Los vaticinios son desalentadores. No hay solución a la vista a la intervención militar de Rusia en Ucrania. Las conversaciones fracasan cada vez que se inician. El canciller ruso, Sergei Lavrov, dijo en la última reunión con el ministro de relaciones exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba, que su país no tiene que ofrecer explicaciones a nadie sobre sus actos de guerra en el país intervenido, y que su objetivo es desmilitarizar a Ucrania.
Vladimir Putin, el presidente de la Federación Rusa, luce cada vez más duro en su decisión, y más inflexible en la discusión de soluciones. Ucrania se comprometió públicamente a no formar parte de la OTAN, pero reclama la devolución de los territorios intervenidos por los rusos, y que inicialmente estaban en manos de separatistas pro-rusos.
Las sanciones contra Rusia no pintan bien. No por falta de dinero, sino por no poder acceder a sus reservas, Rusia podría caer en default según el Fondo Monetario Internacional. Al gobierno ruso eso le provoca una reacción tibia. Igual que la salida de las empresas occidentales. Rusia no esperaba una reacción tan firme y casi unánime a nivel mundial, y los rusos se preparan para las restricciones financieras, el aislamiento y la desaparición de las facilidades que habían llegado con la entrada del capitalismo a finales del pasado siglo.
Los jefes de gobiernos de la Unión Europea comienzan a tener contradicciones sobre cómo hacer frente a este problema. Nadie sabe cómo podría terminar el conflicto, pero los mercados tienen algunas previsiones. Lo que se espera, la mejor opción, sería que militares rusos den un paso al frente y destituyan a Putin de la presidencia del país, y terminen con la intervención en Ucrania. Poco probable. Otros esperan que sean los oligarcas rusos, que se hicieron con grandes fortunas con la llegada del capitalismo, que en interés de seguir negociando con occidente apoyen una insurrección contra Putin. Poco probable también.
El diario norteamericano The Washington Post ha publicado una historia este jueves en que dice que “Putin probablemente no tema ser derrocado por lo oligarcas o el pueblo, pero los servicios militares y de seguridad podrían ser una amenaza”. Deseos más que realidad. No hay salida a este conflicto. Estados Unidos impidió que Polonia enviara aviones de combate a Ucrania, para de ese modo evitar una guerra mundial. Es decir, Putin, a los ojos de occidente, está dispuesto a todo.
De por medio están las armas químicas, que pudieran utilizarse en esta guerra, y Rusia ha pedido una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir sobre las armas químicas que Estados Unidos maneja dentro de Ucrania. Las opciones adicionales no podrían ser peores:
Que Rusia ataque nuevamente instalaciones nucleares ucranianas y que se desate un desastre de grandes dimensiones, que afecte a los ucranianos, a las tropas rusas, a los países vecinos a Ucrania, y que de ese modo sea que finalice esta guerra.
Una opción podría ser que los rusos asesinen al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y que esto desmoralice la resistencia contra las tropas rusas. El actor y presidente han ganado capital político y representan el símbolo de la resistencia de su país contra los interventores. “No le temo a nadie. Estoy en mi despacho y nadie me sacará de aquí”, ha dicho el mandatario.
El factor menos explorado, y que pudiera ser decisivo, es la intervención de la República Popular China, que sigue relativamente cerca de Putin, pero que cada vez toma más distancia del gobierno ruso.
Los chinos podrían empujar en la dirección de que no haya presencia de la OTAN en Ucrania, y que Rusia se quede con los territorios que ya reconoció, y con Crimea, y que esto permita firmar un acuerdo. Ni Unión Europea ni Estados Unidos cuentan en este momento. Son factores de presión, y tienen todo el rechazo de Putin. El ex canciller alemán Gerhard Schröder se reunió en Moscú con el presidente ruso Vladimir Putin, a petición del presidente de Ucrania, Zelensky. Gerhard Schröder es un empresario del sector energía y se le tiene como cercano al gobierno ruso. Es obvio que ha ido tras una negociación, pero no se conoce la reacción de Putin.
China, que ha enfriado sus relaciones con Rusia en los últimas días, podría ser la carta de occidente para conseguir un acuerdo. Sería la forma de evitar una guerra con Rusia, que es el segundo o tercer país con más armamentos del mundo. El cuadro no deja de ser desalentador. Y aunque occidente le cueste apostar con China a una solución, parece ser la opción más inteligente y optimista.