A los héroes sin nombre
Vosotros, los humildes, los del montón salidos,
heroicos defensores de vuestra libertad,
que en el desfiladero o en la llanura agreste
cumpliste la orden brava de vuestro Capitán.
Vosotros, que con sangre de vuestras propias venas,
por defender la patria manchastéis la heredad,
hallastéis en la lucha la muerte y el olvido:
la gloria fue, absoluta, de vuestro Capitán!
Cuando el cortante acero del enemigo bando
cebó su furia sobre de vuestra humanidad,
y fuistéis el propicio legado de la tumba
sin una cruz piadosa ni un ramo funeral.
también a vuestros nombres cubrió el eterno olvido:
tan solo se oye el nombre de vuestro Capitán.
Y ya cuando a la cumbre de la soñada gloria
subió la patria ilustre que fue vuestro ideal,
en áureos caracteres la historia en homenaje
rindió a la espada heroica de vuestro Capitán.
¿Dormidos a la sombra del árbol del olvido
quién sabe en dónde el resto de vuestro ser está?:
vosotros, los humildes, los del montón salidos,
sois parias, en la liza con sangre fecundáis
el árbol de la fama que da las verdes hojas
para adornar la frente de vuestro Capitán.
(Los humildes 1916)
Federico Ramón Bermúdez Ortega (1884-1921) Era hijo del cuentista capitaleño Luis Arturo Bermúdez (1854-1917), el autor de “Las cosas del siño Tomás”, relatos folklóricos que aparecieron en periódicos y revistas desde el siglo anterior, y de Carmen Ortega. Ejerció en sus años de juventud el magisterio y el periodismo. Ganó premios en los concursos de su ciudad natal.
Dejó varios libros: Oro virgen (1910): Los humildes (1916); Las liras del silencio, póstumo (1923). Su obra fue recogida por la Universidad Central del Este (UCE) con el título de Todas las poesías de Federico Bermúdez (1986). Se destacó como modernista y ha sido considerado nuestro primer poeta social por su libro Los Humildes, cuyo poema “A los héroes sin nombre” forma parte del conchoprimismo nacional. Él tuvo experiencia montonera como secretario de Demetrio Rodríguez, y sabe bien lo que dice.