Un mensaje de la periodista Jacqueline Charles, del diario The Miami Herald, mostró claramente la realidad de Haití, en el peor drama de su historia. Charles es una de las periodistas nortemericanas mejor documentadas sobre Haití, porque da seguimiento continuo a los detalles de la realidad del país de sus ancestros.
¡Guau! Muy decepcionada. Acabamos de hacer oraciones de intenciones en la Iglesia Católica St. James en North Miami; Honestamente puedo decir que la mayoría de las personas en misa son de ascendencia haitiana, incluido el sacerdote. Oramos por la paz en Ucrania y Medio Oriente, pero ni una palabra sobre #Haití.
El fin de semana The Washington Post publicó un artículo de James B. Foley, ex embajador de los Estados Unidos en Haití durante dos años, en el que desarrolla la tesis de que inevitablemente, Estados Unidos tendrá que intervenir en Haití, con el propósito de evitar que las mafias y delincuentes asuman el poder en un Estado que ha tenido dependencia y conexiones profundas con los norteamericanos.
Precisamente este lunes Acento publica un artículo de Tatyana Dronzina, quien es profesora en el departamento de "Ciencias Políticas" de la Universidad "St. Kliment Ohridski", en Bulgaria. Ha dado seguimiento al proceso político en Haití y no tiene una fórmula para la solución, pero está convencido de que una intervención militar internacional es necesaria, avalada por las Naciones Unidas.
Está convencida que no hay ningún plan organizado contra la República Dominicana, como se divulga en algunos medios sensacionalistas y nacionalistas, pero sostiene que en caso de producirse una solución a corto tiempo, nuestro país podría ser el más afectado por el establecimiento de un gobierno dominado por gánsteres en Haití.
Antes de cualquier discusión, una cosa debe quedar clara: Haití no puede enfrentar el problema por sí solo. Necesita una intervención militar bajo el mandato y los auspicios de las Naciones Unidas. Haití debería de ser declarado un protectorado internacional que retenga y garantice el control sobre el país, pero respete y aliente aquellas formas de vida política que sean comprensibles para la población y características del proceso inacabado de construcción de la nación. ¿Cuánto duraría esto? No lo sé. Largo. Como hemos visto, las elecciones por si solas no cambian las cosas; estas siguen siendo tan malas como antes, si no peores. De toda manera, hay que superar la falta de interés por parte de la comunidad internacional, la cual de momento no tiene ningún interés en pacificar a Haití. El país no dispone ni de petróleo ni gas, ni dе diamantes y uranio. El interés sólo puede surgir del entendimiento de que si se retrasa la intervención internacional, Haití puede convertirse en el primer territorio totalmente controlado por la mafia. En otras palabras, la mafia obtendrá su estado. Y esto tiene consecuencias impredecibles.
El tiempo transcurrido entre la reunión de Kinsgton, en Jamaica, auspiciada por Caricom, y la actualidad es muy largo para que aún se tenga duda sobre el Consejo Asesor Presidencial, que deberá escoger un primer ministro para encausar un gobierno transitorio que ofrezca garantías locales y exteriores de que Haití desea tener un proceso político abierto, más o menos democrático, que lo convierta en un digno representante del pueblo haitiano.
Como ha dicho y repetido el presidente Luis Abinader, los dominicanos somos los únicos que no podemos dar la espalda a la crisis Haití, porque somos sus vecinos, estamos muy cerca y sentimos los más mínimos movimientos que allí se producen.
Si los sacerdotes de origen haitiano en la Iglesia Católica St. James en North Miami, al hacer sus plegarias de Semana Santa, y de la fiesta de la resurrección de acuerdan la crisis del Medio Oriente y de Ucrania, y ni siquiera mencionan Haití, siendo su feligresía en su mayoría haitiana, los haitianos están obligados a buscar un espacio en el mundo, en el que ellos mismos se acuerden de su particular y dramática existencia.