Las tres voces que constan en el título de este escrito proceden de lenguas extranjeras. Eso no es raro en las lenguas modernas; tampoco lo fue en el pasado de las lenguas. No es de extrañarse si cada vez se nota mayor propensión a que el español, así como otras lenguas, acepten términos que se han popularizado o creado en lenguas extrañas al español. La vida moderna fuerza a que una lengua en plena expansión como el español adquiera nuevas palabras.
A veces estas nuevas voces son admitidas porque existe una necesidad, un hueco que hay que colmar en la lengua de que se trate. En otras ocasiones son recibidas con beneplácito porque se relacionan con algún fenómeno nuevo o algún artículo recién inventado. El uso obliga a que se adapten las voces recibidas o, a que se tomen de manera directa, sin ajustarlas a los genes de la lengua española. Hay ejemplos más que extraños. Aquí se verá uno que llamará la atención.
Blúmer
No hay que sorprenderse si han encontrado esta voz escrita de manera diferente a como se muestra en el título y en el subtítulo. La hesitación con respecto a la ortografía surge porque es precisamente una voz extranjera del inglés americano bloomers. Durante largo tiempo se escuchó en el español dominicano decir blúmen, con su correspondiente plural blúmenes. Había quienes en conocimiento de que esa voz venía del inglés y de que llevaba una ese (s) al final se empeñaban en pronunciar la ese (S) en blúmer cuando se usaba la voz en plural.
El asunto quedó zanjado cuando las corporaciones orientadoras en asuntos de la lengua común admitieron oficialmente el nombre de la prenda interior femenina con el nombre de blúmer. Además, estatuyeron que su plural no variaría. Pienso que la explicación para que el hablante dominicano colocara la terminación -en en la voz de la angloamericana es porque estaba en conocimiento de que era un objeto y no un verbo; por aquello se que los verbos en español son los que terminan mayormente con erre (R) al final.
Una vez alcanzada esta fase del estudio del famoso blúmer es dable entrar en el estudio de los genes de la voz. La denominación es inglés americano se debe a la señora Amelia Bloomer. Word Origins (s/f pág. 99). Si usted es viejo de más, habrá oído alguna vez llamar a esta ropa interior braga en el habla dominicana; por lo menos eso es lo que escribe el Diccionario de la lengua española. Lo de “viejo de más” lo añadí porque en mi longeva vida nunca oí esa palabra en el uso. En mi época eso de braga era una palabra culta y de lengua cultivada (con fertilizante y en ambiente controlado).
Como ha sucedido más de una vez en la historia, el nombre viene del apellido de la señora Bloomer que promovió su uso, pero quien introdujo la prenda por primera vez fue la Sra. E. S. Miller. La descripción primera del blúmer no se parece en nada al que conocí en República Dominicana. Este primero era despegado del cuerpo, o suelto, y ajustado a los tobillos con elástico; se usaba con una falda corta encima. Word Origins (1978:76). Como no existe una descripción del blúmer moderno (¿?), aventuro lo siguiente. Es una prenda interior ajustada al cuerpo de la cintura al muslo donde apenas llega a cubrir las nalgas y el sexo femenino. Generalmente es confeccionado de tejido fino, excepto el de invierno. Un poco más grande que el panti moderno.
En gran medida vestir este blúmer en los años 1850 era parte de una protesta femenina. Las mujeres lo hicieron en forma ostensible contra la disparidad que existía con relación a la vestimenta del hombre. Usaron el bloomers para vestirlo cuando hacían deportes y sobre todo cuando montaban en velocípedo.
Brasier
En español se simplificó la voz francesa brassière representándola brasier. Esa una ortografía que reproduce el sonido en español más parecido al francés. Cuando apareció en francés se escribió braciere. Aquí en la voz francesa puede notarse que sale algo semejante a brazo en francés bras y la terminación ière que sugiere la proximidad con el brazo. Comenzó por designar en esa lengua la parte de la armadura, pero después del siglo XV se deslizó a la vestimenta. Al principio era una camisola femenina con mangas ajustada al cuerpo. Ya en el siglo XVII era común llamar así esa ropa interior. En francés se conoce más por el nombre de soutien-gorge que traducido literalmente sería sostén-garganta.
Este aditamento recibe varios nombres en español actual; entre estos sostén, así sin complemento, porque la palabra se ha especializado para la “prenda interior femenina para ceñir el pecho” Diccionario de la lengua española (2014-II-2042). Mediante la lectura de la acepción puede notarse de inmediato lo recatado que son los redactores de ese lexicón. Por mi parte lo llamo “porta-tetas” que es más ajustado a la función que desempeña. El DLE mencionado tres líneas más arriba reproduce varias voces más que son sinónimas de sostén, “sujetador, ajustador, corpiño, portabusto, tallador”. En esa lista hay una acepción que se asemeja a la mía, portabusto. Ha de tenerse en cuenta que la Real Academia reconoce tetamen como sinónimo de “pecho de la mujer”, especialmente cuando es muy voluminoso.
Maniquí
Sección dedicada a mi gran amigo Dr. Federico Nina.
La palabra del título de esta sección hace largo tiempo que se integró al léxico conocido y admitido del español. No es menos cierto que tiene uso muy limitado en la actualidad. Las preguntas que se me ocurren son. ¿De dónde deriva esta palabra y cómo entró en el español general? Las respuestas serán el objeto de esta sección.
En el español maniquí entró desde la lengua francesa. No hay que sorprenderse si sucedió así, porque en sus inicios se hizo conocer como parte del léxico del diseño de ropas. No puede olvidarse que durante muchos años los diseños se introdujeron en gran parte del mundo desde París, Francia. Corominas y Pascual escriben que entró en español por conducto del catalán maniquí.
Ya antes se señaló que llegó desde el francés. Ahora bien, ¿es una voz de origen francés?, Es decir, ¿posee los genes naturales del francés? No, no tuvo su origen en francés. Viene del neerlandés mannekijn, que es diminutivo de mann hombre, con el sufijo -kijn, de aquí que sea “hombrecito”. Y hay más preguntas. ¿A qué hombrecito se refiere esta voz que merece que se le haya consagrado un término especial para él? A seguidas las respuestas.
Al español y al portugués entró manequim por influencia del francés. Ya era conocido en italiano. “En castellano debió entrar como término de pintura, introducido en forma catalanizada”. Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (1980-III-815). Con ese significado consta en el Diccionario de autoridades. “Término de pintura. Figura movible artificial y que se desea poner en diferentes acciones a voluntad del pintor . . .”. (1732-II-480). Es pertinente que se recuerde que la raíz man- en neerlandés medieval valía para hombre; no obstante, no debe olvidarse que en latín esta man- sugiere a manus, mano. Diccionario etimológico indoeuropeo de las lengua española (1997:100).
En lengua española la voz en cuestión está documentada desde el año 1708, Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (1967:379), pesar de que en francés apareció por primera vez en 1475, de acuerdo con el Dictionnaire historique de la lengue française (2012-II-2000). Fue en el siglo XIX cuando las esculturas comenzaron a aparecer vestidas n las vitrinas de las tiendas. Por extensión se aplicó el nombre a los hombres sobre quienes se probaban los diseños (1862). Luego a las mujeres para presentar las colecciones de alta costura. Los hombres eran maniquíes, al igual que las mujeres. Por extensión se designó con este nombre a las personas de proporciones y rasgos físicos agradables. En la actualidad esas personas reciben el nombre de modelos. Se popularizó la actividad a tal punto que hoy es una profesión lucrativa y de prestigio.
Esta sección se dedicó al dilecto amigo Federico Nina porque él no mancaba un viaje a Bélgica para peregrinar a Bruselas e ir a admirar el Manneken pis, es decir, el hombrecito que orina. Esta es una escultura en bronce de un niño desnudo que orina en una fuente desde un nicho alto hecho sobre una columna de seis pies de altura. Es una de las principales atracciones turísticas de Bruselas.
Es mucho más fácil exhibir un blúmer o un brasier en un maniquí artificial que en una persona porque de esa manera no se ofende a los puritanos; que todavía los hay que se escandalizan. Esa es una de las razones por las que todavía se usan. Esas esculturas son exhibidas en las vitrinas, así como en el interior de las tiendas por todas partes para promover artículos y accesorios de vestir.
Roberto Guzmán en Acento.com.do