Firulais frituras bulla mofles deliverys espesos catres mocatos la talvia… es mi condena aguas negras, manteca empanada de huevo y la ciudad me convierte en la gelatina más dulce de sus pequeños infiernos.
Ruidos gentío más ruidos. La plaga calibrando en la Avenida Veneno. No hay dónde huir, lo que éramos se ha quedado desnudo y sin piernas adecuadas para escalar las montañas.
Pobre y podrida Sopa Wonton de las que amanecen flotando en la México con Duarte. Chino, ¡encontré una colilla de tu asquerosa ingeniosidad en el fondo de mi chofan!
La jodía casualidad del negro nacido entre dos negros enemigos. Tamaña vaina. En el Hotel Nueva Semilla te regalan un condón Pantone envoltura amarilla, un cuarto de jabón de cuaba y una toalla blanca puesta a secar en el patio, sobre los alambres dispuestos a soportar a las cucarachas pendencieras y a los ratones malabaristas.
Desalentado y hermoso Mar Caribe. Y yo deseando desde mi balcón convertir a esa gleba chichadora, borrachona y periquera, desquiciada esquizoide y bochinchera, en una inútil hiedra seca adherida a las paredes de la sin city con brasas como miradas y carros alta gama como alma y efervescencia.
Ferry
El Ferry sale a ver lo que se le pegan en el camino. Montesino no deja de bostezar. Una serpiente de yipetas cruzan la avenida a la caza del invertir, el mangú, la cerveza en el friser y el polvo descremado del sábado por la noche, epilogo de la rutina como sal para saldas las facturas y moler los bauchel a final de mes en las licuadoras del fastidio. En el Parque San José, un hombre vende cuchillos probados en el Cantábrico y Luis Parrillada.
Ella se acaba de ir. Da igual. Es el Reino de la Inutilidad.
Más bien
No sé quién eres y eso no me preocupa. Más bien, me atrae la cobra amarilla enroscada en tu sonrisa.
Billie Holiday
Yo no elegí tu presencia. Tu permanente forcé ni tampoco la almohada que divide y la toalla que nos seca el odio. Billie Holiday rascando el sofá . La ausencia de tus dedos ambarinos. Tu pulgar de malas palabras.