Celebramos que las elecciones españolas hayan transcurrido sin las previsiones de las firmas encuestadoras, que otorgaban una amplia mayoría a la coalición de la derecha representada por la alianza del Partido Popular con el ultraderechista Vox.
Todo cuanto se vaticinó de este proceso electoral fue un triunfo arrollador de la ultraderecha, repitiendo el fenómeno de Italia, con la extremista de derecha Giorgia Meloni, aliada del grupo radical derechista Vox, que en este proceso obtuvo 19 diputados menos que en las elecciones del 2019.
Son muchos los temas que están en juego en estos procesos políticos. Pedro Sánchez, el candidato a la reelección por el Partido Socialista Obrero Español, repitió muchas veces en su campaña que el machismo quería imponerse frente a los derechos de las mujeres. Es cierto, pero también lo es que los ultraderechistas están creando un cerco sobre los grupos minoritarios y las migraciones que se producen en Europa, especialmente desde países africanos y latinoamericanos.
Es lo mismo en todas partes. La ultraderecha quiere cerrar los países receptores, los que han desarrollado históricamente su economía como potencias porque practicaron la esclavitud, porque expoliaron a otros continentes y otros pueblos, los que se enriquecieron con las minas de oro, con el diamante, con el petróleo, con las materias primas procesadas y convertidas en productos terminados.
Como ocurrió con América Latina y el Caribe. Con poblaciones nativas completas exterminadas, por la explotación el abuso, la esclavitud, las violaciones sexuales, la imposición de un Dios desconocido por los aborígenes de estas tierras. Los grupos democráticos, como es el caso de PSOE, Sumar y otros aliados que participaron en este proceso electoral unidos, pudieron haber cometido errores, como es normal, pero se trata de organizaciones con posiciones más abiertas, con sentido de colaboración, solidaridad, y con posturas que resultan más justas para los países en vía de desarrollo.
Celebramos que el proceso electoral español haya resultado distinto de como previeron las encuestas, y que haya la posibilidad de que los socialistas puedan formar gobierno con Sumar y con apoyo de todos los nacionalistas, incluidos EH Bildu, Partido Nacionalista Vasco, que sería posible, aún con la abstención de los 7 votos de Junts por Cataluña.
Hay posibilidades mínimas de que el PP con Vox pueda formar gobierno. No alcanzan los votos. Y en caso de que se formaría sería prácticamente un gobierno en solitario, con Vox, y con la abstención del Partido Nacionalista Vasco, que no se vincula bajo ninguna circunstancia con extremistas como los de Vox.
La otra posibilidad sería un nuevo llamado a elecciones en el mes de noviembre.
Cualquier circunstancia representaría, para la elección de un gobierno (por parte del parlamento), una fragilidad muy pronunciada, un gobierno débil, y probablemente un predominio en las políticas por las alianzas que se formulen ahora, con muchas ventajas para los grupos nacionalistas.
La decisión de Pedro Sánchez, de convocar elecciones para el 23 de julio, luego de una aplastante derrota de su formación política en las regionales españolas, fue acertada y valiente, previsora, en la idea de contener el avance de la ultraderecha. Estamos ante un resultado electoral complejo, pero al mismo tiempo esperanzador. La inteligencia y habilidad de los socialistas españoles tendrá que mostrarse en las negociaciones que se habían con miras a formar gobierno nuevamente.