América Latina y el Caribe crecerá 1,9 por ciento en 2024, superando ligeramente anteriores estimaciones, según el informe del Banco Mundial Impuestos a la riqueza para la equidad y el crecimiento.

En 2025 se prevé que la región crecerá un 2,6 por ciento. Estas son las tasas más bajas entre todas las regiones del mundo, lo que pone de relieve los persistentes obstáculos estructurales.

Para acelerar el crecimiento, la región debe aprovechar la actual dinámica económica. Se espera que la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de reducir las tasas de interés proporcione cierto alivio. El control de la inflación es otro avance positivo, gracias a la eficaz gestión macroeconómica de los países de la región. Brasil y Perú están bien encaminados para cumplir sus objetivos de inflación en 2024, y se espera que otras economías importantes los sigan poco después.

"La región ha logrado avances en el manejo de la inflación y la estabilización macroeconómica. Este es un momento clave para aprovechar estos logros y atraer las inversiones necesarias para el desarrollo sostenible, fomentar la innovación, construir capital humano, crear más y mejores empleos y empoderar a la región para liberarnos de este ciclo de bajo crecimiento”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

El informe destaca que la inversión pública y privada en la región siguen siendo bajas, y que los países no están aprovechando plenamente las oportunidades del nearshoring. En términos reales, la inversión extranjera directa (IED) está en niveles inferiores a los de hace 13 años, y los anuncios de nuevas inversiones favorecen a otras regiones.

Pese a tener salarios competitivos en comparación con China y otros destinos, los altos costos del capital, los débiles sistemas educativos, la energía e infraestructura deficientes y la inestabilidad social reducen el atractivo de la región como destino de nearshoring.

“Aprovechar las ventanas de oportunidad que tiene la región, la transición verde y la tendencia al nearshoring, requiere amplias reformas estructurales para lograr que la región sea más productiva y competitiva. Esto demandará generar un mayor espacio fiscal, mejorar la eficacia del gobierno, así como reducir la carga tributaria que pesa sobre los sectores productivos. Este es un buen momento para que la región reconsidere cuál es la mejor manera para que sus sistemas tributarios generen ingresos y, al mismo tiempo, estimulen el crecimiento y promuevan la equidad”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

Impuestos a la riqueza para la equidad y el crecimiento

Según el informe, la relación deuda-PIB escaló al 62,8 por ciento en 2024, frente al 59,1 por ciento en 2019, y el elevado endeudamiento y los servicios de deuda continúan obstruyendo la capacidad de la región para crear el espacio fiscal necesario para el gasto y la inversión públicos. Cerrar esta brecha es parte de una agenda de desarrollo más amplia, que incluye mejoras en la capacidad administrativa, el gasto y la recaudación impositiva.

El informe analiza diferentes opciones que los países pueden explorar en este contexto y profundiza en los impuestos a la riqueza como alternativa para generar espacio fiscal, igualar los ingresos y estimular el crecimiento.

En la actualidad, América Latina y el Caribe tiene algunos de los impuestos a las corporaciones más altos a nivel mundial, con un promedio de 24,7 por ciento, por encima del promedio de la OCDE, de 23,9 por ciento, y de Asia, de 19,0 por ciento. Sin embargo, la región recauda sólo el 2,7 por ciento de sus ingresos a través de impuestos a la riqueza, en comparación con el 12,8 por ciento en América del Norte y el 4,3 por ciento en Europa occidental y central.

Entre los diferentes tipos de riqueza, el informe señala los impuestos a la propiedad como una posible vía en la que centrarse. Identifica en los países de la región una “paradoja del impuesto a la propiedad”: el 80 por ciento de la riqueza en la región se concentra en bienes raíces, incluso entre el 10 por ciento de los que más ganan. Sin embargo, los países normalmente recaudan sólo el 2 por ciento de sus ingresos tributarios de los impuestos a la propiedad. En América del Norte, alrededor del 47 por ciento de la riqueza se conserva en bienes raíces y contribuye a recaudar alrededor del 12,8 por ciento de los ingresos fiscales.

El documento recomienda modernizar los sistemas de valuación de propiedades y los esfuerzos de recaudación para aprovechar este potencial. Según algunos estudios, los impuestos a la propiedad, adecuadamente administrados, podrían contribuir hasta el 3 por ciento del PIB, mejorando significativamente la capacidad de la región para financiar el desarrollo.

Una revisión de los impuestos a la propiedad también puede contribuir a la equidad. Pueden empoderar a los gobiernos subnacionales a cargo de su recolección, incentivar un uso de la tierra más productivo y respetuoso con el medio ambiente, y alejar la carga fiscal del entorno empresarial. Sin embargo, el informe advierte que las reformas deben diseñarse cuidadosamente a fin de garantizar la progresividad y evitar sobrecargar a los propietarios de bajos ingresos.