Nos inscribimos, como cada año, en la lista de los que tienen buenos deseos para el año que se inicia.
Y nos inquieta sobremanera el constante debilitamiento de la democracia en países que han sido ejemplos, y a los que hemos mirado siempre con suma atención. Por eso, nuestro deseo es que no perezca la democracia en países como Argentina, Estados Unidos, Francia, Alemania, donde líderes con intenciones autocráticas están asumiendo el poder o están a punto de hacerlo, mediante procesos electorales democráticos.
Aspiramos a que la República Dominicana fortalezca su sistema de partidos políticos, que ha tenido éxito desde el inicio democrático en los años 60, y hasta el momento hemos tenido alternancia, crecimiento político e institucional, y deseamos que ese proceso se profundice con partidos que estén atentos a los deseos y aspiraciones de la sociedad, que participa en elecciones, y que escoge. A veces escoge bien y otras mejor, pero podría llegar el momento en que escoja peor.
Deseamos que el gobierno ponga más énfasis en una dirección del Ministerio de Educación bien orientada administrativamente, para que el 4% del PIB que se destina a esa área ofrezca resultados tangibles, y comencemos a ser una sociedad mejor educada, mejor orientada, más atenta a la cortesía que a la violencia, al orden que al desorden, y a la cautela y a la cultura que al desorden y al caos.
Deseamos que las reformas políticas e institucionales que el gobierno ha presentado puedan discutirse, consensuarse y aprobarse. Si el consenso no es posible, que se aprueben las reformas por mayoría de votos de las cámara legislativas, que son la vía idónea y democrática, y que esas reformas no ayuden a ser más eficientes en la atención a servicios públicos como la salud, la educación, el transporte urbano, el empleo, reducción de pobreza, disponibilidad de agua potable y energía eléctrica suficientes para que sea satisfechas las necesidades de las población.
Auguramos que las reformas institucionales ayuden en el fortalecimiento de los gobiernos locales, para que sean más eficientes y serviciales, trabajen más y realicen sus tareas básicas, sin lesionar la inversión pública, sin entorpecer la inversión extranjera y poniendo los ojos y el corazón de los políticos y funcionarios locales en las urgencias y necesidades de los ciudadanos de los municipios y provincias.
Soñamos con un sistema judicial independiente, al servicio de los causas de la justicia social y la democracia, sin amañamientos, sin servicio al que mejor pague, ni a la corrupción y endoso de intereses espurios.
Aspiramos a que el Consejo Nacional de la Magistratura escoja y afiance al Ministerio Público moderno e independiente, a que la corrupción pública sea descubierta, investiga, perseguida y sancionada como corresponde, independientemente del partido que postule o auspicie a los que se corrompen en la función pública.
Aspiramos, como optimistas que somos, a un año 2025 en que la democracia crezca y las libertades se amplíen, al tiempo que se sancionen las trampas y corruptelas, porque el país está en dirección de mejorar las condiciones de vida de todos sus ciudadanos.