Tras conocerse la sentencia a los 51 acusados en el caso por violación masiva a Gisèle Pelicot, las reacciones no han cesado. Grupos feministas han criticado duramente las sentencias, que son mucho menores a las solicitadas por la Fiscalía. Mientras, queda aún pendiente el debate —y la propuesta— de avanzar en leyes para incluir la cuestión del consentimiento y un tema más complejo: la sumisión química en casos de abuso. ¿Ha cumplido Gisèle Pelicot su propósito de trasladar la vergüenza de las víctimas a los victimarios?
Culpables todos. La sentencia en el caso de violación en masa contra Gisèle Pelicot ha llegado finalmente. Después de meses de frenesí y una masiva cobertura de medios al juicio en Avignon, Francia, el dictamen por parte del juez y un jurado colegiado de expertos legales ha ordenado condenas de entre 3 y 20 años de cárcel a los 51 acusados.
La decisión ha acabado decepcionando a la familia de la víctima, Gisèle Pelicot, convertida en un símbolo del feminismo tras haber tomado la trascendental decisión de pedir un juicio abierto para “trasladar la vergüenza a los victimarios”.
"Están decepcionados por las bajas sentencias, y no tienen previsto hablar con Dominique Pelicot. No hay duda de ello", afirmó este jueves un miembro de la familia, que prefirió permanecer anónimo, refiriéndose a los hijos de Gisèle y Dominique Pelicot. Pese a esto, Gisèle ha expresado sentir respeto por la decisión.
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Pero esto no ha apaciguado la ira de los grupos y del movimiento feminista en Francia, que pedían condenas más severas y ejemplarizantes: “Estoy muy decepcionada con las sentencias y la justicia francesa me da asco”, ha expresado Fanny Foures, miembro del grupo feminista Les Amazones de Avignon, en contacto telefónico con France 24 en Español desde Francia.
“Estamos indignadas, obviamente. Pensábamos que tendríamos sentencias ejemplares. Esperábamos que fueran mucho más altas, al menos como en los requisitorios y al final nos encontramos con penas que son muchísimas más bajas. Nos sentimos indignadas e insultadas”, ha dicho también Aurora Pérez, otra integrante del grupo feminista Les Amazones de Avignon, creado en 2019, entrevistada por Érika Olavarría, corresponsal de France 24 en el país.
“Es la ira compartida”
Pero, ¿qué influencia ha tenido el caso Pelicot en el movimiento feminista en Francia?
En principio, algunos grupos feministas o miembros de este movimiento valoraron de manera positiva la amplia cobertura e interés en el caso, que llamó la atención en casi todo el mundo por su naturaleza: un hombre de setenta años que droga a su esposa con ansiolíticos para violarla y que además recluta a otros hombres por Internet para que hagan lo mismo en su domicilio mientras ella está inconsciente, en un ciclo de abusos que dura casi una década.
Más de 160 medios —al menos 80 de ellos internacionales— estaban acreditados para la cobertura del proceso, que por petición de la víctima sería abierto y público. Un hecho sin precedentes dada la magnitud del juicio, que tenía 51 acusados con sus respectivos equipos de abogados, entre los casi 76 hombres que la policía francesa logró determinar que habían acudido a la residencia de los Pelicot en Mazan, al sur de Francia.
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Sin embargo, tras conocerse la sentencia, los grupos han manifestado su decepción con el castigo impuesto a los culpables.
“Pensábamos que el impacto sería más positivo, en el sentido feminista de la cuestión. Hemos visto que ha habido una masificación en los medios y en los movimientos feministas internacionales, pero nos esperábamos otra cosa en Francia. Es una decepción”, ha zanjado Aurora Pérez, militante de Les Amazones de Avignon, que cuenta con más de 40 activistas y que se ha dedicado en los últimos meses en publicar mensajes y carteles en Avignon, junto a otras acciones de calle.
Afirma, además, que la petición al tribunal de adjudicar penas de 20 años para los acusados (bajo el slogan ‘20 ans pour chacun’) hecha por estos grupos feministas y la Fiscalía tenía la intención y buscaba impulsar cambios en los paradigmas y en la cultura de la violación, muchas veces rodeada de silencio: el 70,3% de víctimas adolescentes de violencia de género no denuncia ni tiene intención de hacerlo, según datos de la Fundación Anar en 2023 y que cita el capítulo español de Amnistía Internacional.
Además, un estudio elaborado en 2021 por cuatro universidades españolas (La Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Jaén, la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Valencia) determinó que en el 80% de los casos de agresiones sexuales son cometidas por conocidos o familiares de la víctima, como en el caso de Gisèle Pelicot.
“Esperábamos que fuéramos hacia la abolición de la cultura de la violación, que hace que exista aún una cultura del silencio para las mujeres, que luego no se van a atrever a hablar de sus agresores. Por tanto, un juicio como este, donde no cabía ninguna duda, donde estaban todas las pruebas, se tenía que acabar de otra manera. ¿Qué nos dice esto para la reparación de Gisèle, qué nos dice para las niñas?”, explica Pérez.
El debate pendiente: consentimiento y sumisión química
Pero el caso de Gisèle Pelicot también puso en el foco de atención otra práctica delictiva: la sumisión o dominación química, empleada para doblegar a las víctimas de agresión sexual y que implica el uso de sustancias psicoactivas o fármacos para inducir la sedación, amnesia, alucinaciones o manipulación de la voluntad de las víctimas para abusar de ellas.
Dominique Pelicot aseguraba a sus cómplices que su entonces esposa estaba absolutamente dormida. Además, empleaba una combinación de ansiolíticos y sedantes que administró en bebidas y comidas durante casi 10 años sin que fuera detectada incluso por los médicos de Gisèle.
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También, daba instrucciones a los hombres que reclutaba sobre qué prendas de ropa podían usar cuando asistían a su casa en medio de la noche y les instruía sobre qué drogas podrían comprar para hacer lo mismo con sus parejas: “Mejor no dejes ningún rastro en la farmacia porque te están grabando”, decía uno de los mensajes recuperados por la policía.
La hija de Gisèle Pelicot, Caroline Darian, se ha visto también en el epicentro del caso, así como sus dos cuñadas, al descubrirse fotografías de ellas en el teléfono y dispositivos de su padre, Dominique Pelicot. “¿Cómo pudo fotografiarme en mitad de la noche sin despertarme? ¿También me drogó? Peor aún, ¿abusó de mí?”, ha dicho al diario 'The Guardian'.
Desde entonces, Darian ha escrito un libro, Et j’ai cessé de t’appeler papa (Y dejé de llamarte padre), y ha creado una fundación, "M’endors pas", ("No te duermas"), que lucha contra el sometimiento químico en Francia y aporta información sobre un fenómeno que en Francia es subestimado, pero que pone en relieve la facilidad con que los agresores pueden acceder a estas sustancias para predar sobre sus víctimas.
Para Pérez, el asunto no tiene tanto que ver con la legislación, como sí con los cambios sociales y culturales: “Se puede dar de muchas formas (la dominación química). Puede partir desde darle demasiado alcohol a una mujer para doblegarla. Es complejo responder a estos temas desde el punto de vista feminista, porque lo que queremos o buscamos no son solo cambios legales, sino de la cultura sexista y sexual, del sistema patriarcal, porque en el caso de Gisèle se trata de violaciones múltiples y organizadas por hombres”, relata.
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También cree que el problema va más allá de legalismos y nuevos instrumentos, y abarca también temas pendientes vinculados a la educación y de reconfiguración de las relaciones y del rol de la mujer en la sociedad: “Es una realidad que, al menos en Francia, los hombres son los agresores en el 99% de los casos de violencia sexual. Entonces no es posible hablar de estos temas sin tocar el asunto de la subordinación de la mujer y del dominio del hombre”.
Gisèle Pelicot, un “símbolo mundial”
Tanto para los medios, como para los grupos y colectivos feministas, Gisèle Pelicot ha pasado de ser una víctima a ser un símbolo de la reivindicación de los derechos femeninos, el primero de estos, el derecho a la verdad y a elegir. Y mucho de esto tiene que ver con un hecho que cambió el rumbo y dio un giro inesperado tanto en el curso del juicio como en la percepción del público sobre las acusaciones y los hechos imputados a los acusados: la decisión de hacer el caso público, a puerta abierta.
Una decisión que, a los ojos de los colectivos, no buscaba únicamente publicidad sobre el caso y una cobertura amplia de los medios de comunicación, sino también despojar a los agresores de la protección que brindaba el anonimato: “Está claro que los agresores cometieron sus crímenes en la oscuridad, en la seguridad que daba la puerta cerrada del domicilio de los Pelicot. Ha sido gracias a las puertas abiertas del juicio que ha podido conocerse todo lo que ha ocurrido y hasta quienes son”, afirma Pérez.
Los abogados de Gisèle Pelicot han dicho que esperan que el caso se convierta en un testamento y que sus lecciones permitan el despertar de la sociedad sobre estos casos. Por lo pronto, las acciones sobre y eventos derivados del juicio no van a cesar, es posible que haya apelaciones a las sentencias, tanto por parte de la Fiscalía, como de la defensa de los hombres que hoy han sido declarados culpables.
Para el movimiento feminista, el impulso está allí y seguirá vivo: agrupaciones como Les Amazones de Avignon recibirán este viernes a casi 300 activistas venidas desde España, que acudirán a una manifestación frente al tribunal. Una acción que busca hacer patente el malestar e inconformidad con las sentencias en un caso en el que la evidencia —asegura el grupo— era irrefutable y provenía de los mismos agresores.