El líder de Hamás, Ismail Haniyeh, murió el miércoles en Teherán en un ataque atribuido a Israel. Irán ha prometido vengar su muerte, haciendo temer una conflagración regional en medio de la guerra de Gaza. Pero, ¿qué tipo de "respuesta" iraní podemos esperar? He aquí cómo.
Un trueno en Medio Oriente. Ismail Haniyeh, líder político de Hamás y figura histórica del movimiento, murió el miércoles 31 de julio en Teherán en un atentado que Hamás e Irán atribuyeron a Israel.
Fiel a su doctrina, el Estado hebreo no ha reivindicado directamente el asesinato de Ismail Haniyeh. Sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró que Israel había asestado "duros golpes" a sus "enemigos" en los últimos días.
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El líder supremo iraní, Alí Jamenei, afirmó que Israel recibiría un "severo castigo" tras el asesinato. "Consideramos nuestro deber vengar su sangre derramada en el territorio de la República Islámica", declaró.
Preocupación "muy fuerte" y "justificada
"Habrá una respuesta", afirma Clément Therme, investigador asociado del Instituto Internacional de Estudios Iraníes y profesor de la Universidad Paul-Valéry de Montpellier, "y si hay una gran inquietud en la región, está justificada".
Para el régimen, se trata de lavar una afrenta doblemente simbólica: Irán fue golpeado en su capital el mismo día en que celebraba la toma de posesión de su nuevo presidente, Massoud Pezeshkian.
Clément Therme señala que esta humillación es aún mayor en la cultura iraní, donde "el invitado" —en este caso Ismail Haniyeh— tiene una importancia particular. No poder proteger a un invitado es otro signo de deshonra.
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Al atacar, Irán también restablecería una forma de disuasión contra el Estado judío, añade el investigador.
En términos prácticos, Teherán tiene dos "opciones", como resume Guillaume Ancel, experto en cuestiones militares y antiguo oficial francés. La primera, en su opinión, es de carácter terrorista: "Todos pensamos en los atletas israelíes que vinieron a París para los Juegos Olímpicos. Su seguridad ha sido ciertamente reforzada, pero nadie puede garantizar la seguridad absoluta de nadie".
La otra táctica sería "atacar territorio israelí", prosigue Guillaume Ancel. Sería la segunda vez este año. La noche del 13 al 14 de abril, la República Islámica disparó unos 300 drones y misiles contra Israel.
"Vengarse" sin "suicidarse"
Interceptada por Israel y sus aliados, esta "demostración de fuerza" sólo causó daños menores.
Pero para vengar el asesinato de Ismail Haniyeh, el Estado Mayor iraní podría lanzar misiles —de los que dispone— "con un perfil de vuelo mucho más vicioso y, por tanto, mucho más difícil de interceptar", advierte el ex militar.
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Y tanto si el objetivo es un civil en Tel Aviv como el Tsahal, Irán buscaría un "alto valor añadido": "coreografiar un ataque como el de abril ya no tendría sentido para el régimen", analiza Guillaume Ancel.
El deseo iraní de venganza —según los expertos contactados por France 24— se ve sin embargo frustrado por un imperativo: la necesidad, para el régimen de los mulás, de evitar una "guerra total" con su vecino hebreo.
"A los iraníes no se les ha escapado que Israel tiene armas nucleares", señala Guillaume Ancel. "Con su territorio setenta veces más grande que Israel, los dirigentes iraníes comprendieron claramente que no estarían en condiciones de proteger al país contra los ataques israelíes", añade el antiguo oficial.
Este régimen no va a "suicidarse" para vengar la muerte del jefe político de Hamás en Teherán, coincide Clément Therme.
Sobre todo porque la mayoría de la población del país no apoya la política regional de la República Islámica.
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Esto explica la campaña electoral del recién elegido presidente: no abogaba por la "destrucción de Israel", que es una prioridad de política exterior muy impopular entre la población iraní, prosigue el investigador.
Elegido para "preservar a Irán del caos", Massoud Pezeshkian ha abogado en cambio por el "diálogo con Occidente", con la esperanza de levantar las sanciones estadounidenses, señala Clément Therme. Estas sanciones están agravando una profunda crisis económica, marcada por el aumento de la inflación y el desempleo.
¿Evitar una "revuelta" en la sociedad iraní?
Para Teherán, el objetivo es "hacer absolutamente todo lo posible para evitar una conflagración que pondría a Irán en una situación interna aún más difícil", explica Clément Therme.
Una situación difícil para la población y potencialmente peligrosa para los gobernantes. Desde la muerte de la joven kurda Mahsa Amini a manos de la policía iraní en septiembre de 2022, el régimen reprime la cólera creciente de su población.
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De este modo, "Teherán pretende evitar que la opinión pública se subleve como consecuencia de la escalada militar que habría provocado la República Islámica", analiza Clément Therme.
Tal escalada no sería desencadenada —"intencionadamente"— por el régimen de los mulás, insiste el investigador: "al contrario, su cálculo político es evitarla".
Pero "¿se ejecutará adecuadamente este cálculo político en términos militares?".
Aquí es donde ve un riesgo: "un incidente militar local puede tener consecuencias regionales o incluso mundiales".
Este artículo ha sido traducido del original en francés.