública y Gabinete de Presidencia, que fue designada por él mismo como "vicepresidenta encargada" a través de decretos presidenciales. Abad calificó estas acciones como "un golpe de Estado".

Para Macías Balda, la confrontación con Abad es el tema "más peligroso para Noboa", ya que, de no ganar en primera vuelta, "Verónica Abad va a seguir en su lucha por posicionarse como vicepresidenta, los jueces constitucionales y electorales también van a seguir pendientes, y va a existir más presión por parte de distintos sectores, incluso anticorreístas", añadió el también director del Observatorio de Políticas Públicas de Guayaquil.

"Es quizá el tema más peligroso en el caso de Noboa y por lo cual le urge ganar en primera vuelta. En el caso de que se vaya a una segunda vuelta, Verónica Abad va a seguir en su lucha por posicionarse como vicepresidenta, los jueces constitucionales y electorales también van a seguir pendientes, y va a existir más presión por parte de distintos sectores, incluso anticorreístas", apuntó Macías Balda.

A pesar del favoritismo de Noboa, una segunda vuelta con la abanderada del correísmo es probable. Según una encuesta de Ipsos publicada el 29 de enero, el 45,3% de los votantes optarían por Noboa en la elección, mientras que el 31,3% elegirían a González.

La sombra de la crisis de seguridad en las urnas

Por otro lado, la intensa ola de violencia que azota a Ecuador desde hace un año se posiciona como una de las piezas esenciales para la comprensión de las próximas elecciones.

El actual mandatario llegó al poder tras una campaña electoral manchada por la violencia, que llegó a su aterradora cúspide con el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la Presidencia asesinado en 2023. Noboa prometió implementar una agenda de "mano dura" contra la criminalidad dentro de un país que se ubicó como el país latinoamericano con mayor tasa de homicidios en 2023.

Aunque el jefe de Estado ha puesto en marcha un amplio abanico de políticas, desde declaratorias de estado de excepción hasta el despliegue de operativos policiales y militares en las cárceles del país – otro de los focos rojos de violencia en el territorio –, sus métodos no han tenido los resultados esperados y han llegado a ser cuestionados internacionalmente por presuntas violaciones a los Derechos Humanos.

González ha sido una de las voces más críticas de Noboa, aunque la correísta también ha adoptado un discurso confrontacional con la delincuencia ecuatoriana, prometiendo que, de llegar a la Presidencia, desplegaría importantes operaciones militares y policiales para restablecer la paz en el país, además de desarrollar una estrategia para "limpiar la corrupción" en el Poder Judicial.

Sin embargo, la abogada izquierdista tiene un reto mayúsculo enfrente ya que Noboa ha construido su imagen política con el combate a la criminalidad como uno de sus pilares.

"Noboa ha querido constituirse como un baluarte de la seguridad y eso ha permitido que ese nuevo tema deje un poco de fuera al correísmo fuera de la discusión, ya que no era tradicionalmente una de sus prioridades, aunque obviamente ha tenido que adoptarlo", apuntó Archondo Quiroga.

¿La última oportunidad del correísmo o un nuevo ciclo político?

Aunque la irrupción de Noboa en el panorama político ecuatoriano no ha sido la esperada en materia de seguridad y economía, el velo del correísmo sobre González aún polariza en una gran parte de la sociedad, que no está convencida que moverse de nuevo a la izquierda, como hace ocho años, sea la mejor opción en la actualidad. 

Entre esta tensión, Archondo Quiroga opinó para France24 que, tras la llegada del correísmo al ideal ecuatoriano, "ha sido muy difícil establecer un sistema de partidos que pudiera aglutinar de manera eficiente, por ejemplo, a los anticorreístas".

El también profesor en la Universidad Iberoamericana de Puebla apunta que para el mismo correísmo ha sido compleja esta estructura partidista actual, debido al rompimiento del expresidente Lenin Moreno con los planteamientos originales de su antecesor (Correa) y antigua fórmula presidencial.

Para Macías Balda, esta elección podría ser la puerta a un nuevo ciclo político para Ecuador, aunque no necesariamente uno positivo.

"Esta elección puede implicar un nuevo ciclo político – llamémosle 'noboismo' –, que es a la vez un fortalecimiento de las tendencias regionales de presidentes con 'mano dura' y tintes autoritarios, pero que es el espíritu de la época que estamos viviendo, que está haciendo que a la gente no le importe el tema de la democracia como tal, ya que prefieren cualquier tipo de líder que piensen que 'resuelva'", sentenció el politólogo ecuatoriano.

Con ocho años fuera del poder, las elecciones del 9 de febrero podrían ser una de las últimas balas de la izquierda correísta por volver a la Presidencia ecuatoriana.

"También implica quizás la última oportunidad del correísmo para volver al poder, porque ya lo ha intentado varias veces, no lo ha logrado y cada vez va sacando menor porcentaje de intención de voto", señaló Macías Balda. 

En medio de apagones, balas y polémicas políticas, los ecuatorianos tendrán en sus manos, de nueva cuenta, el futuro de su Gobierno en una boleta.

Con AP, EFE y medios locales