(*) El autor es coordinador de la segunda cohorte del doctorado en Humanidades y Estudios Sociales y Culturales del Caribe -UASD.
En el marco del desarrollo académico del doctorado en Humanidades y Estudios Sociales y Culturales del Caribe, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), se desarrolló un coloquio sobre la obra "Narratividad del saber Humanístico" (2018), a cargo del doctor Manuel Matos Moquete.
Ese evento se organizó a cargo de la segunda Cohorte del doctorado, coordinada por el doctor Julio Cuevas.
El doctor Matos Moquete asumió la defensa de un humanismo transformador y crítico, como una posibilidad de construir una nueva sociedad dominicana, capaz de razonar y reinventarse.
Partió de interrogantes en torno a los decires del sujeto y el valor de la defensa del humanismo, como una reflexión crítica, con el objetivo de fortalecer una visión de un doctorado, centrado en la investigación y en el saber científico del país.
El doctor Matos Moquete, narró cómo aprendió a "mirar", desde la perspectiva de conocer y aprender, asumiendo la mirada como una interrogante en espera de respuestas, por parte del sujeto, en su voracidad de saber.
Dijo que, en el libro, él ha hecho una mirada al humanismo y a las Humanidades. Buscar con esa mirada cómo el científico llega a su saber.
Dijo que debemos saber que hay un intermediario, que es la palabra, que nos permite expresarnos, desde el discurso. Todo lo que digamos, debemos expresarlo desde el discurso.
En su coloquio expresó que conoció a mirar, teniendo como referente a Henry Meschony y Paul Ricard. Dijo, además, que todo cuanto el sujeto dice, lo hace a través de un relato, en un espacio y tiempo determinado.
Planteó que todo saber es narrativo y que en la narratividad tenemos diferentes textos, y que la narratividad se apoya en diferentes conceptos.
Se preguntó cómo se genera el saber humanístico y que el saber humanístico no está en ningún libro, sino en todo cuanto hacemos en la vida.
Se preguntó qué es un "esquema narrativo" y se respondió él mismo, planteando que hay actores, una narratividad y un tiempo.
Sostuvo que el ser humano fue él, formando su propio ser, con sus valores y con su saber. Señaló que antes, el humanismo era expresión total del saber creativo y científico y que es a partir del siglo XXI que se comenzó a fragmentar y a reducirse en las "especialidades".
Y que el sujeto, en su búsqueda de la perfección, se excluyó de la naturaleza y de sí mismo. Agregó que, técnicamente, la ciencia venció las enfermedades y el hambre.
Que ningún humanismo se construye, sin un contexto determinado. Dijo que ya cambió el contexto de la narratividad del sujeto y que tenemos la necesidad de construir una nueva narratividad.
¿Para qué sirve un humanista en esta sociedad? El perfil del humanista se ha ido perdiendo, por las especialidades. A eso ha ayudado la tecnología y la ciencia. La tecnología ha impuesto que lo importante es dominar una especialidad, aunque sea en "pegar tornillos".
El ser humano ha dejado de pensar o reflexionar y ahora se impone la inteligencia artificial. Los elementos que nos hacían humanos están siendo desvirtuados por la misma ciencia.
Ayer, un ser humano, estaba basado en la relación sexual con una mujer y con la creación. Ha cambiado la antropología humana. Ya hoy no se necesita tener relaciones para tener hijos.
Hoy tenemos dos corrientes que son el posthumanismo y el transhumanismo que han cambiado hoy, al humanismo. Se preguntó que si será que hay un nuevo paradigma o si es el paradigma del mismo sujeto.
Que debemos saber escuchar, leer y escribir, porque hay un nuevo relato.
Hizo una reflexión sobre la lengua y el humanismo. Sugirió aprender a mirar, hablar, a escribir y a entender.
Finalmente, dijo que los humanistas debemos ponernos ya, a estudiar el proceso de la tecnología. Cerró su coloquio, diciendo que los saberes son procesos de narratividad y que debemos aprender esos procesos, dentro del saber, el mirar y el reflexionar de los sujetos.
Argumentó que debemos reconstruir el saber humanístico. Debemos percibir u observar o atender algo; tener la percepción, observar o decodificar los datos; recibir la información y enjuiciar.
Dijo que debemos tener una visión narrativa del conocimiento; ver el humanismo como un relato de acontecimientos y el acontecimiento es el sentido de las cosas.
Saber que existe un relato de acontecimientos no estáticos, sino siempre transformables. La globalización ha aumentado el deseo de ser diversos y de tener una especialidad. Es el momento de las especialidades.
En nuestro caso, cómo la sociedad ha ganado, la sociedad de derechos, la voluntad popular y la justicia o cohesión social. Y esa es nuestra narratividad política, hoy en día, aunque no hemos logrado la convivencia en la sociedad democrática.
El humanismo no es una religión o un fanatismo, es una conciencia elaborada en el ser humano, paso a paso. El humanismo cree en el desarrollo positivo del ser humano. El mejor humanista es el inventor de nuevas miradas, para transformar al sujeto y su entorno.
En el caribe somos seres mágico-religiosos que creemos en lo real-maravilloso. Y ahí está nuestro relato, el debemos asumir y reinventar.
El humanismo era etnocentrista, europeo. Pero el humanismo no es europeo, únicamente. Nuestros aborígenes tenían su humanismo. El mismo humanismo fue inventando su propio organismo de divulgación, como la imprenta.
El mejor humanista es el escritor y el filósofo que cree en crear y plantear nuevas maneras de reflexionar. El mejor humanista es el maestro, porque cree en que sus alumnos pueden superar sus conocimientos y transformar y transformarse.
El coloquio se efectuó en el Paraninfo de la Facultad de Humanidades, con la presencia del Mtro. Francisco, Acosta, director de la Unidad de Postgrado de Humanidades; el doctor Julio Cuevas, coordinador de la segunda Cohorte del doctorado en Humanidades y Ciencias Sociales y Culturales del Caribe y del doctor Gerardo Ogando Roa, Decano de la Facultad de Humanidades de la UASD.
Este coloquio se convirtió en una propuesta metodológica, para la enseñanza o alfabetización para niños, bajo el principio de enseñar a los niños a mirar, percibir, reflexionar, cuestionar o preguntar, responder, crear e imaginar, desde una narratividad contextual.