El desgarro de una vida adolescente, que anda reafirmando su fe en Dios, y se encuentra con un “mensajero de la palabra de Jehová” que la viola, la chantajea y la obliga a mantener por años relaciones sexuales indebidas, con el padrinazgo de un templo religioso. Es un crimen.
Y si son , 7, 10, 15 o 23 las niñas y jóvenes de Los Alcarrizos y otras localidades cercanas, las que han sido víctima de las violaciones sexuales, se trata de un crimen mayúsculo, que merece un castigo terrenal, de las autoridades, porque el castigo divino habría que darlo por seguro.
El caso del depredador sexual, supuesto pastor evangélico Johan Manuel Castillo Ortega, no debe sorprender. Son muchos los lobos vestidos de ovejas que utilizan la religión para sus depravadas perversiones sexuales. La misoginia es una de las condiciones de estos sujetos, que además de odiar a las mujeres, y de públicamente apostar por la negación de derechos para las mujeres, las utilizan como objetos y las esclavizan.
Este pastor de la llamada Iglesia Libre de Los Alcarrizos es un enfermo sexual. Rebuscaba entre los seguidores de su iglesia a las niñas, las más débiles, las que podría incorporar a un harén de servidoras que, sin posibilidad de denunciarlo, le dejaran satisfechos de sus perversiones, amparado en la prédica del evangelio.
Este individuo, despojado de cualquier dignidad y sentido de humanidad, de acuerdo con el relato de una de las víctimas, sedujo de los siete años a una niña y duró varios años con ella a su servicio, en sus más bajos instintos. La menor relató que “tenía siete años cuando inició este suceso y que se daba cuando ella iba a jugar a casa de una vecina de su madre, en donde en la planta de arriba habitaba el pastor”.
El criterio de otra de las víctimas es que se enteró que el abusador de ella era pastor: «A ese hombre Dios lo cambió, entonces yo no le dije nada a los miembros de la iglesia, yo dije, yo no voy a dañar el testimonio de un hombre de Dios porque Dios lo ha cambiado». Pero la bestia siguió su curso de abusos y atrocidades.
La madre de dos hermanitas, violadas por el supuesto pastor revela que “sus hijas danzaban en la iglesia que dirigía el pastor Johan Manuel. Y que supo de lo sucedido a través de una prima que reside en los Estados Unidos, cuya hija también fue víctima de violación por parte del pastor”.
Este sinvergüenza aparece en las redes sociales diciendo que reconoce los actos pecaminosos cometidos por él hace cinco años, que los confesó a su esposa, y que decidió “ir a los brazos del Señor” y que está convencido de que Dios ya lo perdonó.
Sí, es probable que Dios lo haya perdonado, porque Dios es bondadoso y está dispuesto a perdonar todos los pecados de los humanos. Que siga orando y que haga penitencia, mucha penitencia, y que no le dejen acercarse a niñas ni adolescentes, y que cumpla muchos años de cárcel, porque podrá seguir contando con el perdón de Dios, pero no con el perdón de la justicia terrenal. Abusador.