Los líderes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y otras organizaciones urgieron este martes al mundo a actuar rápido para frenar la crisis alimentaria que golpea a los más pobres y que es el resultado de una subida de precios por la guerra en Ucrania.
El llamamiento del FMI y el BM se produjo en una mesa redonda en la asamblea de primavera que celebran los dos organismos esta semana y en la que también participaron representantes del G7, del G20, del Gobierno estadounidense y del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, recordó que el mundo ya vivió una situación similar tras la crisis económica de 2008 y consideró que pueden extraerse algunas lecciones de ese momento.
"Las lecciones más importantes que sacamos fue que actuar rápido y de manera coordinada es esencial para mantener el libre comercio funcionando, para apoyar a los hogares más vulnerables y para asegurarnos de que hay suficiente oferta de productos agrícolas", manifestó la jefa del FMI.
Por eso, tanto Georgieva como el presidente del BM, David Malpass, urgieron al mundo a actuar de manera urgente porque los precios de los alimentos ya se han disparado.
En concreto, el índice del BM que mide los precios globales de los alimentos registró en marzo un aumento récord del 37 % con respecto al mismo mes del año anterior, mientras que los costos de los pesticidas crecieron un 20% en marzo con respecto a enero, unos incrementos que Malpass atribuyó a la guerra en Ucrania.
"La invasión de Rusia en Ucrania ha provocado enormes amenazas para la seguridad alimentaria y nutricional del mundo en el corto plazo", aseveró.
Además, según sus estimaciones, cada aumento del 1 % en los precios de los alimentos hará que 10 millones de personas caigan en la pobreza extrema.
Ante esa situación, Malpass y Georgieva consideraron que es necesario elaborar un plan que ofrezca alimentos y ayuda financiera a los países más vulnerables.
Una de las maneras de hacerlo sería a través de subvenciones para proporcionar alimentos y ayuda a los más pobres, así como asistencia para los pequeños agricultores que se enfrentan a dificultades para sacar adelante sus cosechas por los altos precios de los pesticidas.
Asimismo, los ministros de finanzas de Alemania Christian Lindner, y de Indonesia, Sri Mulyani Indrawati, en representación del G7 y el G20 respectivamente, consideraron que es necesario mantener las fronteras abiertas para el comercio y no imponer restricciones a la exportación de ciertos alimentos o de pesticidas, algo que han hecho varias naciones desde que comenzó la guerra en Ucrania.
Específicamente, Lindner considero que la comunidad internacional debe actuar de manera "eficiente" y "efectiva" porque el tiempo apremia.
Por otro lado, la secretaria estadounidense del Tesoro, Janet Yellen, que también intervino en el panel, propuso la intervención del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, una agencia de Naciones Unidas que tiene las herramientas para combatir la hambruna en las zonas rurales.
Por su parte, el presidente del FIDA, Gilbert F. Houngbo, exprimer ministro de Togo, consideró necesario pensar no solo en niveles macroeconómicos, sino también microeconómicos con soluciones que permitan mejorar la vida diaria de los más pobres.
Al respecto, recordó que el 80 % de los hombres y mujeres que viven en extrema pobreza en el mundo están en áreas rurales.
Casi desde el inicio de la invasión rusa el pasado 24 de febrero, la ONU y otras organizaciones han advertido que la guerra puede suponer un golpe muy duro para numerosos países, dado el encarecimiento de los combustibles que ha provocado y porque tanto Rusia como Ucrania son dos de los mayores productores de cereales y de fertilizantes en el mundo.
Entre otras cosas, Rusia y Ucrania representan más de la mitad del suministro mundial de aceite de girasol y un 30 % del de trigo.