Tras más de un año de guerra en Gaza y un conflicto que ahora se ha extendido al vecino Líbano, los países árabes siguen mostrándose reacios a condenar a Israel o a exigir un alto el fuego. Esta situación refleja la complejidad de las relaciones de los Estados del Golfo con el Estado de mayoría judía, que muchos palestinos consideran una traición.
"Palestina no vivía un silencio semejante desde los años de la Nakba (concepto que traduce 'día de la catástrofe', en referencia a la creación del Estado de Israel en 1948). Estamos viviendo una nueva Nakba, pero con el consentimiento de los árabes". Las palabras son duras. La observación, inapelable. Para Marwan, periodista de Cisjordania ocupada que pidió el anonimato por razones de seguridad, el silencio de los países árabes es cada vez más ensordecedor. "En el plano político, no apoyan la aplicación de las resoluciones internacionales, ni siquiera de las resoluciones adoptadas en las cumbres árabes. Para ellos, la causa palestina no es más que un eslogan".
Mientras la guerra asola la Franja de Gaza desde hace más de un año y se extiende ahora al vecino Líbano, los países árabes brillan prácticamente por su ausencia. Incluso los ataques israelíes contra Irán, el sábado 26 de octubre, apenas suscitaron el balbuceo de una palabra de condena por parte de los Estados del Golfo.
El Reino de Arabia Saudita "condena" los ataques israelíes contra Irán y reitera su "firme posición de rechazo a la escalada del conflicto en la región", que "amenaza la seguridad y la estabilidad de los países y pueblos" de Medio Oriente, declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores en la red social X. Emiratos Árabes Unidos y el Sultanato de Omán, que mantiene estrechas relaciones con Irán, se hicieron eco de la declaración.
"Hasta el 7 de octubre de 2023 y los mortíferos atentados de Hamás en suelo israelí, la política de Arabia Saudita se basaba principalmente en sus intereses económicos y sus ambiciones regionales", señala Jean-Paul Chagnollaud, presidente del Instituto de Investigación y Estudios sobre Oriente Próximo (iReMMO). "Aunque el reino esperaba firmar los acuerdos de Abraham con Israel por razones económicas, comerciales y de seguridad, todo se vino abajo".
Aunque Jordania firmó un acuerdo de paz con Israel en 1994, los países árabes tardaron muchos años en cambiar su paradigma respecto al Estado de mayoría judía. En 2020, instados por Donald Trump, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Sudán y Bahréin rubricaron los Acuerdos de Abraham, reconociendo a Israel como Estado soberano e iniciando relaciones diplomáticas con Tel Aviv. Otros como Arabia Saudita, Kuwait y Omán se preparaban para hacerlo cuando Hamás lanzó sus ataques sin precedentes en el sur de Israel el 7 de octubre.
"Hoy en día, existe un abismo entre la opinión pública árabe y los que están en el poder", señala Karim Émile Bitar, profesor de la Universidad Saint-Joseph de Beirut e investigador asociado del IRIS.
"La inmensa mayoría de la opinión pública apoya la cuestión palestina. Se solidariza con el sufrimiento de las poblaciones civiles libanesa y palestina. En cambio, la inmensa mayoría de los dirigentes autoritarios de la región, que están directamente sometidos a Estados Unidos, tienen que tener en cuenta las consideraciones norteamericanas, porque Washington se asegura de que permanezcan en el poder proporcionándoles apoyo económico, militar y político", dijo Bitar.
Este es el caso de Arabia Saudita. "No puede actuar como si no pasara nada y debe tener en cuenta a la opinión pública", señala Jean-Paul Chagnollaud. "De ahí su postura, que ahora consiste en decir que no firmará nada sin la creación de un Estado palestino". Mohammed bin Salman, príncipe heredero y primer ministro saudita, "no tiene ninguna afinidad particular con la cuestión palestina, pero su jovencísimo público sigue a diario en las redes sociales la carnicería en Palestina y Líbano", añade Karim Émile Bitar. "No podrá proseguir este proceso de normalización mientras no obtenga garantías de Estados Unidos de que se creará un Estado palestino".
El líder de facto del reino volvió a insistir en este mensaje el 18 de septiembre ante el Consejo de la Shura, la asamblea encargada de asesorar al Gobierno saudita. "El reino no cesará en su incansable labor en favor de la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Este como capital, y afirmamos que el reino no establecerá relaciones diplomáticas con Israel sin ello".
Un papel, según Marwan. "Los palestinos ya no creen a Arabia Saudita. Persigue sus propios intereses y se abre a Occidente. En la región, es el país que más ha contribuido a apoyar a Israel, porque es el niño mimado de Estados Unidos. ¿Cómo esperas que esperemos ayuda de los saudíes cuando han dado cientos de miles de millones de dólares al expresidente estadounidense Trump para que les proteja? ¿Cómo puede proteger al pueblo de Palestina un país que no puede protegerse a sí mismo?", bromeó el periodista.
"El destino de Hamás no es un problema"
En cuanto a los demás vecinos árabes, sus posturas difieren. Egipto se mantiene muy reservado. Sus vínculos con Hamás vienen de lejos, ya que el movimiento palestino es una rama de los Hermanos Musulmanes, una cofradía sunita fundada en Egipto en 1928. En 2013, la llegada al poder del mariscal Abdelfatah al-Sisi tras un golpe de Estado contra el presidente Mohamed Morsi, miembro de los Hermanos Musulmanes, marcó un punto de inflexión.
"Abdelfatah al-Sisi siempre ha estado en confrontación directa con la Hermandad Musulmana y, por tanto, con Hamás. Así que el destino de Hamás no es realmente un problema para Egipto", explica Jean-Paul Chagnollaud. "El hecho es que los israelíes han ido muy lejos, en particular con el corredor de Filadelfia".
Esta zona tapón entre Egipto y la Franja de Gaza, desmilitarizada cuando Israel se retiró del enclave en 2005 y conocida por albergar numerosos túneles, está bajo control del Ejército israelí desde mayo de 2024. El Cairo advirtió que mantener tropas israelíes en el corredor Filadelfia sería una "amenazadora violación del tratado de paz egipcio-israelí" firmado en 1979. "El margen de maniobra de Egipto es muy limitado. Aparte del importante papel de mediador, no puede hacer gran cosa".
¿E Irak? el país alberga a casi 2.500 soldados estadounidenses que luchan contra la organización yihadista autodenominada Estado Islámico (EI) y contra numerosas milicias chiitas a sueldo de Irán. Su principal preocupación es mantenerse al margen del conflicto. ¿Y Siria? "Ya no existe como Estado", señala Jean-Paul Chagnollaud, refiriéndose a la década de guerra civil que ha dejado al país sin sangre. En el Magreb, Marruecos está "en medio de una contradicción". "El país que firmó los acuerdos de Abraham con Israel no puede dejar de apoyar a los palestinos debido a su opinión pública". En todo el reino se organizan regularmente manifestaciones propalestinas y contra la normalización hacia Israel.
"Argelia es el único país que sigue apoyando a Palestina en todos los ámbitos", señala Marwan. El 9 de octubre de 2023, el presidente Abdelmadjid Tebboune reiteró la solidaridad de Argelia "con el hermano pueblo palestino". En 2022, Argelia consiguió que las distintas facciones palestinas firmaran la Declaración de Argel con el fin de reconciliarlas. En el último año, Argelia ha intensificado iniciativas como la presentación de un texto al Consejo de Seguridad de la ONU pidiendo un alto el fuego inmediato.
"Argelia quiere recuperar su pasado diplomático", explica Jean-Paul Chagnollaud. Desempeñó un papel importante cuando se vio coronada por la gloria de su exitosa revolución e independencia. Durante años, fue un faro de la revolución. Aquí se formaron los primeros militantes de Fatah en 1963-64. En la actualidad, sigue prestando un gran apoyo a los palestinos, pero permanece lejos de Medio Oriente. Solo puede intentar actuar en las Naciones Unidas.
Luego está Jordania. Por sus fuertes lazos con la cuestión palestina, el reino hachemita ocupa un lugar especial entre sus hermanos árabes. "Sus posiciones diplomáticas son bastante claras", subraya el director de IreMMo. "Están en juego los propios intereses del régimen, porque para muchos israelíes de derechas, el Estado palestino ya existe en Jordania. El reino teme que se produzca una nueva afluencia de refugiados a su territorio. El rey Abdalá II ha hecho varias gestiones ante Estados Unidos y Naciones Unidas, en particular con Francia, para obtener un alto el fuego", dijo Chagnollaud.
"Arabia Saudita odia a Hamás"
Sin embargo, la perspectiva de acabar con el Hamás palestino y el Hezbolá libanés también es una buena noticia para algunos. "Muchos Estados árabes (sunitas) se alegran discretamente de ver debilitado a Hezbolá, el principal apoderado de Irán (chiita)", señala Jean-Paul Chagnollaud. "Arabia Saudita odia a Hamás, pero odia igualmente a Hezbolá. El hecho de que se haya debilitado también es una buena noticia para los Estados del Golfo".
Una realidad difícil de comprender para los palestinos. "Los países árabes quieren cortar lazos con Palestina porque consideran que Hamás cometió un acto terrorista el 7 de octubre. Pero, ¿no es terrorismo el 'martirio' de 45.000 personas en Gaza y los cientos de muertos en Cisjordania?", se pregunta Marwan. "Los palestinos siguen creyendo en quienes defienden su tierra (los combatientes) y no confían en los gobiernos árabes. Ven lo que está ocurriendo como una traición árabe".
"¿Dónde están los árabes, dónde están los musulmanes?"
Un sentimiento de abandono que no impide a los palestinos solidarizarse con los libaneses. "Lo que ocurre en Palestina y Líbano está interconectado. El hecho de que Líbano no tenga un tratado de paz con Israel lo convierte en un peligro, sobre todo porque se encuentra directamente en su frontera", insiste Marwan, señalando que los países árabes solo saben condenar y “denunciar con firmeza”. "El silencio de un país musulmán o árabe mata mucho más que las operaciones militares (israelíes). Escuchan los gritos de los palestinos. ¿Dónde están los árabes, dónde están los musulmanes? No se moverán ni aunque Al-Aqsa (la mezquita más grande de Jerusalén y el tercer lugar más sagrado del Islam) sea destruida", denuncia el periodista.
Adaptado de su original en francés