Filosofía. Estimo que ha llegado el momento de que el Gobierno prepare y lidere la propuesta de una reforma fiscal, en mi opinión de un alcance moderado, pero con características liberales, de impuestos sobre rentas y otros gravámenes progresivos, para que el peso de los impuestos recaiga en los que más dinero generan. No debe afectar a la clase media, ni menos, a los trabajadores. La cohesión y equidad social es necesaria para reducir la alta desigualdad existente y la pobreza. En este contexto, es necesario apoyar las Mypimes con impuestos mínimos diferenciados y con menos carga tributaria, para incentivar la formalidad. El tema de los incentivos debe ser abordado, porque se pueden hacer ajustes moderados que no afecten la competitividad. Igual se debe consolidar el apoyo al sector privado, al crecimiento y al empleo, pero cada sector social o empresarial debe contribuir con sus aportes.

Explicación del porqué de la reforma. El Equipo Económico debe salir a la prensa, con declaraciones, en la televisión, en entrevistas, en reuniones con líderes empresariales y sindicales, a explicar las causas de la necesidad de una reforma que se debió hacer en el 2015 o en 2021, para poder reducir el déficit fiscal promedio que existe desde 2008 de -3 % del PIB, quizás mediante un desmonte gradual en tres años. La reforma es urgente para reducir el déficit fiscal en varios años y así reducir la dependencia de contraer nueva deuda externa para financiarlo, lo que provoca en aumento permanente de la deuda pública, externa e interna. Además, se necesitan más ingresos para financiar las necesidades sociales, y para aumentar los gastos en la salud, educación, y seguridad social.

Es delicado continuar tomando US$ 4,500 millones anuales de deuda soberana para financiar el déficit fiscal y para pagar el mismo servicio de la deuda externa. Hay que romper el círculo vicioso de la deuda en un período de 3 o 4 años. La reforma es necesaria para afianzar la estabilidad macroeconómica sostenible. También es urgente para buscar mayor equidad social en la estructura tributaria. Considero esencial explicar muy bien públicamente las razones de la reforma y su contenido, para crear conciencia y comprensión.

Alcance. No creo que convenga aumentar mucho las expectativas, es decir, y esperar unos cambios profundos en la reforma. Estimo que es inviable una reforma integral, consensuada o de pacto nacional, porque es prácticamente imposible lograr un acuerdo tan amplio. Esa amplitud de objetivos sería inviable e innegociable, pues no sería práctico o posible llegar a un acuerdo consensual, por unanimidad, en el país. Hay que recordar el dicho, “el que mucho abarca, poco aprieta.”

Período de tiempo. La reforma puede ser para ejecutarla en un año, pero también se puede ejecutar en un período de tres años, año por año, para poner en vigencia los ajustes a la baja o al alza de impuestos más sensibles. Balaguer en 1990 en la Reforma Arancelaria redujo los aranceles, pero aplicó por un período de tres años, para que no se cayeran las recaudaciones, un llamado factor/multiplicador sobre el valor CIF de las importaciones, que se reducía gradualmente en tres años. No fue una reforma abrupta o de choque, porque el presidente Balaguer no aceptaba que se le redujeran las recaudaciones en las aduanas.

Sector Eléctrico. Hay que hacer a la vez una reforma y mejoría del sector eléctrico, pues sus déficits producen tantos subsidios, que representan casi la mitad del déficit del presupuesto del gobierno. La meta debe ser reducir los subsidios a la mitad, el 50%, que ya en sí es un difícil desafío, gerencial y político. Pero hay que hacer algo, para que el país vea equilibrio en la reforma. El gobierno demostraría autoajuste y reforma en el Estado.

Consenso o negociaciones sectoriales. Este es un punto que considero muy importante. No creo prudente someter al Consejo Económico y Social (CES) la propuesta de reforma fiscal o de negociar en ese escenario, que lo domina la oposición política, los sindicatos y el alto empresariado, que se opondrán a cualquier aumento o cambio de impuestos. Las decisiones en el CES son por consenso, es decir por unanimidad. Esto nunca se lograría en un ambiente tan heterogéneo y políticamente dividido. No es obligatorio acudir por la vía del CES.

Quien tiene que conocer y aprobar el paquete fiscal es el Congreso Nacional. Por tanto, recomiendo que el Equipo Económico del gobierno, los ministros de Hacienda y de Economía, el director de DGII, el director de Presupuesto y otros, sean los que expliquen, negocien y busquen apoyos con los empresarios, asociaciones, sindicatos y sociedad civil, pero para explicar y llegar a algunos acuerdos específicos. Después de ciertas negociaciones, recomiendo que el presidente someta al Congreso el proyecto de ley de reforma fiscal para conocimiento en Vistas Públicas, y luego buscar su síntesis y aprobación.

Documentos de base de trabajo sobre la reforma fiscal. Se debe tener preparado un borrador preliminar, de reforma fiscal, redactado por el Equipo Económico, y manejarlo con absoluta confidencialidad, para realizar las consultas debidas con distintos sectores de la sociedad. Considero que el borrador de reforma fiscal que se preparó internamente en 2021 puede con diversos cambios de propuestas y filosofía servir de base para reformularlo y buscar intercambios técnicos y políticos preliminares.

Pero se debe comprender que hay realizar una reforma fiscal que no afecte a la clase media y los trabajadores, pero que es indispensable para reducir el déficit fiscal y disminuir gradualmente nuestra alta dependencia de permanentes aumentos de la deuda externa e interna. La consolidación fiscal es recomendada por todos los organismos internacionales y la gran mayoría de los economistas del país.