En República Dominicana el gobierno, y con ello el país, está pendiente de lo que ocurre en el vecino Haití en la actualidad.
El drama haitiano no puede ser complejo, y los dominicanos, por la vecindad y las colindancias históricas, estamos pendientes apostando a que no se profundice la tragedia que se ha vivido en los últimos años, aún sin solución a la vista.
El gobierno interino del primer ministro Ariel Henry dictaminó el toque de queda provisional y prorrogable en la parte sur de Haití, donde se ubica Puerto Príncipe, la capital, luego de la puesta en libertad desaforada de más de 4 mil prisioneros de una cárcel civil, por parte de la asociación de bandas criminales que controla parte de la capital haitiana.
Ariel Henry, el primer ministro está fuera del territorio haitiano. Este lunes, todavía en horas de la noche, se desconocía su paradero y se esperaba que llegara a territorio haitiano en la madrugada de este martes. No hay información creíble sobre su regreso a Haití. Las bandas tensaron la situación, y pudieran apoderarse del aeropuerto de Puerto Príncipe para impedir la llegada del primer ministro o, pudiera ser, apresarlo y derrocarlo.
Mientras tanto, en una actuación que ya se entiende común, las principales figuras políticas internacionales, las embajadas, las representaciones internacionales e iglesias se han mantenido en absoluto silencio sobre este drama, y se espera que Henry sorprenda al país llegando clandestinamente por un aeropuerto de la parte norte del territorio haitiano, presumiblemente Cabo Haitiano.
En las últimas horas cualquier opción queda abierta. Los opositores agrupados en el Acuerdo Montana, ha dirigido una comunicación al CARICOM rechazando una convocatoria a una reunión en Jamaica, para gestionar acuerdos políticos que convengan a Ariel Henry, quien se empecina en mantenerse en el precario poder que aún tiene. La reunión fue desconvocada. Y la sospecha es que hay grupos y países que desean la continuidad de Henry como gobernante, y al primer ministro le interesa quedarse, pese a su inactividad y nula eficiencia.
Los miembros del Acuerdo Montana quieren dejar clara su diferencia con Henry, pero también con las bandas, que aspiran a elecciones presidenciales en 90 días. El ataque a la cárcel civil de Puerto Príncipe era conocido por todos los sectores en Haití, y en particular por la Policía Nacional Haitiana, y no se hizo nada para evitar la salida de miles de delincuentes que cumplían condenas o esperaban juicios.
Las escasas fuerzas que resisten a las bandas ya no resisten la desestabilización, y esperan minuto a minuto la llegada de las fuerzas internacionales de apoyo a la seguridad y a la paz. La moral de la Policía Nacional de Haití no podría estar más baja, han perdido el control del territorio y es notorio el fortalecimiento de las bandas, más ahora con todos los delincuentes que salieron de la cárcel.
En la toma de la cárcel hubo la participación de más de 80 personas con experiencia militar, y la cantidad de muertes fue mucho mayor de la que se ha informado. Contar con 80 militares y con más de 4 mil adherentes por parte de las bandas, representa un riesgo muy alto para el país.
El gobierno dominicano está tomando decisiones de reforzar la seguridad en la frontera. El ministerio de Defensa realiza inspecciones y desplazamiento para un control más férreo de la zona fronteriza.
El presidente Luis Abinader acaba de convocar al Consejo Nacional de Seguridad para discutir las decisiones a tomar en las actuales circunstancias, en la protección de la frontera con Haití. Ha proclamado el gobernante dominicano que bajo ninguna circunstancia aceptará que los criminales escapados de la cárcel haitiana penetren a territorio dominicano. También reiteró que no se permitirán campamentos de refugiados haitianos en República Dominicana.
Estas circunstancias, ajenas a la situación política de la República Dominicana, convocan al país a mantener su atención sobre la gravedad de la crisis haitiana, y sostener nuestra disposición de colaborar con la causa de la democracia, la paz y el desarrollo de Haití.
Un pueblo haitiano en paz, organizado, con autoridades legítimas elegidas democráticamente, convendría a la República Dominicana y a toda la región.