Si algo ha puesto en claro la crisis entre Rusia y Ucrania, que lamentablemente derivó en un enfrentamiento militar cuando las tropas rusas penetraron en territorio ucraniano más allá de las demarcaciones que declararon su autonomía respecto al gobierno de Kiev, es que no es posible hoy un único polo de poder hegemónico que se imponga sobre el resto del mundo.
Ni Rusia, ni Estados Unidos, ni la Unión Europea ni China pueden en estos tiempos imponerse violentamente sobre otros países y regiones sin tener que sufrir costosas consecuencias.
No está en discusión: el gobierno de Rusia optó por la agresión militar para dirimir unas diferencias con su vecina Ucrania que debieron de resolverse con negociaciones.
Pero no debe de obviarse que Ucrania fue engañada por sus supuestos aliados (EE.UU, Reino Unido y la Unión Europea) alentándola a asumir una posición que a todas luces era insostenible sin el apoyo de las potencias rivales de Rusia. Y Ucrania fue dejada sola a la hora de la verdad.
No se actuó con responsabilidad y madurez. Estos aliados convencieron al gobierno de Ucrania de la conveniencia de integrarla a la poderosa alianza militar OTAN, además darle entrada la rica Unión Europea.
Todo indica que habrá que buscar mediadores fuera de los países que tienen intereses en el conflicto.
Ante las advertencias y el rechazo que Rusia expresó por la posibilidad de que Ucrania formara parte de la OTAN, no hubo una propuesta alternativa para el Kremlin, que todo el tiempo alegó que la seguridad nacional de la Federación Rusa estaba en juego.
Los miembros de la Unión Europea y el Reino Unido, y sobre todo EE.UU, olvidaron convenientemente las veces que han hecho uso del argumento de la "seguridad nacional" para imponer fuertes restricciones a otros países o enviar militares, como ha ocurrido en Latinoamérica, África y Asia.
Los abusos cometidos por las potencias occidentales no se justifican, tampoco los que comete Rusia. Ninguno tiene aval moral para criticar al otro.
Es mucho el dolor que hoy sufre el pueblo ucraniano. Lo más sensato es negociar un acuerdo de paz. Y todo indica que habrá que buscar mediadores más allá de la vapuleada ONU y fuera de los países que tienen intereses en el conflicto.
El Vaticano ha expresado su disposición para facilitar el diálogo. De igual manera, el gobierno de China, ha optado por no apoyar directamente a ninguna de las partes, y bien podría constituirse en un actor de primer orden en la necesaria mesa del diálogo.
Por lo expresado por el gobierno de Ucrania, de desistir de entrar en la OTAN, podría estar cerca el fin de esta tragedia que sufre el pueblo ucraniano y toda la humanidad. Es la luz al final del túnel.