Hilma Contreras en el cuento ¨Mire, Mamita¨, nos da un claro ejemplo de esas personas que odian los calificativos como señor, señora, mamá y mamita.
Mire, Mamita inicia con la muerte de Doña Clotilde, que para muchos era una de esas maestras que te marcan para toda la vida. Teresita se entristeció al saber la noticia del deceso de tan admirable maestra, por lo cual se dirigió a la funeraria en donde se encontraban los restos de Clotilde.Allí Teresita escuchó una voz que decía, ¨parece dormida¨. El comentario vino de una persona que hasta el momento era desconocida para ella. Era Manuela, quien fue compañera en sus días de escuela. Teresita no podía recordar a Manuela porque a esta también la habían alcanzado los años. A la funeraria siguieron llegando contemporáneas de Teresita, esto para ella fue como estar en una pesadilla, por lo cual intentó huir caminando por las calles de la Av. Lincoln sin saber que iba hacia una pesadilla peor que la que estaba sintiendo con sus contemporáneas. Nuestra abnegada Teresita, abordó un concho y cuando pagó, la devuelta de su pago vino acompañada de 2 palabras que hicieron que Teresita aceptara de una vez por todas que los años ya le habían llegado: Mire, Mamita, dijo el chofer al devolver el dinero.
Los estereotipos hacia la mujer han perdurado toda la vida y han ocasionado que a lo largo de los años se sientan que no son valoradas como deberían. Desde mi punto de vista, el estereotipo de la mujer más cambiante ha sido el de la belleza y es que mientras más pasan los años más cambia el ideal de la mujer perfecta. En la actualidad el ideal de belleza de la mujer es una chica tamaño promedio, con la cintura moldeada como una guitarra y pelo largo; si no tienes las características anteriores, es muy probable que no seas una mujer bella para la sociedad, empero, años atrás una mujer bella era aquella que poseía todas las cualidades contrarias a las que hemos mencionado.
Para concluir este comentario, es necesario resaltar que la mujer juega un papel decisivo en el desarrollo de la sociedad y que debe ser respetada y valorada como ese gran ser, sin el cual la vida estaría incompleta; aceptar que nos llegó la vejez hará que el comentario de los confianzudos no permee de manera negativa en nuestros sentimientos.