El jefe de Estado de Túnez, Kaïs Saied, obtuvo más del 90% de los votos en las elecciones presidenciales del domingo, según los resultados preliminares publicados por la Comisión Electoral, lo que le asegura su reelección. Los comicios, no obstante, estuvieron marcados por una participación del 28,8%, la más baja desde la revolución de 2011. El triunfo del mandatario se da en un contexto de crecientes críticas a su Gobierno, en el que la oposición se ha manifestado para denunciar su régimen autoritario.

El presidente de Túnez, Kaïs Saied, señalado por varios sectores del país de protagonizar una "deriva autoritaria", fue reelegido en los comicios del domingo 6 de octubre con un 90,7% de los votos, en unas elecciones "cerradas" y marcadas por una abstención récord.

Tras anunciarse su triunfo, Saied ordenó a su Gobierno acelerar las reformas para satisfacer las demandas de la ciudadanía y anunció una "nueva" fase en la historia del país.

"Las expectativas del pueblo son grandes y es imperativo trabajar para alcanzarlas, en particular restableciendo el papel social del Estado", declaró el mandatario este lunes.

Kaïs Saied obtuvo los votos de algo más de 2,4 millones de electores, sobre 9,7 millones de inscritos, anunció el lunes 7 de octubre la autoridad electoral.

La participación fue del 28,8%, la más baja desde la llegada de la democracia en 2011 a este país norteafricano de 12 millones de habitantes, cuna de la Primavera Árabe tras el derrocamiento del dictador Ben Ali.

El experto Michaël Ayari, del International Crisis Group, pronosticó que las elecciones estaban "cerradas" hacia victoria "contundente" del presidente en funciones.

Solo se permitió presentarse a dos competidores de los 17 iniciales, tras la eliminación de los rivales más fuertes de Saied.

Ayachi Zammel, industrial liberal de 47 años, obtuvo el 7,35% de los votos, mientras que Zouhair Maghzaoui, antiguo diputado panárabe de izquierdas, recibió 1,97% de apoyo.

Kaïs Saied, de 66 años, "conserva su base electoral", declaró a la AFP el analista tunecino Hatem Nafti, aunque ha perdido más de 300.000 votos con respecto a 2019, cuando este profesor de derecho constitucional y novato en política se convirtió en presidente para sorpresa de todos, con el 73% de los votos y una participación del 58% del electorado.

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"La legitimidad de las elecciones está manchada"

Tras publicarse el domingo por la noche unas estimaciones que le daban como claro vencedor, varios centenares de sus partidarios descendieron a la principal avenida de Túnez para aclamarlo, haciendo sonar las bocinas de sus automóviles y entonando canciones patrióticas.

Pero los jóvenes, muy activos hace cinco años, desertaron de las urnas, con solo un 6% de votantes en la franja de edad de 18 a 35 años, según las cifras publicadas el domingo por el ente electoral, frente a una participación del 65% entre las personas de 36 a 60 años.

"La legitimidad de las elecciones ha quedado manchada", declara el ensayista tunecino Hatem Nafti, que salió de su país por miedo a ser arrestado y lamenta desde Francia haber votado en 2019 por Saied.

La presentación de candidaturas la describe como una carrera de obstáculos, con un elevado número de apoyos exigidos, el encarcelamiento de candidatos potenciales conocidos y la eliminación por el ente electoral de los principales competidores.

ONG tunecinas y extranjeras denunciaron que el organismo electoral había "perdido su independencia" y apuntaron a un proceso "sesgado" a favor de Saied.

La Unión Europea dijo haber "tomado nota" de las críticas de varias ONG y opositores "relativas a la integridad del proceso electoral" y a "diversas medidas consideradas perjudiciales para las exigencias democráticas de credibilidad" del escrutinio.

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Una población harta de disputas parlamentarias

Ayachi Zammel no pudo hacer campaña porque está encarcelado desde principios de septiembre y ya ha sido condenado en tres ocasiones a más de 14 años de cárcel por supuesta "falsificación" firmas de apoyo.

El también candidato Zouhair Maghzaoui, alineado con la ideología soberanista de Kaïs Saied, resultó castigado en las urnas por su apoyo a las medidas tomadas por el presidente en julio de 2021, cuando se hizo con plenos poderes para, según él, restablecer el orden.

Esa acción fue muy aplaudida por una población harta de las disputas parlamentarias y las dificultades económicas, de las que el presidente tunecino acusa a los "políticos corruptos" financiados por "potencias extranjeras", que habían dominado la década de democracia, apuntando sobre todo al movimiento islamoconservador Ennahdha.

Pero en lugar de impulsar el crecimiento para luchar contra el desempleo endémico que alimenta los flujos de emigración hacia Europa, el presidente ha dedicado sus energías, según la oposición y las ONG, a reprimir a la sociedad civil en una "deriva autoritaria".

Desde la primavera de 2023, más de veinte opositores, entre ellos el líder de Ennahdha, Rached Ghannouchi, y el nostálgico de la era Ben Ali, Abir Moussi, han sido encarcelados.

En los últimos meses, sindicalistas, abogados, columnistas políticos y activistas en favor de los derechos de los inmigrantes también han terminado en prisión.

Hatem Nafti teme un mayor endurecimiento del poder tras "la coronación de Saïed", que retomó el domingo sus consignas favoritas, anunciando en tono marcial que quería "continuar la Revolución de 2011″ para construir "un país limpio de corrupción y conspiración".

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Con AFP

Adaptado de su original en francés