En los últimos meses se ha hablado mucho de la reforma de la Policía Nacional. Este gobierno, que camina hacia los dos años, ha sido muy expresivo y claro sobre la necesidad de la reforma de la Policía Nacional. Es un serio desafío que tiene el presidente Luis Abinader para poner en marcha una reforma policial convincente y efectiva, que sirva para mejorar el cuerpo policial civil, responsable de proteger a la ciudadanía.
Cuidado. No nos llamemos a engaños. En la última década se ha hablado muchísimo de la reforma policial, y se han lanzado programas para alcanzarla. Y todo se ha quedado en proyectos, programas, aprobación de leyes, creación de comisiones. Una de las pocas cosas que ha funcionado ha sido el cambio de nombre de quien dirige la Policía. Se le llamaba Jefe de la PN, y ahora se le llama Director.
Ha habido esfuerzos para poner en marcha la seguridad ciudadana, y se le ha llamado seguridad democrática, y se ha escarbado en las filas de la PN para buscar personal técnico con calidad y capacidad, que no arrastre los crímenes del pasado, los métodos abusivos, ni la experiencia antidemocrática que ha convertido a la Policía en un antro de corrupción y abuso, a los ojos de los ciudadanos, especialmente de los barrios más carenciados. En los barrios pobres los agentes policiales se instalan con la convicción de que el método para lograr objetivos es matando ciudadanos, quien sea que pueda parecer sospechoso.
Las recientes muertes violentas de David de los Santos, José Gregorio Custodio y Richard Báez, a manos de agentes policiales, ha generado gran rechazo y miedo generalizado al comportamiento de los agentes policiales. Además de abusar y matar, los agentes mientes, y generalmente encuentran apoyo en sus altos mandos.
Al inicio del pasado año se produjo el doble asesinato del matrimonio de Eliza Muñoz Marte y Joel Eusebio Díaz Ferrer, pastores evangélicos, ocurrido el 30 de marzo de 2021, en la autopista Duarte, en Villa Altagracia, también consternó al país. Este hecho dio lugar a la disposición del presidente Luis Abinader para que se agilizara el proyecto de reforma de la Policía Nacional.
Este gobierno tiene que hacer algunas tareas. La primera de ella es evitar que quien llegue a la dirección de la PN se haga rico multimillonario con las comisiones y cobro de ventajas, como ha ocurrido siempre. El sistema establecido allí sigue operando, y los rangos, los ascensos, los castigos, las comandancias al parecen siguen siendo modelos de suma y resta, que siempre favorecen al que está en la dirección de la entidad.
La segunda cuestión es garantizar la calidad técnica de la Policía para investigar y detectar los crímenes que se producen, y que reciban castigo. Es necesario que el país aproveche los programas de apoyo y de cooperación multilateral con otros países que han logrado tecnificar y actualizar a sus agentes policiales. Cuerpos policiales con mística, con capacidad, con buena imagen, con respeto de la ciudadanía, y con capacidad de investigación y de servicios.
En tercer lugar, el gobierno tiene que asumir la responsabilidad de formar a los agentes policiales. Y ya no se trata de la formación de la Escuela de la Policía, sino de la formación humana integral, en civilidad, trato, decencia, moral, protección, apoyo a las personas necesitadas. El agente policial tiene que ser un empleado público de servicio a la ciudadanía, no un ente que de miedo. Y si hay miedo tiene que ser para los que cometen crímenes, nunca para los ciudadanos.
Mientras no alcancemos la formación de los agentes policiales, mientras no incorporemos al servicio a la totalidad de los agentes policiales en la nómina oficial, y mientras no se tecnifiquen los departamentos de investigación, estaremos padeciendo las consecuencias de una policía violenta, brutal, desconsiderada, corrupta y de escasa utilidad para los bienes del buen gobierno.