En cumplimiento con el mandato de la Constitución, como cada 27 de febrero, Día de la Independencia Nacional, el presidente de la República Dominicana pronunció el discurso para rendir cuentas.
En este caso se trata de la última rendición de cuentas de este cuatrienio del presidente Luis Abinader.
Se ha hecho costumbre que nuestros gobernantes más que rendir cuentas por sus labores de un año, hagan un resumen de todo su quehacer gubernamental y, en algunos casos, expongan sus proyectos y planes para el futuro.
El presidente Abinader resaltó los que considera sus principales logros en materia de economía, en general, con énfasis en la producción agropecuaria, el turismo, las inversiones gubernamentales en obras de infraestructura en las diversas regiones e hizo énfasis en sus esfuerzos por las provincias del sur y las de la región fronteriza.
El jefe del Poder Ejecutivo no dio tanto espacio como se esperaba al tema de la crisis de Haití, aunque habló con brevedad de los esfuerzos en política exterior para que la comunidad internacional atienda las urgencias del vecino país, además de mencionar la verja que se construye en la frontera.
Con unas elecciones a la vista, y con un presidente que es candidato a la reelección, era obvio que el discurso sirviera para la promoción positiva del gobierno y de su principal incumbente.
Otro tema que tuvo escasa mención fue el de los derechos de las mujeres y la prevención de la violencia de género e intrafamiliar.
En los minutos finales Abinader hizo mención de la política de su gobierno contra la corrupción y la impunidad, buque insignia de su administración, pero no entró en mayores detalles.
Con unas elecciones a la vista, y con un presidente que es candidato a la reelección, era obvio que el discurso sirviera para la promoción positiva del gobierno y de su principal incumbente.
Como también era de esperarse que una parte de la oposición restara méritos a los datos expuestos por el gobernante, y que incluso sus legisladores no asistieran a escuchar el discurso. Ejercieron su derecho a disentir, que en una democracia se respeta.