La disponibilidad y el uso de recursos adecuados resultan indispensables en los procesos de aprendizaje, son el canal que facilita el contacto provechoso entre maestros y alumnos, y entre estos. Sus modalidades son diversas. Algunos se limitan a ciertas áreas del conocimiento y otros tienen alcance general. En el caso de la enseñanza de la historia, el uso de recursos tradicionales como los cuestionarios, el juego con falso o verdadero, las líneas de tiempo, los cuadros sinópticos, la cartografía, los mapas conceptuales y la recreación de episodios históricos, se enriquece con la inclusión de sopa de letras, crucigramas, consultas de fuentes, proyectos, situaciones de aprendizaje, interpretación de imágenes y de los medios inagotables que representa el mundo de la sociedad de la información.
A esta relación parcial de recursos didácticos, desde la búsqueda de la otra historia, no de la historia oficial denunciada hace 40 años en la película argentina, María Filomena González Canalda, historiadora y maestra, suma sus tarjetas de historia y cultura dominicanas, procesadas por DISESA. Su experiencia e ingenio se combinan con gran tino en esta iniciativa. Las tarjetas son una invitación a comprobar y, si es necesario, a ´reaprender´ las unidades vistas en el aula, jugando y achicando distancia entre maestros y estudiantes. El juego se da en equipos y de manera colaborativa, no en competencia, escuché decir a la autora al explicar recientemente sus tarjetas en la Facultad de Humanidades de la UASD. Se trata de imágenes acerca de la historia dominicana y de nuestras raíces culturales. Para jugar, estas pueden ser ordenadas cronológicamente, por temas o por siglos, contemplando debates y aclaraciones en los casos necesarios. Sus contenidos y fuentes pueden adaptarse sin problemas al curriculum pre y universitario; y su puesta en marcha depende de los facilitadores. Ah!, uno de sus puntos luminosos es su uso en la mejor de las aulas, la familia. Les aseguro, una sobremesa nocturna jugando con las tarjetas de María Filomena sería sumamente divertida, un estímulo para el cerebro, y una fiesta para los pulgares liberados del celular. ¿Qué esperamos?