El sujeto-narrador es el que nos narra, desde lo interno del cintexto, dónde él ha hecho su morada y permanece ahí como un ser que conoce hasta lo que está por ocurrir en cada escena. Yo le.he dicho, se trata de un narrador omnisciente, y, domina todo los movimientos de la narración. Por eso, trata de inducir al lector a caer en sus argucias, dentro de enunciación narrativas.
Es una novela centrada en los estamentos más angustiosos del vivir. Es la cara dolorosa de nuestra existencia terrenal, la que se exhibe en estos decires del narrador.
Cada detalle que se mira queda registrado aqui,cómo un testimonio de lo vivido, de lo amado y de.lo odiado. De lo dicho y de lo silenciado.
No lo voy a callar: Aquí estan, desnudas y putonas, aquellas mujeres de "La "Bolita del mundo", sí, de aquellas de La Feria, de un malecón convertido en mercado negro del sexo, la.miseria humana, los vicios y la corrupción engalanada de escudos y charreteras.
No hay un movimiento de cada personaje que no sea registrado aquí, en el narrar de un sujeto que vive sumido en su imaginario, en sus delirios.
’El monstruo de afuera y yo somos uno" (Pág. 21), nos dice el narrador, mientras el fantasma de su madre adquiere vida en su recuerdo.
La descripción queda desparramada, como parte de la estrategia argumentativa de aquel que nos cuenta, como si tratase de convertirnos de lector, a ser personajes de aquella tragedia humana ficcionada que no deja de ser sentida, dolorosa y real.
No sé por qué razón el sujeto-narrador de esta novela prefiere morir en octubre (Pág. 23), mientras "Sombra", cómo personaje protagónico, se nos convierte en una
incógnita, en una interrogante que no encuentra respuestas en todo el proceso en que se dilata el discurso narrativo y poético del sujeto-narrador. No he dicho, ni quiero decir, del autor. De quién no me interesa, en nada, de su posible complicidad con el texto, porque, aquí mi casusa analítica está fijada en el texto.
"Sombra" es el ser "ausencia", es una pincelada en el recuerdo, una nebulosa imaginada. "Sombra" es un capricho que dilatada el vivir, lo tritura, hasta convertir este narrar, en una agonía sin limites, en un espacio de melancolía.
Tanta es la trama de los recuerdos, en esta novela, que no.nos extraña la función de fotógrafo, asumida por el narrador, en una de sus participaciones protagónicas. La cámara, como la mente, es ante el sujeto, el instrumento de atrapar recuerdos, momentos, miradas, poses, colores, pedazos de lo vivido, en este caso, para ser dicho, para ser narrado. Decimos lo vivido y lo que pretendemos vivir. Eso es lo que el.suketo-narrador hace aquí del recuerdo, lo fotografía, para fijarlo más allá de su muerte, por no decir de nuestra muerte.
Aquí, la vida queda convertida en una búsqueda constante, por parte del Ser. Hay un procurar y un procurarse, desde la perspectiva del sujeto-narrador.
Es la memoria, como captadora de espacios y de tienpo, la que se convierte aquí en parte del imaginario del sujeto-narrador. Memoria y metáfora, conforman el circuito comunicativo de lo que se cuenta, de lo que se dice o de lo que quiso ser, ante la proyección de imágenes de la abstracción, afincado en lo recordado.
Hay aquí un organizado juego con la temporalidad y con los espacios, de ahí que nos encontramos con una multiplicidad de situaciones y problemas propios de aquellas búsquedas, regidas por la utopía.
"Sombra", es la metáfora de la vida descarriada que sirve de argumento, ante las múltiples razones que originan la prostitución, en una sociedad de consumo y "consumida", como la nuestra, en estos tiempos de libre mercado, dentro del tercer mundo.
"Sombra" es la cara de la otra que espera en la esquina, cerca de "La bolita del mundo", donde la mirada se convierte en sexo, hipocresía, ritual de espera y propinas.
Hay una prosa poética que atraviesa toda la epidermis del discurso narrativo, en esta novela. Es un largo poema con personajes atolondrados, muertos en vida, para convertirnos en cómplices lectores de su letanía.
Es la vida misma, como "círculo de eventos" (Pág. 133), la que queda impregnada en estas páginas, para contarnos lo que atrapa, con su mirada de tragedias.
Ni Rocío, ni El calvo, ni sombra, ya no caben solas en esta historia de hechos familiares. Necesitaban de la compañía de La Negra, de Frida, ni de Alba, para que (…) "todo lo humano me parezca asquiantemente parecible, efímero, desconfiable. Y sin entender qué hago aquí?" (Págs. 167-168).
"Sombra" y "octubre" se prefijan en el discurso del sujeto-narrador, como una mancha convertida en signo imborrable, desde la memoria o el imaginario del narrador.
Tan aferrado está este concepto en esta novela… que el sujeto que nos dice ha querido marcarnos, como lectores, con estos versos: Veamos:
"En la sombra de un manzano
en la sombra te te querré
en la sombra de tu mano
en la sombra estaré"
(Pág. 169).
Prosa y versos se convierten en un mismo código en este narrar, desde aquellas pinceladas de un existir que va más allá de lo asumido como imagen del imaginario del sujeto-narrador, para dejarnos, ensimismados, como lectores, en estas fotografías de aquello que ha servido de excusas al sujeto-autor, para graficar parte su existencia, como creador, en estas ficciones noveladas.