En 1921, en plena ocupación militar norteamericana, los sectores más conscientes de la comunidad afroamericana se pronunciaban en contra de la agresión al pueblo dominicano.
Una de las proclamas solidarias con la lucha antiimperialista del pueblo dominicano fue el editorial publicado en la edición de agosto de 1921 de la revista The Messenger (Heraldo), [1] fundada en 1917 por A. Phillip Randolph (1889-1979) y Chandler Owen (1889-1967), organizadores laborales y escritores afroamericanos que mantenían en ese entonces lazos de colaboración con el Partido Socialista norteamericano.
Crítica mordaz a las políticas imperialistas de los Estados Unidos, el editorial (bajo el título “Santo Domingo Protests” o “Santo Domingo Protesta”) es ante todo una denuncia pública de los pilares ideológicos que todavía hoy en día sustentan la supremacía blanca en los EE UU. Sin pasar por alto las políticas reaccionarias de Washington y dada la realidad existente en la década de los veinte bajo el sistema de segregación racial conocido como Jim Crow, los autores del editorial tambien dejaban en manifiesto el contundente rechazo a la represion estatal hacia los afroamericanos. Asimismo, el texto se hizo eco de las políticas reaccionarias dirigidas a las poblaciones no europeas (en su mayoría de ascendencia africana e indígena) en la periferia del Imperio desde el Caribe y las demás regiones del hemisferio.
Al momento de escribir el texto editorial, tanto A.Phillip Randolph y Chandler Owen, adhierian a posiciones socialistas e internacionalistas. Es por tal razón que expresaban solidaridad con el pueblo dominicano y su lucha antiimperialista durante la primera ocupación militar estadounidense (1916-1924) al tiempo que aprovechaban para extender su solidaridad con el pueblo haitiano que también sufría los estragos de la intervención militar estadounidense (1915-1934) en la tierra de Toussaint Louverture.
Desde una perspectiva del revisionismo histórico o subalterno es acertado afirmar que el editorial de la revista The Messenger puso el dedo en la llaga al desvelar episodios olvidados (y muchas veces ignorados) por la historiografía dominicana en relación con el estudio de la primera ocupación estadounidense en Santo Domingo y la solidaridad internacional que este hecho puso en marcha. Conjuntamente, la lectura del editorial aporta varias pistas acerca del impacto de la ocupación militar en el exterior y como fue vista por los sectores antiimperialistas dentro de la comunidad afroamericana en los EE. UU.
Plasmado en el editorial encontramos un análisis un poco inusual porque se resaltan las similitudes de la dominación europea y blanca en los pueblos colonizados en el Caribe y dentro del mismo centro del imperio europeo al afirmar que ‘Santo Domingo y Haití son la Irlanda de América’. En pocas palabras, al invocar la situacion de ocupacion inglesa en Irlanda y conectarla con la división política de la isla compartida por Haití y Santo Domingo, el breve pero conciso editorial se adentra en el análisis de los mecanismos de control colonialista e imperialista en el mundo moderno y, en este caso particular, en el legado colonial que dio lugar a la política de partición colonial que allanó el camino a las ocupaciones imperialistas de Washington tanto en Haití como en Santo Domingo.
En sintesis, este documento histórico (el cual hemos transcribido y traducido del inglés para Acento) es una contribución significativa a la investigacion acerca del radicalismo negro, la lucha a lo interno en contra las politicas imperialistas de Washington, clase y racismo, los lazos fraternales que unen a los pueblos dominicanos y afroamericanos en sus resistencias anti-colonialistas:
Santo Domingo protesta
“NATURALMENTE, Santo Domingo se siente incómoda bajo la ocupación militar estadounidense. Como nación protesta en contra de las condiciones establecidas para la elección de un nuevo gobierno en el país. Porque tienen suficiente discernimiento para ver que, aunque se les concede una independencia nominal, al entregar el gobierno del país a los dominicanos todavía siguen bajo dominio, y lo estarán durante algún tiempo, del gobierno estadounidense.
“Santo Domingo y Haití son la Irlanda de América. Mientras continúe la brutal opresión y la explotación despiadada de haitianos y dominicanos por parte de las fuerzas de ocupación estadounidenses, la ‘tierra de los libres y el hogar de los valientes’ a veces parafraseada erróneamente como la tierra de la abeja linchadora y el hogar del esclavo, no tiene derecho a intervenir en la moción sobre la autodeterminación de las naciones más pequeñas. El viejo refrán dice: ‘acude al tribunal con las manos limpias’.
“Las manos de Estados Unidos están ensangrentadas con la sangre de sus ciudadanos negros en el país y de sus súbditos en el extranjero. Esta nación, es la que menos, entre todas las Potencias Mundiales, puede moralizar acerca de la justicia internacional. Justicia, en Estados Unidos, es un nombre inapropiado tanto para blancos como para negros. De todas las naciones involucradas en la gran guerra, esta nación [los Estados Unidos] es la única que mantiene en prisión a sus prisioneros políticos. Bien podría Gran Bretaña burlarse de los comentarios de Estados Unidos sobre la libertad del pueblo irlandés. Así también la Rusia soviética debería reírse cuando los estadounidenses la sermonean sobre temas de ley y orden, libertad y justicia.
“Pero ese es el curso del imperio. La naturaleza misma del imperialismo estadounidense decreta la dominación de Haití, Santo Domingo, México y, eventualmente, de toda América del Sur y Central. No es una cuestión de raza o color; es una cuestión de azúcar, tabaco, petróleo: la materia prima que necesitan los capitalistas industriales. Gracias al Sr. Harding, [2] los negros crédulos e ingenuos se están desilusionando gradualmente por la ficción de que existe una diferencia entre demócratas y republicanos, ya sea con respecto a los negros o a los trabajadores o a Haití.”
Notas
1.The Messenger, Vol.III, Nº.III. Archivo Marxista de Internet.
2.William G. Harding, del Partido Republicano, fue presidente de los Estados Unidos de 1921 a 1924.
Mis agradecimientos a Martin H. Goodman de la Biblioteca Riazanov por digitalizar la fuente de este artículo y al resto del equipo voluntario del Archivo Marxista de Internet (MIA).