El Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) acaba de dar a conocer una encuesta de cultura democrática, levantada en tres momentos, abril y octubre 2022 y abril 2023, para “monitorear indicadores esenciales del desarrollo del país relacionados con la calidad de la democracia y la relación entre el Estado y la ciudadanía”.
Los datos son realmente preocupantes, y demandan actuaciones serias, comprometidas, especialmente para fortalecer el apoyo a la democracia, a sus instituciones, reducir el clientelismo, los prejuicios y las distorsiones en materia de derechos, y reposicionar la lucha contra la corrupción como un factor de relevancia vinculado con el fortalecimiento de instituciones como el Ministerio Público y el Poder Judicial.
Aparte del precepto constitucional, establecido en el artículo 7 de la carta magna, en el sentido de que “la República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos”, existe también un compromiso en la Estrategia Nacional de Desarrollo, de que las instituciones “actúan con ética, transparencia y eficacia al servicio de una sociedad responsable y participativa”.
De acuerdo con la encuesta un 44% de los ciudadanos percibe que el principal problema de la democracia dominicana es que las leyes no son imparciales ni se aplican a todos por igual, y que para tener y disfrutar de una democracia hace falta el imperio de la ley para todos e igualdad en el tratamiento de los ciudadanos.
En ese sentido, la Encuesta de Cultura Democrática describe que más de un tercio (34%) de los ciudadanos percibe que la existencia de desigualdades socioeconómicas indeseables entre grupos sociales y servicios públicos baja la calidad y deteriora la democracia.
Preocupa que el compromiso con los valores democráticos se ha debilitado en la última década. El desgaste de las convicciones democráticas ha producido un incremento de indiferentes y de proclives al autoritarismo, que ahora supera el 20 por ciento de los ciudadanos.
Es inquietante que un 32.7 por ciento de los ciudadanos sostiene que le da lo mismo un sistema no democrático que uno democrático y bajo ciertas circunstancia prefiere un sistema no democrático. Ni siquiera hay que recordar que una gran parte de los que respondieron esta encuesta no vivieron la tragedia de la dictadura de Trujillo, de más de 30 años, en el país.
Una gran parte de los ciudadanos favorece el clientelismo político, que fue puesto tan en boga en las últimas dos décadas, y entiende que el uso patrimonialista de los recursos estatales excluye de la vida democrática a la mayoría sin vínculos personales con quienes ocupan el poder, alimentando una espiral de cinismo que erosiona la legitimidad de la democracia.
Esto conlleva a que cada quien busque lo suyo, supe y se aproveche de las amistades con acceso al poder. La encuesta dice que un 83.4% es favorable a que familiares y amigos de cargos electos tengan acceso privilegiado al empleo y las contrataciones públicas.
Un 67% dice estar convencido de que la democracia dominicana es controlada por grupos de poder, personajes e instituciones poderosas, alejadas de la gente del pueblo.
Dice el documento que “la corrupción es uno de los principales responsables de que la ciudadanía no sienta sus intereses representados: quienes perciben que la clase política actúa de forma corrupta y que las autoridades no lograron reducir la corrupción en el Estado en el último año son mucho más propensos a creer que República Dominicana está gobernada por unos grupos poderosos en su propio beneficio”. Es un tema que debería ser abordado con inteligencia y en respuesta debe producirse algún tipo de acción pública, vinculada con la cultura democrática, que ayude a mover esa terrible percepción, que tiene gran sustento en la realidad que hemos vivido como país y que seguimos viviendo en la toma de decisiones desde la administración del gobierno.
Otro dato indica que hay una desconexión de la ciudadanía con las élites políticas, y que hay cada día mayor indiferencia con las cuestiones políticas y partidarias. Los jóvenes están cada día más lejos de los políticos: “Quienes se identifican con algún partido mayoritario tienden a ser de una edad más avanzada y tener menos formación que los no simpatizantes o apartidarios”.
Están en condiciones deplorables, para el ejercicio de sus derechos, sectores como las mujeres, los migrantes, los homosexuales, los negros, los ateos, los dominicanos de ascendencia haitiana, a quienes no se les reconocen derechos, y el porcentaje que valida estas posiciones es superior al 80 por ciento de la población encuestadla.
La conclusión de la Encuesta de Cultura Democrática, del MEPyD, es la siguiente: “LA CULTURA POLÍTICA PUEDE Y DEBE CAMBIAR para asegurar mayor democracia, desarrollo e igualdad. Los resultados levantados muestran que, si bien los cambios culturales ameritan tiempo para producirse, hay indicadores en los que sí se han conseguido mejoras a través de la participación ciudadana o la decisión política. El liderazgo político y gubernamental es esencial para impulsar estos cambios y el largo plazo empieza hoy”.
Felicitamos al MEPyD por este valioso aporte, y relacionamos sus resultados con las numerosas encuestas que se hicieron en el pasado, patrocinadas por la USAID con la PUCMM, sobre la cultura política de los dominicanos, y que aportaron información valiosa sobre las posturas políticas e ideológicas de los dominicanos, que bien pudieran ser comparadas con los datos aportados por este estudio, de naturaleza muy parecida. Un excelente aporte al conocimiento de la cultura democrática local.