La reforma de la Constitución pactada tras el fraude electoral de 1994 y del pacto político para celebrar elecciones dos años después, en 1996, incluyó que las elecciones presidenciales se debían ganar con el 50 por ciento más 1 voto. En caso de que ninguno de los candidatos obtuviera ese porcentaje en primera vuelta, se disputaría la presidencia entre los dos candidato más votados en la primera ronda.
Con esa figura se buscaba, en ese momento, impedir que el candidato más popular, el Dr. José Francisco Peña Gómez, pudiera ganar las elecciones. Y así ocurrió, pese a obtener 1,270,000 votos, o sea el 47%,en la primera vuelta. Fue derrotado por por Leonel Fernández, gracias a la alianza del Partido Reformista y el Partido de la Liberación Dominicana.
Esa ha sido la única ocasión en que ha sido necesario celebrar una segunda vuelta electoral. En las elecciones del año 2000 ganó Hipólito Mejía en primera vuelta, aunque no obtuvo el 50% +1 voto, sino el 49.87%. El candidato que quedó en segundo lugar, Danilo Medina, apenas obtuvo el 24.94 %, y desistió de acudir a una segunda vuelta.
En 2004 ganó Leonel Fernández en primera vuelta, y repitió en 2008 también en primera vuelta. En 2012 ganó Danilo Medina en primera vuelta, y repitió en 2016 sin necesidad de segunda vuelta. En 2020 ganó el actual presidente Luis Abinader en primera vuelta.
Además de impedirle el triunfo al Dr. Peña Gómez, el tope del 50%+1 voto y la posibilidad de segunda vuelta electoral solo han servido para crear un mercado electoral, y subrayamos la palabra mercado en la acepción de lo crematístico.
Se aminoraría el alto costo de la política dominicana. Habría oportunidad de crecer para los verdaderos partidos alternativos
En cada elecciones, decenas de pequeños partidos, movimientos y agrupaciones que se acercan a los candidatos que tienen mayores posibilidades de triunfo, a cambio de una tajada del pastel de la administración pública.
Y algo más: los partidos que adquieren el reconocimiento son mantenidos con dinero de los contribuyentes. Se crea un fondo con base en el 0.5 por ciento de los ingresos fiscales en años electorales, y el 0.25 por ciento en años no electorales. Ese fondo es administrado y distribuido por la Junta Central Electoral.
Nos preguntamos qué pasaría si se eliminara el requisito del 50%+1 voto para ganar, si se eliminara la segunda vuelta electoral, y si se vuelve al sistema de ganar con la mayoría simple de los votos válidos en las elecciones presidenciales.
No hay que ser adivino para saber que el valor de mercado de muchos partidos se derrumbaría. Se aminoraría el alto costo de la política dominicana. Habría oportunidad de crecer para los verdaderos partidos alternativos, esos que se fundamentan el ideas y propuestas programáticas, los que trabajan para crecer sin medrar al amparo de alianzas oportunistas con los partidos grandes.