Aunque en materia de aborto la República Dominicana no ha seguido la corriente de los Estados Unidos, país que autorizó mediante sentencia de la Corte Suprema de Justicia en 1973 el derecho al aborto, la revocación de ese derecho por una decisión dividida y polémica del mismo tribunal, 50 años después, podría reforzar las corrientes conservadoras que niegan el derecho a las tres causales a las mujeres dominicanas.
La revisión de la sentencia de 1973, conocida como Roe vs Wade, es un duro revés en la sostenida lucha por los derechos de las mujeres, que tanto sacrificio y tantas amarguras ha causado a los sectores liberales de todo el mundo. Se trata de una lucha por los derechos humanos, por los derechos a la justicia, por el control del cuerpo femenino -tenido siempre como mercancía y propiedad de los hombres-. Las mujeres seguirán sufriendo las consecuencias de la violencia institucional, la violencia machista, la violencia religiosa, la violencia psicológica. La violencia de desarrollar su vida con desigualdades frente a los hombres, que en el siglo XXI siguen acaparando la posibilidad de decidir si abren o cierran las puertas que lleve a las mujeres al desarrollo y a la preservación de su dignidad.
Nacer mujer sigue siendo un estigma. Algunas sociedades africanas aún mantienen la costumbre, ante la escasez de alimentos, que en la ceremonia familiar de la alimentación, las mujeres preparan lo que se come, lo sirven, y los primeros en comer son los hombres, hasta que quedan satisfechos. Lo que queda es para los niños, los ancianos y las mujeres. La explicación es que los hombres son importantes para la guerra, y son los que logran la victoria de la caza y la pesca, además del triunfo tribal ante los otros.
La Iglesia Católica, nacida de Pedro, a partir del sacrificio de Jesús, es misógina. Niega los derechos de las mujeres. No es lo que Jesús dijo ni mostró, es lo que decidieron muchos años después jerarcas y predicadores también misóginos. Las mujeres no tienen derecho al sacerdocio, están marginadas al convento, a la atención de los hombres y a la oración. Nada pueden decidir, pese a que tienen cerebro. Pero los hombres niegan que el cerebro de las mujeres tenga razonamiento suficiente para hacer lo que Dios manda. Tampoco pueden ser obispas, ni arzobispas, ni cardenalas. Les permiten estudiar teología, pero continuamente las teólogas son censuradas.
El revés que se acaba de producir (Dobbs v. Jackson) contra la decisión del propio Tribunal Supremo de Justicia, 50 años después de la decisión Roe vs Wade, es el resultado de la recomposición de la corte en forma desigual. El pasado presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, logró colocar tres jueces conservadores, que son los mismos que han influido para que, pese a los crímenes que ocurren con frecuencia en el país, haya dictado una sentencia que permite el porte y exhibición de armas por los ciudadanos norteamericanos, como un derecho fundamental.
Es el mismo tribunal que elimina la sentencia Roe vs Wade. Los tres jueces designados por Trump son los siguientes:
Neil M. Gorsuch, de 54 años, de Colorado, designado el 7 de abril de 2017.
Brett M. Kavanaugh, de 56 años, de Washington D. C., designado el 6 de octubre de 2018.
Amy Coney Barrett, de 50 años, de Luisiana, designado el 26 de octubre de 2020.
La decisión Dobbs v. Jackson representa un serio retroceso en materia de los derechos de las mujeres, y establece un precedente que pudiera impactar en todo el mundo, especialmente en países donde movimientos conservadores buscan retroceder en estos derechos, como Polonia, El Salvadora y Honduras. Los grupos conservadores tomarán esta decisión como bandera para reforzar sus posturas antidemocráticas y antiderechos de las mujeres.
Fos Feminista, una de las organizaciones internacionales de defensa de los derechos de las mujeres, ha emitido un comunicado en el que expresa preocupación por los servicios de salud de las mujeres a partir de esta decisión Dobbs vs Jackson.
“Apoyar a las mujeres y las personas que pueden quedar embarazadas en los Estados Unidos, incluidos los migrantes, después de la decisión Dobbs v. Jackson es parte de una lucha global por la igualdad y la democracia, y no retrocederemos. El acceso al aborto seguro y el derecho a tomar decisiones sobre nuestras propias vidas y cuerpos es también una manera de determinar cómo se ve la democracia para las mujeres y las personas que pueden quedar embarazadas”.
Lo lamentable, además de las últimas decisiones anunciadas, es que la tendencia conservadora cuenta con mayoría y hará valer esa mayoría para desviar la atención y colocar sobre la mesa temas que previamente tenían años superados.
La lucha por los derechos jamás debe terminar.