La escritora española Xita Rubert, autora de la excéntrica "Mis días con los Kopp", dice de sí misma que es una "persona muy equilibrada" y que, tal vez por eso, le atraen los "bichos raros" en la literatura y en la vida real.
"Me fijo en las personas un poco marginales o que están como arrinconadas en todas las situaciones, las personas que en los grupos no hablan y más bien escuchan", señala en una entrevista con EFE, en una librería del centro de Sao Paulo, Brasil.
Rubert (26 años, Barcelona), una joven de melena ondulada y sonrisa ancha, está de visita en Brasil para presentar su alabado debut, "Mis días con los Kopp", novela que habla de manipulación, amor y duelo, y que acaba de ser traducida al portugués.
Aunque la escritora dice que la novela ha tenido una lectura "feminista" por el protagonismo de su narradora, ella afirma que no escribe con "un eslogan o una idea a defender".
De hecho, sobre el muy discutido auge de la literatura en español escrita por mujeres, Rubert se muestra escéptica con la idea de un supuesto "boom" de autoras, algo que considera una "visión un poco masculina" de la realidad actual.
"Las mujeres siempre han estado escribiendo tan bien o mejor que los hombres, a veces bajo pseudónimos", apunta. "Hay muchos libros que no son buenos, pero si hay algo que criticar de un libro de una mujer, se va a criticar y creo que eso no sucede tanto con los libros de los hombres", añade.
Publicada en español por Anagrama y en portugués por DBA, "Mis días con los Kopp" cuenta la historia de una adolescente que viaja con el padre a pasar unas vacaciones con el matrimonio Kopp y su hijo Bertrand, un escultor con algún tipo de trastorno mental que arrastra a la joven hacia territorios desconocidos.
El "juego" que se plantea Rubert al escribir es "mostrar situaciones muy extrañas pero que se mantengan creíbles".
En cuanto al lenguaje, un español que no es de aquí ni de allí, que parece "traducido" como le han dicho algunas de sus lectoras, Rubert asegura que responde a un intento por "romper" su uso habitual con "otra forma de adjetivar y otra sintaxis".
"Creo que ayuda a hacer que salgan esas cosas que van más allá del lenguaje. Cuando uno lee un poema no se entiende todo, pero hay algo en el propio lenguaje que está intentando meterse en las rendijas de lo que no se puede decir", afirma.
Ese lenguaje particular también refleja una biografía atravesada por varios idiomas, además del castellano: el gallego de su madre, la escritora Luisa Castro; el catalán de su padre, el filósofo Xavier Rubert de Ventós; y el inglés que ha marcado su vida universitaria.
Como estudiante de doctorado en literatura en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, también investiga personajes "ambiguos" de la novela del siglo XIX y XX, como el famoso Bartleby de Herman Melville, un funcionario que un buen día se planta ante su patrón y decide "preferir" no cumplir con las órdenes.
Mientras continúa con su doctorado, Rubert ya está trabajando en su segunda novela, que volverá a adentrarse en el exótico mundo de las relaciones humanas y a tener a una mujer como narradora.
Preguntada por sus influencias, Rubert primero dice que va a mencionar solo a escritoras porque los hombres ya están "muy vistos", pero a continuación no puede evitar citar a los argentinos Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
"Perdón, siempre me bloqueo cuando me hacen esa pregunta", ríe. (Jon Martín Cullell)