Continúan en Argentina las protestas contra las políticas del gobierno de Javier Milei, cuando todavía no se cumplen 20 días de su asunción presidencial. Este miércoles fue el turno de la Confederación General del Trabajo y otras centrales sindicales, que protestaron en Buenos Aires contra las reformas a la legislación laboral que quiere implementar el Ejecutivo a través de un decreto de necesidad y urgencia que comenzará a regir este viernes, a menos que sea suspendido por la Justicia.
La ley modifica las indemnizaciones por despido, elimina multas y sanciones por trabajo no registrado, extiende el período de prueba, entre otros puntos. Los sindicatos consideran que socava el poder de los sindicatos hegemónicos y sus facultades, al limitar el alcance de los convenios colectivos de trabajo y los aportes que reciben de sus afiliados.
La manifestación se desarrolló en las plazas que se encuentran frente al Palacio de Tribunales, un edificio de estilo neoclásico, con grandes columnas y arcos, convocada por la Confederación General del Trabajo, la más grande y poderosa central sindical de Argentina.
Uno de los manifestantes es Víctor Hugo Robledo, miembro de la comisión directiva de la Unión Obrera Metalúrgica, quien ve en las medidas del gobierno una reedición del pasado. “Yo ya transcurriendo los 50 años, te puedo decir que ya lo he vivido, en la época de los 90, 2001, donde se aplicaron estas medidas, estas políticas”, explica a RFI.
Los 90 fueron una época de desregulación, en la que los sectores industriales se vieron especialmente afectados.
Ante las medidas del gobierno de Milei la Confederación General del Trabajo busca que la Justicia acepte un pedido de amparo para suspender el decreto, por eso la marcha frente a los tribunales.
Pero, además, también evalúan convocar a un paro general, algo que Julio Velázquez, dirigente de la Unión Obrera Textil, que se encuentra en la protesta, considera ineludible. “Va a ser la única manera de que se pueda protestar y de que este señor, este presidente nos escuche”, dice.
Un paro general marcaría una escalada en las tensiones con un gobierno que acaba de comenzar y que ya ha despertado numerosos frentes de conflicto.