Triple salto mortal hacia París
El Real Madrid volvió a hacer el más difícil todavía, a remontar una eliminatoria que tenía perdida en el minuto 89 y a completar el triple salto mortal que inició ante el PSG Germain, continuó frente al Chelsea y remató contra el Manchester City para alcanzar la final de París, en la que se verá las caras con otro de los grandes acorazados del fútbol europeo, el Liverpool.
En octavos encaró la vuelta en el Santiago Bernabéu con una derrota por 1-0 en el Parque de los Príncipes. Kilyan, el 'deseado' Mbappe, amplió la cuenta en el coliseo blanco. El cuadro de Carlo Ancelotti estaba en la lona, pero, repentinamente, se levantó y remontó ante el millonario conjunto francés, que cuenta con una pléyade interminable de figuras, como Leo Messi y Neymar.
En cuartos, brilló el Real Madrid en Stamford Bridge. Ganó por 1-3 en otra noche especial de Karim Benzema y todos su compañeros. Pero el vigente campeón de Europa no había anunciado rendición. Al contrario. Llegó a Madrid y con una actuación solvente se puso 0-3 en el Bernabéu ante un Real Madrid de nuevo prácticamente k.o.
Los astros volvieron a alinearse y una diana del brasileño Rodrygo Goes envió el partido a la prórroga, en la que Benzema, a pase de Vinicius, selló el 2-3. Derrota dulce. El Real Madrid había sobrevivido otra vez a un rival durante muchos minutos superior como el de Thomas Tuchel, que rindió sus galones de campeón de forma increíble.
Y en semifinales llegó la culminación del triple salto mortal. El vigente subcampeón continental y todopoderoso Manchester City, verdugo en cuartos del Atlético de Madrid, era su rival. En el Etihad el conjunto de Pep Guardiola pudo sentenciar o casi hacerlo. Se puso rápidamente con dos goles de ventaja y el Real Madrid, lejos de estar muerto, reaccionó hasta en tres ocasiones para salir del feudo inglés con un 4-3 que tenía casi sabor a victoria a la vista de lo que había sucedido.
Ancelotti y todo el madridismo apeló a la magia del Bernabéu, esos fenómenos futbolísticos que no tienen una explicación racional y que ya habían conducido al Real Madrid hasta la semifinal. Y de nuevo volvió a ocurrir.
En un partido equilibrado, el City pareció dar el golpe de gracia a la eliminatoria. El argelino Riyad Mahrez amplió la cuenta en el cómputo global a los 73 minutos. Pero no le dio la puntilla el conjunto de Guardiola. De nuevo dejó vivo al Real Madrid. Tuvo ocasiones, sobre todo una clamorosa, para incrementar su ventaja. No lo hizo y lo pagó.
Sin Modric, sin Kroos, sin Casemiro, el centro del campo de los grandes éxitos, todos sustituidos, el equipo de Ancelotti parecía ya poco menos que un cadáver. Error. El Bernabéu volvió a experimentar un 'expediente x'. Rodrygo Goes, que forzó la prórroga ante el Chelsea, lo volvió a hacer y esta vez con un doblete aún más cerca del final (m.90 y 91). El coliseo blanco convulsionó de nuevo. El delirio pobló las gradas y el césped ante Guardiola y sus pupilos atónitos.
En el periodo adicional, el City no pudo salir de su asombro y el Real Madrid, al amparo del acicate moral de la remontada, logró de nuevo apuntillar a tan ilustre rival con un penalti sobre Karim Benzema de Ruben Dias que transformó el máximo artillero de la presente 'Champions'.
El egipcio Mohamed Salah aseguró, tras eliminar al Villarreal en La Cerámica, que quería al Real Madrid en la final. Dicho y hecho. El embrujo, la magia, el milagro, como se quiera llamar, volvió a hacer efecto por encima de concienzudos análisis futbolísticos.
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