Viajar en barco durante siete días se constituye en una opción para los pasajeros que buscan recrearse en múltiples destinos. Estos viajes ofrecen experiencias de alojamiento, gastronomía y entretenimiento en alta mar por diferentes naciones en una región.
Las islas del Caribe se caracterizan por ser el principal destino para hacer viajes marítimos. La Asociación Internacional de Cruceros (CLIA) indicó que se movilizaron 11,983,000 pasajeros en el destino de Caribe, Bahamas y Bermudas.
De acuerdo con datos desglosados por ACENTO de Autoridad Portuaria Dominicana y Banco Central (BCRD), 2,258,941 cruceristas llegaron a República Dominicana vía marítima en 2023. De este número, el 35.7 % fueron tripulantes, o sea, 807,963 visitantes permanecieron en el barco, por lo que 1,450,978 pasajeros fueron visitantes que se convirtieron en potenciales dinamizadores.
El experto en la industria del turismo, Juan Lladó, citó estudios e investigaciones antiguas que estimaron que menos del 60 % de los pasajeros desembarcan, por lo que, en ese caso, serían 870,586 pasajeros no residentes en suelo dominicano.
En abril del 2024, la terminal de cruceros de Amber Cove y Taíno Bay, en Puerto Plata, esperan el atraco de 52 barcos, pero no todos los cruceristas desembarcan.
“Diremos que, de cada 2,000 pasajeros que llega en un barco, 60 % baja del barco, es decir, 1,200 no residentes”, señaló.
De hecho, acotó que las estadísticas disponibles por el Estado dominicano se refieren a la cantidad de personas (visitantes y empleados) que llegan en el barco cuando tocan territorio dominicano.
¿Existe un impacto tangible?
La Organización Mundial del Turismo (OMT) detalla que los cruceristas son visitantes de destinos adicionales que ofrece el programa del crucero. Su naturaleza es explorar el puerto por unas horas y hacer compras, mientras pernoctan en barcos y buques.
“Hoy llega un crucero a Pedernales y estará entre las 11:00 de la mañana y 5:00 de la tarde, unas seis horas. Regularmente los cruceros tienen una permanencia de no más de ocho horas”, dijo.
Fue en 1993, con la llegada de 60 barcos a Santo Domingo, Puerto Plata, La Romana y Samaná, que en República Dominicana se pensó en el potencial de la industria de cruceros. En 1994, llegaron 50,201 pasajeros en barcos, para el siguiente año, apenas 30,524, pero en 1996 la cifra superó los 110,936.
Entre 1997 y 2000 se evidencia una disminución de 32.2%, al pasar de 270,429 a 183,220. Los datos del Banco Central (BCRD) indican que en 2001 fue de 208,227; 2002, 298,227 y 2023, 398,263. En 2004, la llegada de pasajeros vía marítima se situó en 457,326, seguido del 2005 con 289,805 no residentes y 2006 cerró con 303,489 extranjeros.
La llegada a República Dominicana de estos visitantes fluctúa en los siguientes años: 2007 (384,878), 2008 (475,206), 2009 (496,728), 2010 (35,539), 2010 (352,539) y 2011 (347,914).
Sin embargo, conforme los datos, para el 2013 su crecimiento es sostenible, al pasar de 423,910 en ese año y en 2014 unos 435,494, para un aumento de 11,581. En 2015 se fijó en 528,999; en 2016, 804,185; 2017, 1,107,966; 2018, 982,329.
En 2019 fue de 1,103,898, nivelando el 2017. En 2020 decreció a 342,872, por las restricciones de viajes por el COVID-19; 2021, 222,134; 2022, 1,325,442; y 2023, 2,258,941, según los datos del Banco Central (BCRD).
Si bien estos extranjeros no residentes no pernoctan en República Dominicana, el organismo monetario estima que gastan US$ 100 en la compra de bienes y servicios durante su estancia en el puerto.
No obstante, el experto en la industria del turismo, Juan Lladó, citó que conversó con una operadora en Puerto Plata, quien indicó que el egreso de los visitantes es menor de US$ 50, menos de la mitad que proyecta el BCRD.
Los visitantes de cruceros son importantes no tanto por el gasto que realiza durante su estadía, sino porque se pueden convertir en un potencial turista que arriba vía aérea.
“Lo más importante es el valor promocional de las visitas de los cruceros, es decir, ellos conocen que hay un país que se llama República Dominicana y posiblemente se induzca la visita por aire para sus siguientes vacacionales”, expresó a ACENTO.
El desarrollo de los puertos a cargo del sector privado
El Caribe es el destino de crucero más importante del mundo, ya que recibe entre el 45 % y 48 % del flujo de cruceristas a nivel mundial. Para Lladó, algunas islas de la región sustentan su economía de la derrama económica de los pasajeros no residentes vía marítima, “convirtiéndose en una fuente importante de inyección de recursos a la región”.
En 2015, Carnival Corporation realizó una inversión de US$ 90 millones en la terminal de Amber Cove, en Puerto Plata. En 2023, la empresa Port Investments indicó que invertirá US$ 68 millones para construir la terminal de cruceros del puerto Duarte, en Arroyo Barril, Samaná.
Además, en enero del 2024, el Estado dominicano inauguró Port Cabo Rojo, en Pedernales, por una inversión de US$ 98 millones. La terminal será administrada por la Autoridad Portuaria Dominicana junto ITM Group, empresa inversionista.
El puerto multipropósito Sans Soucí, ubicado en Santo Domingo, está bajo concesión desde 2005, desde el período presidencial de Leonel Fernández. Lo administra el exministro de la Presidencia, Lisandro Macarrulla.
“Es muy deseable que el sector privado se involucre y realice inversiones, como el futuro puerto en Barahona y el recién inaugurado en Pedernales”, resaltó Lladó.
De acuerdo con datos de la Autoridad Portuaria Dominicana, República Dominicana cuenta con cinco terminales turísticas ubicadas en Puerto Plata, La Romana y Santo Domingo. Por ejemplo, Amber Cove, en Puerto Plata, está privado y fiscalizado, al igual que el de La Romana. Mientras Don Diego y San Soucí, en Santo Domingo, y Taíno Bay, en Puerto Plata, pertenecen al Estado dominicano y concesionados al sector privado.
Según Portuaria, el país registra tres fondeadores turísticos: Cap Cana, en La Altagracia; isla Catalina en La Romana; Cayo Levantado, Samaná; ambos del Estado, pero concesionados al sector privado.
“No es normal que los puertos estatales estén bajo una concesión, sin embargo, es común en otros países de la región del Caribe, ya que el Estado los impulsa, pero su administración recae en manos privadas”, explicó.