La jueza Tanya Chutkan desestimó este 25 de noviembre el caso penal que acusaba a Donald Trump de intentar revertir su derrota electoral de 2020 y el caso -también penal- por los documentos clasificados en su residencia de Mar-a-Lago. Jack Smith, fiscal especial del Departamento de Justicia encargado de los dos procesos a nivel federal contra Donald Trump, había pedido formalmente a la Justicia estadounidense desestimar los cargos en contra del ahora presidente electo.

Este 26 de noviembre, el equipo del fiscal Jack Smith emprendió un camino de no retorno en relación con los casos judiciales abiertos a nivel federal en contra del magnate neoyorquino electo como presidente estadounidense por segunda vez el pasado 5 de noviembre, pidiendo finalmente que las acusaciones sean desestimadas.

Tras el pedido del fiscal especial, la jueza de distrito estadounidense Tanya Chutkan desestimó ambos casos contra el presidente electo, Donald Trump, quien rápidamente reaccionó en su red social, Truth Social. 

"Fue un secuestro político y un punto bajo en la historia de nuestro país que tal cosa pudiera haber sucedido y, sin embargo, perseveré, contra todo pronóstico y gané. ¡Hagamos a América grande de nuevo!", dijo el republicano, tras enterarse de la decisión judicial. 

En el caso por los intentos de subversión electoral en 2020 y el rol trumpista durante el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, Smith explicó en un oficio que, después de analizar cuidadosamente la doctrina del Departamento de Justicia sobre no juzgar ni perseguir presidentes en activo, su equipo y él decidieron que la prohibición también aplicaba a los casos activos contra Trump.

"Esa prohibición es categórica y no depende de la gravedad de los delitos imputados, de la solidez de las pruebas del Gobierno o del fondo de la acusación, que el Gobierno respalda plenamente", explicó Smith en un oficio remitido a la jueza de distrito en Washington.

Sin embargo, Smith blindó las acusaciones en un caso hipotético que se quieran retomar tras los cuatro años del segundo mandato de Trump, pidiendo a Chutkan que las acusaciones se desestimen "sin prejuicios", lo que mantendría viva la posibilidad de desenterrar los alegatos después de que el republicano salga de la Casa Blanca.

Por su parte, el círculo cercano de Trump celebró el fin de dos de los casos judiciales más importantes en la historia del país, sin dar indicios de que buscarían algún paso extra para reforzar la muerte total de las querellas. "Es una gran victoria para el Estado de Derecho y un paso importante para acabar con la instrumentalización política de nuestro sistema judicial", mencionó Steven Cheung, portavoz de Trump.

Resurrección política

Después de su derrota electoral frente a Joe Biden en 2020, seguida por el asalto al Capitolio protagonizado por una turba de seguidores alentados por mensajes incendiarios desde la Casa Blanca, Donald Trump parecía confinado al cementerio político estadounidense, viéndose casi imposible un regreso suyo a la Casa Blanca en cuatro años.

Al expresidente, que permanecía en las sombras de su residencia en Mar-a-Lago, se le unió la formalización de un caso judicial liderado por el Departamento de Justicia y su fiscal especial, Jack Smith, que en 2023 presentaron el caso formalmente ante la Justicia de Washington, acusando a Trump de "conspirar" para revertir los resultados electorales de 2020 y evitar la investidura de Joe Biden.

La investigación del Departamento de Justicia se basó en evidenciar los vínculos políticos, ideológicos y hasta personales de Trump con grupos de extrema derecha, supremacistas blancos y operativos políticos radicales que pretendían invalidar los resultados de las elecciones presidenciales y mantener al magnate en el poder.

Dentro del caso, figuras prominentes de la administración Trump, como su exvicepresidente, Mike Pence, testificaron en su contra, sugiriendo que el ahora presidente electo se rodeó de voces anticríticas que, finalmente, terminaron por convencerlo de que estaba siendo víctima de un presunto "fraude electoral".

"Lamentablemente, el presidente estaba rodeado de un grupo de abogados chiflados que no paraban de decirle lo que sus oídos querían oír (…) En última instancia, el presidente siguió exigiendo que le eligiera a él antes que a la Constitución", dijo Pence durante un acto de campaña en Indiana en 2023.

La rabieta presidencial más importante de la historia estuvo acompañada de una ola de violencia política que tuvo su clímax el 6 de enero de 2021 -día en el que el Congreso estadounidense debía confirmar a Biden como el presidente electo para entrar en funciones días después-, cuando una turba de fanáticos conservadores trumpistas irrumpió en las inmediaciones del Capitolio, causando al menos cinco muertes.

En el mismo 2023, Smith inició otro proceso judicial contra Trump, esta vez en Florida, acusándolo por negarse a devolver documentos clasificados que el neoyorquino tenía en su residencia de Mar-a-Lago, señalando por obstrucción a la Justicia y de violar la Ley contra Espionaje en el país.

Trump, quien también enfrentaba dos casos judiciales a nivel estatal –el 'caso Stormy Daniels' y el intento por revertir los resultados electorales en Atlanta– parecía más cerca de una celda que de la Casa Blanca. Pero todo cambió el pasado 5 de noviembre.

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El regreso de Trump a la Casa Blanca: una victoria electoral y judicial

Después de la victoria de Trump frente a la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, en las elecciones presidenciales de 2024, la colección de casos judiciales activos en contra del líder republicano y ahora presidente electo de Estados Unidos quedó en suspenso, en medio de un caso inédito en el que un individuo que ya estaba en un proceso judicial llegará a la Presidencia estadounidense.

La incertidumbre inundó el Departamento de Justicia. Después de meses de campaña en los que Trump alegó ser víctima de una persecución judicial del Gobierno estadounidense, además de amenazar con despedir a Smith después de tomar posesión en una hipotética victoria electoral. La noche del 5 de noviembre se materializaron todos los temores en el equipo de Smith: su acusado se había convertido en el próximo presidente. 

El efecto de la victoria trumpista en sus causas judiciales fue casi inmediato. Solo tres días después de la elección, el 8 de noviembre, el equipo de Smith pidió a la jueza Chutkan "anular el calendario" del prejuicio por el caso de intento de subversión electoral, pidiendo un plazo máximo de hasta el 2 de diciembre para presentar un informe sobre cómo seguir con la causa tras la elección presidencial del acusado. 

No ha sido necesario esperar al 2 de diciembre para saber el futuro del caso contra Trump.

La suspensión de los casos en contra de Trump, a menos de un mes de asumir como nuevo inquilino de la Casa Blanca, demuestran la inmunidad tácita que posee el jefe del Poder Ejecutivo estadounidense en el país, que está protegido política y judicialmente para poder actuar efectivamente en el cargo, aunque tenga un cuestionado historial jurídico. 

Con sus causas federales enterradas, queda esperar la resolución de sus dos casos estatales aún abiertos. Las acusaciones judiciales por el caso de 'Stormy Daniels' fueron el único proceso que llegó a juicio y resultó en un veredicto de un jurado que encontraron al magnate como culpable por 34 delitos relacionados al fraude y la falsificación de cheques para ocultar pagos de silencio a la actriz porno 'Stormy Daniels'.

Sin embargo, aunque Trump fue encontrado culpable en mayo por el jurado, el juez encargado, Juan Merchán, había retrasado la imposición de sentencia contra Trump hasta después de las elecciones de noviembre, aunque la semana pasada, la sentencia se aplazó indefinidamente.

El caso en Atlanta permanece congelado, después de que la defensa de Trump argumentara que la fiscal encargada, Fani Williams, debía ser inhabilitada en el proceso por un presunto conflicto de interés nacido de una relación sentimental entre la fiscal y uno de los abogados de su equipo.

Trump no solo tiene las llaves de la Casa Blanca, sino que también las llaves para su inocencia y libertad civil tras su Presidencia. Presupuestado a salir definitivamente de la presidencia con 82 años, es casi seguro que el neoyorquino verá enterrados sus casos judiciales durante los cuatro años de su mandato. 

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Con AP, EFE y Reuters