Tras un debate histórico, por un cambio radical en la política social nacional que no se veía en décadas, y una votación reñida con 330 a favor y 275 en contra, la muerte asistida será legal en Inglaterra y Gales en dos años. Las divisiones en torno a este asunto se profundizan en Reino Unido entre quienes argumentan que se trata de hacer posible una muerte digna y aquellos que temen que enfermos vulnerables se vean forzados a elegir esa vía.

Entre lágrimas, Mick Murray, de 77 años, recuerda que acompañó a sus dos mejores amigos, Ann y Bob, una pareja, a morir con “dignidad y sin dolor” en la clínica Dignitas en Suiza, tras enfermedades dolorosas y para las que los cuidados paliativos se habían quedado cortos. 

La muerte de Ann, de 68 años, quien sufría una parálisis supranuclear progresiva, una enfermedad neuronal poco común, llegó primero.

Murray le cuenta a France24, en un pasillo del Parlamento británico, que el día a día de Anne era una lucha constante con la muerte. 

“Cuando la muerte a la que se enfrentaba sería por asfixia, porque no podía controlar su lengua o simplemente por caerse y causarse todo tipo de daños en la cabeza. Ella murió en febrero de 2014, y yo estaba allí con ella”, también su esposo y otros amigos. 

Al año siguiente, Bob, el esposo de Ann, y el mejor amigo de Mick por más de 40 años, fue diagnosticado con mesotelioma, un tipo de cáncer que le afectó el revestimiento de sus pulmones.  

“Había trabajado como carpintero. Su primer trabajo a los 16 años fue levantar asbesto. Este se asienta en los pulmones y luego explota. Cincuenta años después, explotó. Estaba en un estado terrible, terrible. Tomaba tanta morfina, parches de morfina, morfina líquida, pastillas de morfina que finalmente lo dejaban inconsciente”. 

Cuenta Mick, quien no solo viajó con sus amigos a Suiza, sino que ayudó a organizar los dos viajes que, constantemente Bob le decía “mi pecho está en llamas”. 

Bob murió con la música de Beethoven, la Novena Sinfonía de Beethoven, "Oh, la alegría".

Mick Murray es una de las personas que desde hace años ha apoyado y hecho campaña para la legalización de la muerte asistida en Inglaterra. 

“Por desgracia, tanto Ann como Bob querían morir en casa de la forma que ellos eligieran, con sus amigos y con buena música y quizás bebiendo demasiado y en una fiesta para despedirse de amigos y familiares. Pero eso no fue posible.  Así que tuvieron que irse al extranjero, a Suiza, como fugitivos".

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¿Qué señala la iniciativa de ley sobre muerte asistida?

Solo adultos, mayores de 18 años, con enfermedades terminales y con una expectativa de vida de 6 meses o menos y que puedan demostrar que están en condiciones psicológicas y sin presión externa para tomar esta decisión, podrán solicitar la muerte asistida con la previa aprobación de dos médicos y un juez de la High Court. 

El proyecto contempla que la medicina para terminar con la vida, tiene que ser autoadministrada para evitar que el médico o un miembro del personal de salud sea procesado penalmente. 

Sin embargo, el médico puede preparar la sustancia o asistir a la persona para que se la autoadministre. 

La diputada autora de la ley, la laborista Kim Leadbeater, afirma que esta tiene todas las protecciones para evitar que personas con enfermedades terminales se sientan presionadas para elegir la opción de la muerte asistida. 

Garantiza que personas con problemas de salud mental ni discapacitados, podrán optar por esta. 

Resaltó que esta ley marca diferencias sustanciales con Canadá o Bélgica, donde la eutanasia tiene leyes mucho más abiertas y controversiales. 

Leadbeater resalta que el debate no es entre cuidados paliativos porque estos tienen sus límites. 

El camino legislativo hasta ahora comienza y pasarán al menos seis meses para que la ley de muerte asistida sea una realidad y hasta dos años para que la esta sea legal en Inglaterra y Gales. 

Durante todo el debate en la Cámara de los Comunes, de 5 horas, una de las palabras más escuchadas fue “dignidad”. 

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Miembros de la comunidad médica se oponen a la muerte asistida

Mientras los diputados en la Cámara de los Comunes debatían en una de las sesiones más conmovedoras y emotivas que se han dado en el Parlamento Británico, a las afueras se reunían manifestantes a favor y en contra de esta ley. 

La medica Nicola Wilderspin, de la organización Our Duty of Care, que se opone al “suicidio asistido”, resalta, además del riesgo para la sociedad que trae consigo esta ley, el impacto para el sistema de salud público. 

Significaría que el estado financiaría el suicidio asistido, pero no financiaría los cuidados paliativos adecuados

“Esto es especialmente peligroso porque nuestros servicios de salud y asistencia están bajo una presión extrema en este momento y muchas personas no pueden acceder a la atención y el apoyo que necesitan para vivir bien y poder acceder a una buena atención y tratamiento”, señala Wilderspin.

La profesional de la salud agrega que “una de cada cuatro personas no tiene acceso a cuidados paliativos, y nuestros hospicios solo reciben un tercio de ellos del Gobierno. Este proyecto de ley significaría que el estado financiaría el suicidio asistido, pero no financiaría los cuidados paliativos adecuados”. 

Por ser un asunto tan controversial, tanto el primer ministro, como la jefa de los Conservadores, dejaron en libertad a sus diputados para que votaran sin presiones, según señalaron.

Los medios británicos afirman que el premier británico, Keir Starmer, votó a favor, como lo hizo hace 9 años, cuando la Cámara de los Comunes enterró una iniciativa similar. 

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