Que el Ministerio de Cultura (Minc) y el Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE) hayan articulado un acuerdo marco para el logro de una agenda común respecto al arte y la cultura, implica, además de una apreciable propuesta de integración y movilización social, un manifiesto intento de manipulación cuando se pretende extrapolar el discurso metropolitano a todo el territorio nacional. En efecto, para la ministra de Cultura, Milagros Germán, dicha colaboración institucional representa “…seguir construyendo un mejor país”, y un “gran impacto para la ciudad…como para todo el país”, de acuerdo al alcalde de ASDE Manuel Jiménez.
En ese tenor, ¿cuál sería el impacto positivo a lo largo y ancho de la ciudadanía cultural de todo el país, el ornato y el embellecimiento del monumento arquitectónico del Faro a Colón, o la riqueza cultural del municipio de Santo Domingo Este? Tal esfuerzo mancomunado de ambos incumbentes, con relación a su compromiso con el arte y la cultura, bien podría, hasta ciertos límites, redundar, específicamente, en beneficio del escenario territorial propuesto, y, quizás, para la metrópolis del Gran Santo Domingo y el Distrito Nacional.
Y es que la falacia subrepticia, aunque no necesariamente intencional, dada nuestra autocracia educativa, consiste en adaptar o acomodar la exposición de un discurso local, generalmente metropolitano, a todo el mapa municipal de la República. Dimensión ésta donde habría, precisamente, que superar el estancamiento o exclusión cultural producto de la centralización sistemática del Estado. De ahí la necesidad urgente de que el Ministerio de Cultura y su actual incumbente, Milagros Germán, asuman, como signo distintivo, un nuevo paradigma cultural de transformación incluyente.
¿Cómo podría, por ejemplo, el municipio de Piedra Blanca, la Puerta del Cibao, ascender al escenario de los indicadores culturales cuando enfrentamos la potencia hegemónica, centralizadora y avasalladora del Estado y el Ministerio de Cultura? De hecho, existe un alineamiento impuesto por las élites del poder, donde la capital de la República (léase el Palacio Nacional) regentea las provincias y el municipio cabecera controla o gestiona las demás municipalidades. Ambos constituyen entidades centralistas que no sólo imponen, como mandato, un pensamiento único, sino que también se erigen en corporaciones extractivitas que desangran nuestros recursos en beneficio de una monarquicracia refugiada, bajo el manto de la impunidad, en el entorno de los poderes fáticos.
En ese sentido, en una recién visita que la señora Milagro Germán hiciera al palacio de Bellas Artes, en el municipio Bonao, explique, brevemente, a la Ministra, el declive del modelo cultural dominante con relación, específicamente, a la comunidad de Piedra Blanca. Municipalidad ésta que, a pesar de los grandes recursos millonarios que debe manejar por ley, hoy en día enfrenta severas dificultades y carencias en su supervivencia cultural y humana. Mi propuesta: nuevas ideas y prácticas culturales descentralizadas y de fuerte participación e integración comunitarias y de los pueblos.
Importante: la sentencia duartiana correspondiente a la descentralización en torno al poder municipal, asumida, en una ocasión, por el Presidente Luis Rodolfo Abinader Corona, y por el intelectual y catedrático universitario Carlos Andújar Persinal (Museo y territorio, una buena iniciativa, acento.com.do, 01-08-2022), director de los museos nacionales, debe comenzar a implementarse, paulatinamente, con la finalidad de que el azote de la centralización y el autoritarismo, como modelos de relación y organización social, cedan el paso a un nuevo modelo de convivencia o democracia participativa que anule la marginalización cultural y social de las comunidades.