Décimo día. Mes del teatro, domingo. Dijo un filósofo que el ser humano es un animal político. Y otro dice que es un homoteatralis. Pero hay quienes creen que somos ambos.
Con esta dicotomía existencial, la cuestión de “¿por qué teatro?” se vuelve casi parábola. Entonces, el director y teatrista José Emilio Bencosme, tomó turno a la palabra, abrió el WhatsApp y en un mensaje dijo:
«Porque el teatro es la forma más divertida y directa de hacer política. Porque el teatro también es comunidad, un medio de comunicación, una unidad económica (no una «industria cultural») y un servicio.
El teatro es plural. No hay homogeneidad. Hay diversidad de visiones entre los creadores. Hay diversidad de opiniones e interpretaciones en la audiencia.
El ejercicio colaborativo del teatro es una política de la congregación y el entretenimiento. De la resistencia a la industrialización del contenido que se nos bombardea constantemente a través de las pantallas y cómo nos puede llevar a pensar, a soñar y a imaginar otros mundos posibles mientras jugamos a construirlos, aunque sea un breve instante, en la escena.
Por eso creo que el teatro es importante y lo elijo como medio: para recordar(me) la importancia de lo lúdico como postura política en tiempos de la hiperproductividad capitalista.»
Dícese entonces que el teatro como política es poder, porque redime. Vemos que, además de necesarios, teatro y política son inevitables para la salvación de todos. Creados a imagen y semejanza, uno se nutre del conflicto y la otra del consenso, pero ambos, unidos, buscan un bien común: la felicidad de los ciudadanos.
Porque de tal manera amó Dionisio al mundo que entregó el teatro para que en él creyeran.
Porque el teatro es IDEA, y las ideas, estéticas o políticas son peligro para el opresor, pero libertad para el oprimido, pues hacen pensar que otra forma de realidad es posible. Porque el teatro, por condición sine qua non desafía el statu quo. Telón.
Ahí les dejo, que pasen un sátiro domingo, yo me voy al teatro.