Otilio y Emilia Pérez llegaron al poblado costero caribeño a lomo de mula, con algunos ajuares más arepa y agua para aguantar el hambre durante un viaje tedioso de un día desde Duvergé (cerca de 100 kilómetros) por un camino escarpado entre tupidos pinares de Sierra de Baoruco.
La pareja llegaba a la sabana Juan López -identificada en el siglo XIX por el capitán de corbeta del mismo nombre- como parte de las primeras familias que habitarían el asentamiento creado a partir de 1927 por el gobierno presidido por Horacio Vásquez (1924-1930) para afianzar la frontera sudoeste respecto de Haití.
Como sus pares de viacrucis, ni idea tenían que luego llamarían Pedernales a este trozo del extremo sudoeste del territorio dominicano, a unos 334 kilómetros del Distrito Nacional.
En esta comarca de guasábaras, cambrones, orquídeas exclusivas, piedras, minas, sol, manglares y playas; de cangrejos, puercos cimarrones, hutías y solenodontes, procrearon ocho de sus 10 hijos. Solo Ricardo y Estéfana o La Pérez (fallecidos) nacieron fuera.
En la prole de la pareja estaba Otilio Pérez y Pérez (Otilito), quien, en octubre de 1963, se convertiría en el primer profesional universitario de la provincia. En la Universidad de Santo Domingo, hoy autónoma, obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Matemáticas.
Desde entonces, él ha vivido en la capital, casado con Ángela Mancebo (Negra), hermana de Servio Tulio Mancebo (Santo Sinencia), primer profesional universitario no nacido en el pueblo, pero criado allí como hijo de familias originarias. Conocido empresario dueño de Horizontes Dominicanos (comercializadora de equipos médicos) y auspiciador del equipo de béisbol profesional Caimanes del Sur (en receso). Él fue el motivador de Rafael Mancebo (hermano) y Otilito (cuñado) para que siguieran su travesía.
Santo había egresado de la universidad estatal de la carrera de Finanzas en la segunda mitad de la década del 50, poco antes del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo Molina. Era hijo de Idelfonso y Sinencia, una emprendedora que, desafiando las inclemencias de los trillos, en los años 30 viajaba en mula a Duvergé y La Descubierta a comprar mercancías para mercadear en Pedernales.
Otilio, padre, agricultor, no era académico, pero sí honrado y con voluntad de servicio, valores requeridos en aquellos tiempos para ser presidente del ayuntamiento, regidor y hasta juez de paz, honorífico. Y lo fue. Junto a Emilia, vivió en la casa de la Duarte, calle central del municipio, entre las calles 27 de Febrero y Antonio Duvergé, casi frente al viejo local de la alcaldía.
Otilio, hijo, ha pasado la barrera de las nueve décadas. No fue posible una conversación con él sobre su experiencia universitaria y el Pedernales de la segunda mitad del siglo XX.
Ya no estaba en el pueblo cuando nació su hermana Mercedes Pérez, 72 años, pero ella asegura que siempre han dialogado mucho. Le atribuye pasión por la lectura y ser dueño aún una lucidez brillante pese a su edad.
Los primeros días
Miguel Pérez, 82 años, pedernalense residente en la capital, además de músico en la banda municipal de los años 50, es Perito en Motores Diesel egresado del prestigioso Instituto Politécnico Loyola, promoción 1959-1965. Rememora.
“Eran tiempos muy difíciles. Al llegar al octavo curso mucha gente se enganchaba a la guardia o se dedicaba a impartir docencia. El tercer curso de la Escuela Especial Fronteriza equivalía como al octavo de hoy, o poco más”.
Habla de la Escuela Especial Fronteriza Francisco del Rosario Sánchez de la colonia de 1927. Solo se impartía docencia hasta tercer curso de primaria. Afirma que luego la convirtieron en primaria urbana hasta sexto curso.
“Me tocó ser uno de los primeros estudiantes. Los otros eran Servio Tulio Mancebo (Santo Sinencia), Ricardo, mi hermano, que nació en el 31, Mario Heredia o Mario Esporminio y Juan, el hijo de Onésimo Pérez y Polola. A mí me tocó hacerlo a finales de los 50. Al grupo lo mandaron a Duvergé a hacer el octavo curso. Santo lo hizo y luego se fue a la capital a hacer el bachillerato. Del grupo, él regresó a Pedernales y fue administrador de los aserraderos de Danilo Trujillo, en las lomas de Los Arroyos y Villa Aida, pero por un tiempo corto porque volvió a Santo Domingo e hizo buenas relaciones y viviendo en Ciudad Nueva consiguió un buen trabajo en el Partido Dominicano cuando el presidente era Francisco Prats Ramírez, el papá de Ivelisse Prats de Pérez”.
Y precisa: “Luego él trabajó en Dalsán, una empresa proveedora de equipos industriales que había por la avenida San Martín, y después formó su propia empresa, Horizontes Dominicanos, con mucho éxito (comercializaba productos médicos). Daba preferencia a los jóvenes de Pedernales. Fue secretario de la Presidencia durante el gobierno de Héctor García Godoy (3-09-1965/1-7-1966) y víctima de desprecio en Pedernales donde una vez osó aspirar a senador. Viejo y enfermo murió de un infarto luego de un desplante de altos dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, donde había invertido grandes recursos en la campaña. Fue catedrático de la UASD”.
Petra Emma Álvarez Pérez fue la primera maestra de primaria normal del pueblo. Se formó en el Américo Lugo de San Cristóbal. Desde finales del 50 forjó muchachas y muchachos que luego enfilaron hacia la capital para romper las barreras de acero que representaba en la región la carencia de ofertas de estudios técnicos y universitarios y el empobrecimiento progresivo.
Ha cumplido 88 años. Vive en la capital sólo en el recuerdo de exalumnas como Elsa Pérez, quien le emuló estudiando magisterio en el Instituto Américo Lugo, en San Cristóbal y luego, capeando temporales sociales, avanzó en estudios de Arquitectura en la UASD caracterizada por la inestabilidad a causa de la situación política y el asedio del Gobierno.
“Ella me alfabetizó, fue mi profesora de segundo. Ella es una mujer menuda y en ese tiempo una mujer muy linda, de voz dulce, modales muy delicados, de fino trato a los demás. Le conocí bien porque, además, siempre iba a donde sus abuelos Atina y Memén, que vivían en la Juan López esquina Libertad, eran nuestros vecinos. Luego casó con un médico del hospital Elio Fiallo, el doctor Reyes, y se marchó a vivir a Haina, pero siempre regresaba con su familia”.
En el magisterio, a Petra le seguirían Danubia Pérez (años 60), Ramón Fernández (Varonito), Wilfredo Medrano (Bifí), Elías Acosta (1970), Elsa Pérez (Colegio Américo Lugo) y Amparito Pérez (En la Félix Evaristo Mejía) en 1971.
Pérez narra que en la era del Trujillo, la Iglesia Católica era responsable de la educación en el pueblo.
“La escuela primaria funcionaba en lo que luego ha sido edificio de oficinas públicas (calle Braulio Méndez esquina Juan López). Con el ciclón Katie (1955) se destruyó casi todo. Eso dio lugar a la construcción de la iglesia, la fortaleza, las dos escuelas, el hospital, las viviendas… La escuela Hernando Gorjón frente al hospital Elio Fiallo (en la Duarte) pasó a ser lo que llamábamos El Colegio, donde se impartía docencia de quinto y octavo curso. El personal docente eran las españolas Viviana Ripolle, directora y profesora de octavo; Carmela, Mary y Gollita. La escuela vieja fue reconstruida y se impartía el primero y cuarto. Con el conflicto de Trujillo con la iglesia, las españolas fueron sacadas. En 1959-60 se trasladó toda la escuela vieja al local de la Duarte y se dejó el otro local para las oficinas públicas. Es ahí donde se formaliza la escuela primaria completa (Duarte), mientras el de la avenida Libertad permanecía cerrado. Solo había un aula abierta para impartir clases de Economía Doméstica, que eran impartidas por la profesora Irlanda Hernández. Luego pasó a ser el Liceo Secundario que se había iniciado de manera informal de manera nocturna en el local de la escuela primaria Hernando Gorjón.
Pero Petra no las tuvo todas a su favor, pese a ser graduada de maestra normal.
“Para ese año salen de Pedernales las españolas por el conflicto de Trujillo con la Iglesia Católica; la escuela nueva (frente al hospital) que estaba dirigida por ellas, entonces pasaría a ser la escuela de todo el mundo porque antes estaba en donde estaban las oficinas públicas. Entonces, cuando ya se iba a establecer esa escuela, a ella (Petra) le correspondía la dirección, porque era la única con título graduada como maestra normal, pues no existía licenciatura en Educación, pero alguien le jugó una mala pasada y la dejaron en espera”.
Cosecha representativa
La condición de pueblo fronterizo con Haití históricamente fuera de la agenda del Gobierno, aún hoy limitado por una sola carretera 126 kilómetros entrada y salida hasta la provincia Barahona, estrecha, plagada de curvas cerradas sin peraltes y un subibaja peor que ruleta rusa, nunca ha frenado la fuerza de voluntad de pedernalenses por lograr el objetivo de una carrera universitaria o técnica.
En octubre de 1969 Federico Pérez y Pérez (Güingo) lograba el título de Licenciado en Finanzas en la universidad estatal. En esa academia también fue músico de la rondalla. Murió el 1 de enero de 2017 a los 78 años. Frank, Manuel y Chichí Ofelia. Estudiaron en Finanzas (hoy Contabilidad).
Luis Ney Hernández Féliz se graduaba de médico el 28 de octubre de 1978. Luego se especializó en Anestesiología. Accionista mayoritario de la clínica Santiago Apóstol y accionista de Unión Médica, en Santiago de los Caballeros, murió en 2018 a los 69 años.
Valdemar Molina se graduó de médico general en 1982 y luego de ginecólogo-obstetra en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia.
“Estuvo en Pedernales donde hizo un poco de medicina social regalando a sus pacientes muestras médicas que recolectaba. Luego fue nombrado como médico en San Juan de la Maguana donde casó y procreó tres hijos: dos médicos y un ingeniero de sistema”, evoca su hermano José. Murió en la provincia sureña en 1989 a los 42 años.
Como ingeniero civil, Odalís Pérez se graduó en 1975 en al UASD. Ha sido pensionado tras 30 años de labor en la embajada de Estados Unidos. Fue encargado del Programa Nacional de Desarrollo y Aprovechamiento de Aguas Subterráneas del gobierno de RD. Encargado de cumplimiento de la Normativa Medioambiental para todos los programas de Usaid en RD.
Maximiliano Antonio Bretón (Tony) terminó la carrera en 1974, pero confirma que hizo la tesis en 1976 luego de casarse. Ha ocupado importantes cargos: encargado de construcción de los túneles para el metro de Santo Domingo; único ingeniero dominicano con estudios y un ensayo nacional sobre el tema. Fue director control de proyectos de Obras Públicas hasta 1982. Encargado de coordinación académica de la UASD hasta enero de 1979.
Luis René Mancebo, además de perito, se graduó de ingeniero electromecánico. Mario Heredia se hizo topógrafo e ingeniero. Nació en Duvergé, pero creció en Pedernales. Otro egresado fue Juan Manuel Pérez (Dulce).
Según Bretón, el primer ingeniero topógrafo de Pedernales es Mario Heredia (hijo de Esporminio).
“Él construyó los primeros contenes y aceras alrededor del parque durante la segunda mitad del decenio de los años 50”.
Como licenciado en Derecho, Luis Rafael Pérez Heredia (Lulú) fue el primer graduado de Pedernales (28-10-1971). Falleció el 12 de octubre 2010 a los 68 años.
“Fíjate, Lulú hizo el bachillerato libre, examinándose en Enriquillo. La Alcoa lo becó y lo acogió como su empleado tan pronto terminó. Los demás hicieron bachillerato en Duvergé y se hospedaban en casas de familias que los acogían. Yo perdí un año porque en Pedernales no había bachillerato y no tenía el coraje de Lulú. Lo hice aquí en Santo Domingo”, refiere Bretón.
Pedernales registra a Marcos Fernández y Joselyn Moreta como los primeros bachilleres agrónomos y a Francisco Virgilio Féliz Vallejo (Pabilo Vallejo), graduado de agrónomo en 1986 y más tarde como ingeniero agrónomo. También tiene un grupo representativo de egresados del Instituto Técnico Salesiano, Instituto Superior de Agricultura, Politécnico Loyola, Artes y Oficios y otros.
Ante la incertidumbre por la falta del bachillerato en la comunidad, cerca de 1965 una comisión de estudiantes se atrevió a viajar a la capital para solicitarlo a Educación. La integraron: Lulú, Ramón Céspedes (Ramón Timita), Alcibíades Méndez López (Bobollo), José Jiménez (José Linda) y Lucila Álvarez Pérez (Chuchita). Desde entonces, el bachillerato se realiza en la provincia. Terminaba una odisea.
A la vuelta de los años
Andrés Pérez y Pérez (Chichicito), pedernalense, ingeniero civil con especialidad en la Universidad del Estado de Colorado, fue docente en Estados Unidos, pero estudió en la UASD. Sufrió en carne viva la experiencia como estudiante.
“En las décadas de los 60 y 70, los profesionales y técnicos del pueblo eran tan pocos que se podían contar con los dedos de las manos. Cuando iban de visita, en vacaciones, se convertían en una fuente de inspiración. Los jóvenes queríamos ser como ellos. Eso motivó a varios a inscribirse en la UASD sin tener los recursos mínimos necesarios. Era una situación muy difícil, incluso algunos nunca habían ido a la capital. Los profesionales de Pedernales que viven en distintos lugares del mundo podrían servir de consultores u orientadores en distintos renglones concernientes al desarrollo turístico de nuestra provincia. Para lograr esto el Gobierno debe invitarles a participar en las discusiones, especialmente en las relacionadas con la planificación para el aprovechamiento y desarrollo de nuestros recursos naturales. Tenemos profesionales en todas las áreas”.
La presidenta de la Asociación de Pedernalenses Ausentes (ASPA), ginecóloga-oncóloga y catedrática de la academia estatal, Ruth Villegas, pasó por todas.
“El valor de los profesionales pedernalenses es incalculable. Toda persona que llega a ser profesional lo hace bajo muchos sacrificios, pero al pedernalense se le suman más porque se ve envuelto en muchos bloqueos: desde la distancia, la pobreza, extrema prácticamente, pues venimos de una provincia tan lejana y pobre, olvidada, donde la persona debe tener mucha fuerza de voluntad, mucho interés en querer seguir adelante, pero ese deseo de querer llegar es más grande. Nuestros familiares no todos tenían la posibilidad de tener lugares en Santo Domingo para uno quedarse en una casa. Uno se prepara pero siempre está pensando en volver a Pedernales, en qué vamos a ayudar a nuestra provincia. Los profesionales tienen un gran impacto positivo en el desarrollo turístico”, comenta.
A la vuelta de los años, en 2024, el peso de la exclusión histórica de la provincia sigue revelándose sobre los hombros de quienes buscan romper las barreras de la pobreza a través de la educación formal. Tienen que irse a sobrevivir en suburbios del caro DN, o viajar una y dos veces por semana a Barahona solo con unos cuantos pesos en los bolsillos.
La UASD y la Universidad Tecnológica de Barahona apenas hacen pinitos con extensiones en el municipio cabecera tras la motivación gubernamental fundamentada en la promesa de un vibrante desarrollo del destino turístico.