El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro que firmaría el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea (UE) antes de que acabase el año. En aquel momento, pocos lo creyeron dado el precedente de 25 años de negociaciones y varios intentos frustrados. Pero, finalmente, se logró la capital uruguaya esta semana.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, prometió durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro que firmaría el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea (UE) antes del fin de 2024, pero pocos lo veían realizable, en especial por el veto de Francia.

Un nuevo escenario geopolítico permitió la firma del acuerdo, anunciado en 2019. Desde Montevideo, Uruguay, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció el viernes 6 de diciembre que el bloque de 27 países y el Mercosur cerraron el texto de un acuerdo de libre comercio. El anuncio llegó en medio de la oposición de Francia.

El camino no ha sido fácil desde el inicio en 2019.

El mundo pasó por una pandemia, las tensiones entre Estados Unidos y China se intensificaron, la guerra en Ucrania trajo nuevos desafíos en la UE y la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos consolidó el mandato de la Comisión Europea y de su presidenta, Ursula von der Leyen, para seguir adelante. Al mismo tiempo, la crisis interna de Francia dejó más débil al presidente francés, Emmanuel Macron, el principal obstáculo a la aprobación de tratado.

¿Qué implica este acuerdo?

Con la nueva firma se pretende eliminar la mayoría de los aranceles entre ambas regiones, creando un mercado de más de 700 millones de consumidores y uno de los principales acuerdos comerciales del mundo entre economías que suman un PIB de 22 billones de dólares.

Esto, si el Parlamento de la UE ratifica el tratado para que pueda entrar en vigor. Solo entonces serán palpables los efectos reales de este gran mercado común: la exportación de productos como carne, azúcar, arroz y miel desde países sudamericanos a Europa será facilitada y habrá un aumento de las cuotas de exportación. En 2023, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay exportaron productos agrícolas y agroalimentarios por valor de 24.000 millones de dólares a la UE, principalmente soja.

Por otro lado, lla UE podrá comercializar vehículos, maquinaria y productos farmacéuticos en condiciones más ventajosas. Además, Bruselas garantiza que, con esta firma, surgirán interesantes oportunidades para productos europeos como el vino, que actualmente tiene aranceles de hasta el 27%, los licores y los quesos, que podrían beneficiarse del crecimiento de la nueva clase media sudamericana.

“El acuerdo que concluimos hoy es muy diferente del que fue anunciado en 2019. Las condiciones que heredamos eran inaceptables. Era necesario incorporar al acuerdo temas de relevancia para el Mercosur. Logramos preservar nuestros intereses en las compras gubernamentales, lo que nos permite implementar políticas públicas en áreas como salud, agricultura familiar, ciencia y tecnología”, resaltó Lula en Uruguay.

En la parte que atañe Brasil, Lula ha conseguido cambios significativos. En caso de que se registre un aumento de las importaciones europeas que llegue a causar daño a la industria local, por ejemplo, Brasil puede suspender el calendario de reducción arancelaria para todo el sector o retomar la tasa aplicable a otros orígenes (actualmente en el 35%) por un período de tres años, renovable por otros dos.

Además, Brasil  garantiza el derecho a aplicar restricciones a las exportaciones de minerales estratégicos si lo considera apropiado, para estimular la agregación de valor en este sector. Finalmente, las compras realizadas por el sistema de salud pública fueron excluidas del capítulo de las compras gubernamentales, que permitirá a empresas extranjeras participar en licitaciones dentro de Brasil.

En la parte medioambiental, cabe destacar el papel central del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que se convierte en un elemento esencial de la relación UE-Mercosur. Esto garantizará que el acuerdo pueda suspenderse si una de las partes infringe gravemente el acuerdo de París o decide abandonarlo. Además, el texto también establece compromisos concretos para detener la deforestación hasta 2030.

Un gol brasileño

Para muchos analistas, la firma del acuerdo ha sido otro ‘gol’ diplomático del mandatario brasileño.

“El Gobierno Lula ha invertido en el multilateralismo, con la celebración de múltiples acuerdos, como ocurrió en la reunión del G20. El aislacionismo es la derrota de la diplomacia. Esta posible alianza Mercosur-UE es, por tanto, una victoria de la diplomacia y de la idea de un mundo de cooperación. En la práctica, la ganancia llegará poco a poco con la reducción de los aranceles sobre los productos agrícolas e industriales, y un aumento del comercio”, escribe la columnista Míriam Leitão, que en el pasado siempre fue muy crítica con los Gobiernos del Partido de los Trabajadores.

Brasil será, sin lugar a duda, el país del Mercosur más beneficiado por este acuerdo y dentro del país tropical, el agronegocio será el sector que sacará más provecho.

En la actualidad, la UE es el segundo mayor importador de los productos agropecuarios brasileños, solo por detrás de China. Después de la entrada en vigor del tratado, el 97% de las exportaciones de Brasil a la UE tendrán tarifa cero. Según las proyecciones del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), como consecuencia la economía de Brasil podría crecer un 0,46% por año, el agronegocio un 2% y las exportaciones un 3%. Además, las inversiones en Brasil aumentarían un 1,49%, en comparación con un escenario sin acuerdo. En otras palabras, Brasil sería el país sudamericano que más crecería.

El boicot a la carne: la respuesta en Francia

A todos los efectos, los grandes perdedores serán los ganaderos y agricultores franceses. Es en esta perspectiva que hay que interpretar el intento de boicot a la carne del Mercosur, anunciado en medio de la cumbre del G20 en Río de Janeiro.

La polémica comenzó tras las declaraciones del presidente del grupo Carrefour, Alexandre Bompard, que en noviembre prometió vetar la carne del Mercosur en las tiendas francesas de la cadena que dirige. En aquella ocasión, denunció desde sus redes sociales el “riesgo de inundar el mercado francés con carne que no cumple sus exigencias y estándares”.

El anuncio del veto estaba dirigido a aplacar la ira de los agricultores franceses, que llevaban protestando varios días contra su Gobierno y contra la posible firma del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur. Los productores franceses se oponen tajantemente porque temen perder su cuota de mercado y su competitividad. Esto se debe a que Brasil produce más y, sin tener que pagar los impuestos sobre las exportaciones que cobra actualmente la UE, podría ofrecer precios más atractivos que los agricultores europeos.

Las palabras de Bompard enfurecieron a los productores del bloque suramericano y provocaron un boicot por parte de los almacenes frigoríficos brasileños a los supermercados de la cadena en Brasil. Por su parte, el Gobierno brasileño exigió una retractación. El ministro de Agricultura, Carlos Fávaro, habló de “proteccionismo desproporcionado” por parte de Francia y amenazó con apoyar un boicot a Carrefour en Brasil.

Una semana después, el presidente de Carrefour envió una carta al ministro brasileño de Agricultura para disculparse por su discurso en el que cuestionó la calidad de la carne del Mercosur. En su texto, Bompard afirmó que sabe que “la agricultura brasileña proporciona carne de calidad, respeto por las normas y sabor” y destacó que Francia seguirá adquiriéndola. Cabe destacar que Francia no es el mayor comprador de Brasil y que las unidades de Carrefour en el país europeo prácticamente no venden carne importada.

Pero la polémica se recrudeció cuando algunos parlamentarios franceses llegaron a calificar la carne producida en los países del Mercosur de basura y señalaron que está “llena de hormonas de crecimiento” y antibióticos. El cuestionamiento de la calidad de la carne producida en el Mercosur fue recibido por parte del Gobierno brasileño y los productores con más irritación que el propio veto.

El presidente Lula criticó el ataque a la carne brasileña por parte de diputados franceses y afirmó que este país “ya no pinta nada” en el acuerdo que se negocia entre la UE. “Quiero que el agronegocio siga creciendo y causando enojo en un diputado francés que hoy insultó a los productos brasileños. Porque vamos a hacer el acuerdo del Mercosur, no tanto por el tema del dinero, lo vamos a hacer porque yo llevo 22 años en esto y lo vamos a hacer”, afirmó Lula el 27 de noviembre. https://www.youtube.com/watch?v=RhSXqj4BKuo

Mientras tanto, varios expertos se apresuraban a defender el producto nacional en la prensa brasileña, explicando que el uso de hormonas de crecimiento está prohibido expresamente por una ley de 2011 (Instrucción Normativa N° 55). También se empeñaron en aclarar que una de las hormonas utilizadas para la reproducción y la inseminación es el estradiol, que hace que todas las hembras entren en celo al mismo tiempo, es producido naturalmente por las vacas.

Además, resaltaron que los antibióticos solo se utilizan cuando el animal está enfermo y siempre con prescripción médica. Dependiendo del componente utilizado, existe un período de espera para el sacrificio. También reconocieron que hay aditivos alimentarios que son antibióticos, pero solo actúan sobre los microorganismos que optimizan la digestión del ganado y que contribuyen a que el animal emita menos metano, responsable del efecto invernadero, según explica Rondineli Pavezzi Barbero, profesor de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro.

Finalmente, admitieron que el ganado brasileño sí se alimenta de soja transgénica. Sin embargo, estos mismos expertos destacaron que no existen estudios que indiquen que sea perjudicial para la salud humana y que se trata del modo de producción más común a nivel mundial.

Una polémica con Brasil

Es un hecho que Francia importa la soja brasileña para alimentar a su propio ganado. En 2023, Brasil exportó más de 10,2 millones de toneladas de harina de soja a la Unión Europea, el tercer destino del producto, según datos Agrostat, la plataforma oficial del Ministerio de Agricultura y Ganadería.

“Todo lo que dijo el diputado es falso o desconoce cómo se producen los alimentos allí y aquí. O realmente se trata de una intención de manchar la imagen de Brasil”, dijo Bruno Lucchi, director técnico de la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería. “De hecho, hoy en día toda la soja del mundo es transgénica. Producimos soja convencional y orgánica, hay mercado para eso", añadió.

Todos estos argumentos tendrán que servir a partir de ahora para convencer a los europarlamentarios que tienen que ratificar el acuerdo. Este proceso requiere que 15 Estados miembros que representan el 65% de la población del bloque de 27 países lo aprueben y luego obtengan la autorización del Parlamento Europeo. Francia ya ha dejado claro que seguirá intentando bloquear el acuerdo, una postura que ha obtenido el apoyo de Italia y Polonia. Austria y los Países Bajos también expresaron reservas.