La deuda pública es el dinero que un Estado debe, que puede ser interna o externa y sucede cuando un país opera con un déficit, es decir, más gastos que ingresos, por lo que recurren a financiamiento para conseguir esos recursos y brindar servicios a una población.

La deuda pública bruta de los gobiernos centrales en América Latina y el Caribe alcanzó un promedio de 52.6% del producto interno bruto (PIB) en septiembre de 2024, frente al 55 % del PIB en diciembre de 2023.

Durante el 2024, la región emitió deuda en los mercados de bonos por montos superiores a los 2023. Pese a la reducción de las tasas de interés en los mercados financieros internacionales, el costo del financiamiento se mantiene elevado.

“El mayor costo del financiamiento ha significado un aumento del pago de intereses de las economías de la región al resto del mundo, lo que ha contribuido de manera significativa a explicar que en 2024 la región continúe realizando transferencias netas de recursos hacia el exterior”, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Ante esto, indica que las economías enfrentan fuertes presiones para resguardar la deuda pública en un contexto en que los pagos de intereses alcanzarían “un nivel histórico”.

La Cepal considera que la mayor carga de intereses pagados al exterior se ha convertido en la principal causa de egresos de divisas en la actualidad, frente a las remesas como fuente de recursos externos.

Además, señala que los ingresos públicos y el incremento del gasto público puede estancarse y prevé que el déficit del balance global de los gobiernos centrales se expandirá en 2024. Con un déficit  global de 3.3 % del PIB.

Asimismo, afirma que la dinámica de la actividad económica de los países de la región continúa siendo moderada.

El organismo internacional proyecta que en 2024 las economías de la región crecieron un 2.2 %, mientras que durante este 2025 el crecimiento regional será de un 2.4 %. Este bajo crecimiento del producto interno bruto (PIB) regional se tradujo en que las economías “contribuyan cada vez menos al crecimiento mundial y en que la expansión del empleo se mantenga baja”.

“Se necesitan políticas que actúen de manera complementaria y coherente para mitigar las fluctuaciones del ciclo económico y dinamizar la tendencia a largo plazo del crecimiento regional”.

Para esto, de acuerdo con la Cepal, es necesario aumentar políticas e impulsar los recursos financieros que apoyen la transformación productiva de la región, y, a la vez, enfrentar la cuarta revolución industrial y abordar el cambio climático desde la mitigación y adaptación.

De acuerdo con el organismo extranjero, la desaceleración de la actividad económica es reflejo del debilitamiento tanto del consumo como de la formación bruta de capital fijo. Señala que el crecimiento depende del consumo privado, debido al control de la inflación, menor pérdida del poder adquisitivo de los salarios reales y deterioro de los niveles de confianza.

Para el año pasado, la tasa de crecimiento de la economía global se sitúa en un 3.2 %, un 0.1 % menos que en el 2023 (3.3 %).

Sin embargo, el informe titulado Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe sostiene que el dinamismo de la economía de Estados Unidos evitó una fase recesiva y aumentar el crecimiento, aunado al alza de las tasas de interés de largo plazo, como los conflictos geopolíticos de Medio Oriente, y la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha empujado el alza de la cotización del dólar.

En contraste, las perspectivas para 2025 siguen siendo desalentadoras en materia de inversión, en un contexto de debilidad del gasto público.

La Cepal dice que la formación bruta de capital fijo continúe contrayéndose, lo que pone en duda su papel para sostener el crecimiento de mediano y largo plazo de las economías de la región.