Decenas de indígenas, ataviados en sus ropas tradicionales y con los rostros pintados, cantan, danzan y tocan sus instrumentos sagrados en el punto de control instalado a la entrada del parque del Museo Nacional de Río de Janeiro, que se quemó trágicamente en 2018. Son representantes tupinambás que viajaron desde el estado de Bahía para darle la bienvenida al manto sagrado de ese pueblo, una rara capa de plumas rojas que Brasil acaba de recuperar del Museo Nacional de Copenhague. Para ello, fue necesaria una larga negociación con el Gobierno de Dinamarca, donde este objeto permaneció expuesto durante tres siglos
La recuperación por parte de Brasil de una capa tupinambá, el pasado 4 de julio, ha estado rodeada de muchas polémicas. Esta pieza fue confeccionada hace 335 años con más de 4.000 plumas de un pájaro llamado ibis escarlata, única ave marina de color rojo del mundo. Mide 1,80 metros de largo y es considerada uno de los mayores legados de los pueblos originarios que habitaban la costa brasileña en la época del descubrimiento. Estudiosos de la cultura tupinambá creen que era utilizada en rituales sagrados por los chamanes o por el líder indígena para sacrificar a los enemigos capturados en la guerra.
La ceremonia oficial de su retorno a Brasil se desarrolla en un día de calor extremo, con temperaturas que superan los 38 grados. Es un invierno atípico, marcado por intensas olas de calor y por incendios forestales que están arrasando el país de norte a sur, desde los bosques amazónicos a las plantaciones de soja y maíz de las tierras rojas.
A la espera de que llegue el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, los fotógrafos de la prensa tradicional y alternativa intentan cazar una foto de la ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, junto a la presidenta de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas, Joênia Wapichana. Ambas están engalanadas con plumas coloradas y joyas fabricadas con semillas.
“Estoy seguro de que, después de que esta capa volvió a Brasil, los países de Europa, que tienen piezas originales y sagradas que son de nuestros pueblos, tendrán que restituirlas. ¡Devuelvan nuestras obras, son nuestras! Son cosas milenarias, de nuestros antepasados. Hoy tenemos que viajar más de 20 horas para verlas. Las personas se tienen que concientizar: va a ser mucho más leve y saludable para todos, si ellos se quedan con lo que es suyo y nos dejan lo que es nuestro”, afirma Jirú Xau Xauá, un indígena que acaba de llegar de su aldea situada en el litoral de Bahía, un paraíso natural que atrae cada año a miles de turistas.
El objeto fue a parar en Dinamarca como consecuencia de un intercambio de cortesías diplomáticas. Durante el dominio holandés de una parte de Brasil, en el siglo XVII, el entonces gobernador de Pernambuco, João Maurício de Nassau, estableció alianzas militares con los pueblos indígenas de la región. En las negociaciones era costumbre intercambiar obsequios para sellar los pactos. Nassau recibió más de un manto y varios tocados de plumas a cambio de objetos deseados por los indígenas, como piezas de lino, sombreros fabricados en Europa y armas.
Esta capa, que es la más preciada de las 11 que existen en varios países del mundo, ya había regresado a Brasil en la década de 2000 para ser exhibida en la Exposición Redescubrimiento, en São Paulo.
En su momento, los líderes indígenas intentaron impedir que retornara a Dinamarca, alegando que la reliquia debería quedarse con su pueblo, pero no consiguieron ganar su reclamo. La petición oficial de devolución comenzó hace dos años y se enmarca en el actual debate sobre la descolonización de los museos.
"El propio manto pidió volver"
Para la antropóloga Glicéria Tupinambá, que también es artista visual, la propia capa “pidió” volver a su tierra.
“Ocurrió a través de la escucha, en una especie de consulta espiritual. En aquella ocasión, [el propio manto] pidió al jefe Babau (Rosivaldo Ferreira da Silva) que escribiera una carta solicitando regresar a Brasil”, explica Glicéria Tupinambá a un periódico brasileño. Para los tupinambás, ese manto es como un anciano centenario y también es un objeto sagrado.
Sin embargo, el proceso de repatriación no ha estado exento de divergencias. Los indígenas han denunciado una postura “colonizadora” por parte del Museo Nacional, porque en su opinión ocultó información sobre la llegada de la pieza y mantuvo a los pueblos originarios alejados de todo el proceso. Los indígenas también han acusado al Gobierno de no respetar los rituales sagrados a la hora recibir la capa. Por esta razón, un grupo de tupinambás, llegados expresamente de la ciudad bahiana de Olivença, se quedó dos días velando el objeto antes de la presentación oficial.
Había una gran expectativa en el día de la ceremonia. “La capa tupinambá muestra a todo Brasil y a todo el mundo que nosotros somos un pueblo originario de Brasil, con nuestra propia lengua e identidad. Y muestra también a las personas que tenemos que reforestar más nuestro planeta y cuidar más de la sostenibilidad, respetar la naturaleza y al prójimo”, afirma Jirú Xau Xauá.
Punto de partida hacia una reparación cultural
La idea inicial es que esta pieza forme parte de la colección permanente del Museo Nacional de Río de Janeiro, que intenta crear un nuevo acervo para sustituir al valioso patrimonio etnográfico perdido en el incendio de 2018.
“Se trata de una reparación cultural. La devolución de bienes culturales y de acervos que pertenecen a la cultura de los pueblos indígenas, y que en un 80% están fuera del país, forma parte de un rescate para que los indígenas recuperen lo que es sagrado. La política de reparación cultural es más amplia que la repatriación. No basta con recuperar las obras. Es preciso fortalecer los museos en el territorio e invertir en políticas públicas de cultura", señala a France 24 la directora del Museo de los Pueblos Indígenas de Río de Janeiro, Fernanda Kaingáng.
"Hay museos que están cerrados. También es necesario consultar a cada pueblo indígena para que haya un protocolo de gestión y una reparación cultural con el protagonismo de los indígenas”, añade.
Sin embargo, el presidente Lula sorprendió a la platea con una declaración inesperada: “La capa está en el Museo Nacional, pero espero que todos entiendan que no pertenece a ese lugar. Espero que todos lo entiendan y estoy seguro de que tendremos la comprensión de nuestro gobernador de Bahía, quien dijo que él también es de Tupinambá. Él tiene la obligación y el compromiso histórico de construir un lugar en Bahía que pueda recibir este manto y preservarlo”, afirmó ante el público, aceptando de esta forma una petición explícita de algunos líderes tupinambá.
Las demandas indígenas van más allá de la capa
El evento cultural reflejó también las críticas a la política indigenista del actual Gobierno de izquierda.
“Nuestras demandas son la devolución del manto a la aldea madre de Olivença y la construcción de un museo de arte tupinambá. También exigimos respeto y garantía de nuestros derechos, la autonomía del Ministerio de los Pueblos Indígenas, la reestructuración de la Funai -Fundación Nacional del Indio-, y la amnistía y reparación para los pueblos indígenas y africanos; ¡no al Marco temporal, demarcación ya!”, gritó desde el palco la cacica Yakuy Tupinambá.
Se refería a una ley que establece que los pueblos indígenas solo tienen derecho a la demarcación de las tierras que ocupaban el 5 de octubre de 1988, cuando fue promulgada la Constitución. Esta tesis es defendida por los ruralistas y rechazada por los pueblos originarios y los movimientos sociales, que la consideran una amenaza a los derechos indígenas.
El año pasado, esta ley fue aprobada por el Congreso Nacional y posteriormente vetada por el Ejecutivo. Sin embargo, en diciembre, el lobby ruralista consiguió que la Cámara de los Diputados anulase el veto presidencial. Pocos días después, la ley fue promulgada y este año debe ser revalidada por el Senado.
Leer tambiénLas amenazas se ciernen sobre el pueblo indígena Guaraní Kaiowá en Brasil
“Yo también estoy en contra de la tesis del Marco Temporal. Me propuse vetar este ataque a los pueblos indígenas. Pero el Congreso Nacional, utilizando una prerrogativa respaldada por la ley, anuló mi veto”, recordó Lula durante la presentación de la capa tupinambá.
“La mayoría de los congresistas no tienen ningún compromiso con los pueblos indígenas. Su compromiso es con las grandes explotaciones y los grandes terratenientes”, añadió.
El mandatario reiteró el compromiso de su Gobierno con la cuestión indígena y citó la creación del Ministerio de los Pueblos Indígenas. “Hemos hecho y seguimos desalojando a los intrusos de territorios ocupados por pueblos no indígenas. Homologamos la demarcación de nuevas tierras y estamos seguros de que haremos mucho más”, continuó Lula y concluyó con una frase de efecto: “No soy Lula. Soy la única vez que has llegado a la Presidencia de la República”.
Para la directora del Museo de los Pueblos Indígenas de Río de Janeiro, existe una relación estrecha entre el arte, la demarcación de tierra indígenas y el Marco temporal.
“La cultura brota del territorio. Todo está ligado. Una capa de más de 300 años puede probar que los Tupinambá estaban en esta tierra y que su tierra todavía no fue demarcada. La cultura es la punta de la flecha”, defiende Fernanda Kaingáng.