La democracia dominicana está seriamente amenazada. Pocos se dan cuenta del riesgo que corre la sociedad dominicana con la desaparición del periodismo profesional y con el crecimiento y establecimiento de las redes sociales y personales como vía de comunicación.
José Monegro, director del diario El Día, acaba de plantear el riesgo en un artículo publicado este miércoles, titulado “La degradación del periodismo, un debate obligatorio”.
La invitación debe ser no sólo a los periodistas y a los propietarios y empresas dueñas de medios de comunicación tradicionales. Debe ser un llamado al mundo de la política, que siempre se han servido de los medios de comunicación para la entrega de sus mensajes y propuestas.
La ausencia de medios de comunicación es la llegada de la opacidad y la oscuridad y el cierre de nuestra democracia. No es posible un sistema político democrático y transparente, sin medios de comunicación profesionales.
Los medios son la plataforma democrática para garantizar que todos los actores, influyentes o no tengan derecho a la expresión. Los medios son el contrapoder y el balance cuando se producen excesos.
Los medios han pasado por una transformación tecnológica y una revolución industrial. Han perdido su fuente natural de financiamiento, que es la publicidad. La publicidad se ha mudado a grandes plataformas que llegaron con la Internet, y hoy las empresas mapas ricas como consecuencia de la publicidad son Facebook y Google, además de otras redes que general ganancias extraordinarias, como Youtube, y que se sustentan con generadores de contenidos independientes.
Más del 80% de los contenidos de las redes es de generadores independientes. Una gran parte de ellos son creadores de falsedades, manipulaciones, y algunas plataformas toman en cuenta esas realidades para redireccionar a las personas contenidos con los que se identifican.
La industria periodística está en quiebra. El papel ha dejado de ser influyente, los periodistas profesionales han ido desapareciendo, o se encuentran con contratos salariales más dignos en el Estado y en empresas privadas, para las tareas de Relaciones Públicas.
José Monegro, director del diario El Día, tiene razón. Es ejecutivo de un medio que pertenece un conglomerado mediática con varios diarios impresos y canales de televisión, y tiene informaciones sobre la realidad de las finanzas cotidianas en esas empresas. Los bolsillos profundos de sus propietarios los mantienen vivos.
Se han buscado muchas modalidades para hacer sostenibles los medios tradicionales. Los empresarios invierten en las redes, la publicidad va a las redes, y quien invierte en un medio tradicional lo hace por una necesidad temporal muy particular. Lo hemos visto recientemente en la República Dominicana.
José Monegro ha planteado el tema, y nos solidarizamos con sus ideas. Sólo que es necesario que el debate se abra y que la Sociedad Dominicana de Diarios, ADORA, Adomprotel, el CDP y otras entidades participen.
Aquí dejamos las ideas de José Monegro:
La degradación del periodismo, un debate obligatorio
Desde los medios periodísticos se impulsan muchos debates y se asumen posturas muy críticas, pero ha llegado el momento de mirar la viga en el ojo propio.
El ejercicio del periodismo se ha degradado de una manera tan brutal que no podemos seguir ignorándolo.
En principio se criticaba la militancia y luego la recepción de favores espurios, pero el respeto a la técnica y los principios del ejercicio periodístico parecían prevalecer.
Hoy se mantienen los defectos anteriores y van desapareciendo las virtudes del pasado.
Las redes sociales le han dado visibilidad a imbéciles, pero también han convertido en imbéciles a muchos que antes eran buenos profesionales y referentes del oficio.
El periodismo está en crisis y se degrada frente a nuestros ojos de manera acelerada.
En vez de los “buscadores de likes” emular a los profesionales de la información, son estos últimos que han tirado por la cuneta la profesionalidad para buscar “likes” a toda costa.
Ocurre entre quienes ejercen de manera liberal, en las redacciones acreditadas y sin que se conmocionen las empresas periodísticas.
Ese fenómeno hace tanto daño a la democracia y al desarrollo de los pueblos como cualquier ruptura del orden institucional.
Hay quien puede decir que la crisis financiera de las empresas periodísticas ha sacado de las redacciones a los buenos periodistas.
Innegable.
Pero cómo explicar que periodistas que una vez fueron buenos profesionales ahora se tiran a los brazos de lo banal, lo insustancial y la superficial.
Nada tiene que ver con salarios el respeto a asuntos tan elementales como confirmar la información antes de divulgarla, contrastar fuentes, revisar sus contenidos, la racionalidad en los enfoques.
Me decía la colega Argénida Romero que “la discusión de esa crisis desde la profesionalidad y la ética parece no importar a muchos”.
¡Cuánta razón tiene!
Las plataformas para divulgar contenidos se han diversificado y democratizado, algo bueno para las sociedades. Esos nuevos aerópagos no justifican que los profesionales del periodismo abandonen los principios deontológicos y el respeto a la técnica.
Sea para radio, televisión, prensa plana, páginas web, twitter, instagram, facebook y cualquier otra plataforma, se impone el respeto a la profesión y que a la hora de servir información al público que la consume.
La del ojo propio se ha convertido en una viga grande, que hace lagrimear.
Las “fakes” (como se les dice ahora) han existido desde que se tiene registro de la vida en sociedad, la diferencia de ahora es que en ese barco se han montado los llamados a ser profesionales de la información.
Tenemos tema para un fuerte debate que debe ser impulsado por quienes amamos esta profesión.
Los manipuladores, los mentirosos, los ignorantes seguirán existiendo siempre pero lo que preocupa es que en su avance no encuentran la contención de la deontología del periodismo, ni la depuración de la técnica.