Israel llega a su primer año de guerra en Gaza, una operación conducida por el primer ministro Benjamin Netanyahu tras el sorpresivo ataque de Hamás que dejó más de 1.290 muertos. El líder israelí se mantiene aferrado al poder, abriendo otros frentes y sin un plan para el fin de sus operaciones en el enclave palestino, donde las víctimas mortales llegan a casi 42.000. Netanyahu, que ya enfrentaba protestas desde antes de la guerra, ahora surfea el malestar de la población frente a la continuidad del cautiverio de los rehenes israelíes y las presiones de sus aliados internacionales en medio de la escalada con Hezbolá en Líbano, Irán, Yemen y Siria.
Contrariamente a la tendencia del último año, Netanyahu y su partido Likud llegan al primer aniversario de la guerra en Gaza con una aprobación que tiende a confirmar que “la guerra une y la paz divide”, una idea que esbozó el historiador y excanciller israelí (2000-2001) Shlomo Ben-Ami en su libro ‘Profetas sin honor’.
Si bien Israel está a las puertas del primer aniversario de los atentados del 7 de octubre, en los que el grupo islamista palestino Hamás dejó más de 1.290 muertos y 251 personas secuestradas, Netanyahu no ha presentado un plan para terminar con la guerra que lanzó en Gaza. Y pese a que sus operaciones ya dejaron casi 42.000 muertos y más de 100.000 heridos, según el Ministerio de Salud gazatí, su popularidad interna muestra signos vitales.
Según un sondeo realizado por el diario israelí ‘Maariv’ y publicado el viernes 27 de septiembre pasado, la ofensiva de Israel en Líbano impulsó la popularidad del oficialismo. Y pese a que Netanyahu no ha logrado que un centenar de rehenes que continúan secuestrados en Gaza vuelvan a sus hogares, ha visto mejorar su imagen y la de su partido desde la escalada que se inició con los recientes ataques con 'beepers' y 'walkie-talkies' contra la organización chiita libanesa Hezbolá.
Si las elecciones se realizaran hoy, el Likud recuperaría el primer lugar en la Knesset (Parlamento) que había perdido en los sondeos del último año. En septiembre, las encuestas sitúan al principal partido del oficialismo entre las 20 y 30 bancas, frente a un mínimo de 16 que tuvo después del 7 de octubre.
Con la mejora de estos indicadores, el líder de Israel no parece tener incentivos para desescalar el conflicto y ha ido por las principales figuras de Hezbolá, incluso por su líder, Hassan Nasrallah, a quien asesinó en un ataque en Beirut el viernes 27 de septiembre. Ese día, Netanyahu había desestimado un cese al fuego impulsado por Estados Unidos, Francia y países árabes, y que, según la Casa Blanca, contaba con el visto bueno israelí.
“Netanyahu viajó a la 79 asamblea de la ONU y durante el vuelo se dio cuenta de que iba a haber problemas políticos con su coalición respecto al cese al fuego con Hezbolá. Esto da cuenta de toda la historia del último año, de que sus prioridades no son necesariamente poner fin a la guerra, sino mantener su coalición y su posición, por eso hace lo que sea necesario para lograrlo”, dice a France 24 el profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén Menachem Hofnung.
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Si bien el oficialismo mejoró su imagen frente a la sociedad, las encuestas advierten que la coalición de Netanyahu con partidos nacionalistas religiosos seguiría sin tener la mayoría (61 de 120 bancas), según reseñó el ‘Financial Times’. “Desde el comienzo de la guerra, cuando estaba en el punto más bajo de su carrera como primer ministro, Netanyahu sí ganó algo de apoyo, pero las encuestas de opinión pública hasta ahora muestran que si hubiera elecciones, su coalición va a perder un número significativo de votos”, afirma el coautor del Manual Oxford de política y sociedad israelí.
A la vez, Hofnung advierte que a partir de la guerra en el Líbano el escenario podría ser otro: “En la última semana, el Ejército israelí tuvo un éxito significativo. Pero lo que sabemos del pasado es que después de unos días de éxito, por lo general algo sucede y puede cambiar la perspectiva de los involucrados. Netanyahu está surfeando la ola y creo que está apostando, porque la tendencia puede cambiar”.
Nuevo objetivo de la guerra
Desde el inicio de la guerra en Gaza, Hezbolá ha decidido lanzar cohetes a Israel en “solidaridad” con Hamás, los cuales fueron seguidos de ataques similares de parte de Israel. Antes del aniversario del 7 de octubre, y mientras los secuestrados israelíes continúan en el enclave palestino, la atención de Israel se movió a su frontera con el Líbano y el Gobierno planteó como objetivo de guerra la vuelta de los habitantes del norte del país a sus hogares.
“Si bien el Ejército aún está en el territorio palestino, ahora se limita a patrullar la frontera con Egipto y el camino que corta el enclave en dos. No están haciendo operativos contra terroristas porque la masa crítica se mudó al norte”,comparte a France 24 el internacionalista israelí Arie Kacowicz y agrega que en el “juego de narrativas”, Israel “pasó de la ‘Espadas de hierro’, la incursión militar que lo llevó a destruir Gaza, a ‘Las flechas del Norte’, que es la operación en el Líbano, como si no estuvieran relacionadas, para olvidar a los rehenes”.
Además, el experto ve una euforia en el país de mayoría hebrea por “las operaciones ‘James Bond’ que se alegan a Israel contra Hezbolá” y considera que a Netanyahu lo favorece el paso del tiempo “porque se aleja de la masacre del 7 de octubre, que si bien la hizo Hamás, fue su política la que llevó a una colaboración” con ese grupo. Para el académico, el ataque de octubre significó una “pérdida terrible de la capacidad de disuasión de Israel” y Netanyahu debe responder por eso.
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Si bien la imagen del primer ministro ha mejorado con la nueva escalada, las encuestas marcan una sociedad israelí dividida y en las calles continúan los signos de descontento por la falta de liberación del centenar de rehenes. El país sigue teniendo masivas protestas, protagonizadas por los familiares de los secuestrados en Gaza. Muchas de ellas terminan con escenas de represión policial.
Además, desde el inicio de la guerra en Gaza, la vía militar es la única opción que ha hecho pública Netanyahu para la liberación de los rehenes. Y es que referentes del movimiento nacional colono –con ministros como el de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir– que sostienen su coalición, amenazaron con romper la alianza en caso de que el primer ministro pacte un cese al fuego. Pero fue una tregua de este tipo, en noviembre, la que permitió la mayor liberación de rehenes.
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Para Kacowicz, hace un año era “inimaginable” que el Gobierno de Israel “viole el pacto fundamental de solidaridad al no ir a un cese del fuego con Hamás”, cuando aún hay secuestrados, a la vez que estima que si Israel continúa la guerra con Hezbolá, el país va a sobrevivir, pero no así los rehenes. “Y ya no va a ser el mismo Israel. No porque estime que será el fin del proyecto sionista, sino porque el país está cayendo en el autoritarismo. La guerra hace que el patriotismo y el nacionalismo sea todavía más extremo”.
Apoyos internacionales y el futuro de Netanyahu
El primer ministro israelí desestimó las distintas propuestas de cese al fuego en Gaza que estuvieron sobre la mesa, y hace unos días hizo lo propio con una iniciativa similar para desescalar las relaciones con Hezbolá. Ambas implicaron la participación de aliados como Estados Unidos y Francia, pero también contó con la participación de países árabes.
Algunos especialistas desestiman los esfuerzos de Estados Unidos, ya que este país no ha dejado de proveer armas a Israel.
“Es muy sencillo: si no se quiere que alguien haga algo, no se le dan los medios para hacerlo. Por lo tanto, hay que concluir que el gobierno de Estados Unidos no tiene objeciones a lo que Israel ha estado haciendo durante el último año”, dijo el internacionalista Stephen Walt en su cuenta de la red social X, luego de que se conociera la muerte de Nasrallah.
“Hay un patrón de conducta, porque desde enero Netanyahu está saboteando esos esfuerzos”, dice Kacowicz, quien no deja de responsabilizar a Hamás por no haber hecho su parte. Estima como un “gran error” la invasión terrestre a Líbano, “un país soberano y cuya milicia tiene una capacidad superior a Hamás”. Una guerra de ese tipo “va a destruir parte de Israel y del Líbano, todo para terminar en el mismo punto actual con una propuesta como la de Estados Unidos, Francia, Europa, y los países árabes”, afirma.
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Para él, la única posibilidad de evitar una escalada es lograr un cese al fuego en Gaza, con la retirada de Israel y “la formación de un ente internacional que controle la Franja”. Sin embargo, esta opción es resistida por la coalición que sostiene a Netanyahu y que forman el Gobierno que ha batido “récords” en el reconocimiento de asentamientos en Cisjordania, según la organización israelí Peace Now. La Corte Internacional de Justicia determinó el 19 de julio pasado que todos los asentamientos son ilegales y exigió a Israel su evacuación.
En tanto, Hofnung añade que Israel está “perdiendo apoyo” internacional y esto es algo que la opinión pública del país hebreo no capta.
“En Israel, en la televisión, se puede ver el éxito del Ejército israelí, pero fuera del país lo que leo es que no hay esa perspectiva favorable. Se pueden ver los trastornos que Israel inflige a la población de Gaza y Líbano, y si la guerra se prolonga, la opinión pública se puede volver contra Israel”, puntualiza el expresidente de la Asociación Israelí de Derecho y Sociedad.
Hofnung recuerda que Netanyahu “está tratando de mantener su posición”, pero debe enfrentar algunos problemas no necesariamente asociados con cuestiones bélicas. “Tiene que subir al estrado el 2 de diciembre” porque tiene abiertas causas por supuestos casos de corrupción.
Además, Netanyahu enfrenta el pedido que hizo en mayo pasado la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) para que el tribunal emita órdenes de arresto contra el primer ministro por presuntos crímenes de guerra.