Gabriel Geraldo Dos Santos, 'Gabrielzinho', es un nadador singular. Se ha ganado con su forma de ser al exigente público francés y, con tres oros en la imponente piscina de la Defense Arena, se ha convertido en una de las estrellas de los Juegos Paralímpicos de París, de los que sale convertido en el 'hombre cohete' con el reconocimiento unánime de sus rivales.
París siempre estará ligada a la historia de Gabriel Geraldo Dos Santos (Santa Luzia, Brasil; 2002), puesto que en la ciudad francesa, a la espera de los 50 estilo libre, el brasileño suma un triplete de oros en los 200 estilo libre y los 50 y 100 espalda, clase S2 de deportistas con discapacidad grave.
Esas tres medallas de oro de 'Gabrielzinho', que no tiene brazos y tiene las piernas atrofiadas, superan a las tres que logró en Tokio 2020, que fueron dos de oro y una de plata, en lo que supuso su entrada por la puerta grande en el mundo de la natación paralímpica.
En París, en la piscina de la Defense Arena, cada día con unos 13.000 espectadores en sus gradas, Gabriel Dos Santos, que mide 1,21 metros, se está exhibiendo como una de las estrellas de los Juegos. De hecho, en los 200 libres, el ruso Vladimir Danilenko, que compite como neutral, lo calificó como el 'hombre cohete'.
"Realmente me siento así. Los cohetes no van hacia atrás, siempre van derechos y hacia adelante, de frente”, confiesa siempre con una sonrisa en los labios el nadador de 22 años.
Su carácter, amable y dicharachero, le está haciendo ganarse el cariño del público francés, que cada vez que salta a la piscina lo sigue con fervor. Él lo sabe y también ofrece su espectáculo. Traga agua de la piscina y lo escupe forman un chorro, baila cuando sube al podio y hace guiños a la grada.
Su relación con la natación se remonta a su niñez. En el pueblo donde vive, Corinto, hace mucho calor y, por tanto, hay que buscar la forma de estar a remojo y estar fresco. Él se metía al agua dónde podía y eso le trajo varios sustos ya que a veces estuvo a punto de ahogarse. Por eso decidió aprender.
"Debería haber sido un trauma pero fue el detonante de mi mayor pasión. Cuando estoy en el agua, estoy en mi salsa, me siento yo. Me aíslo del mundo exterior y estoy en simbiosis con el agua. Cuando llego a la piscina me transformo por completo. Me olvido de todos los problemas de la vida y de todas las pruebas por las que he pasado. Siempre quise ser independiente y la piscina me lo permitió”, declara el brasileño en el documental 'El cuerpo pérdido', dirigido por Thierry Demaizière y Alban Teurlai.
Su talento para la natación lo descubrió su profesor de Educación Física, Aguilar Freitas, que le preguntó si sabía nadar y lo inscribió para una competición escolar. “Ni mi madre ni yo sabíamos que él me había inscrito. Fui y gané tres medallas de oro. Empecé a nadar allí y nunca paré. Nadar es lo mejor que me ha pasado. Cambió mi vida por completo”.
Su ídolo es Daniel Dias, que ganó 27 medallas en cuatro Juegos Paralímpicos entre Pekín 2008 y Tokio 2020, y sigue una máxima que tiene muy presente cada día: "Nunca abandones tus sueños".
Él trata de llevar a cabo ese lema, aunque su vida no ha sido fácil desde pequeño y continuamente tiene que reinventarse ante los avances de la sociedad. Utiliza los dedos de los pies para usar su teléfono móvil, igual que hace con la consola, con la que le encanta jugar al fútbol a los videojuegos, su otra pasión.
De París sale convertido en estrella. Y en la llamada 'ciudad de la luz', su estrella ha iluminado varias noches seguidas la piscina ante el fervor de un público que lo ha tomado como ídolo.(David Ramiro, París, 3 sep. EFE)