El primer trimestre de cada año nos presenta un ambiente apropiado para la confirmación de acontecimientos estelares de nuestra historia. El pasado 26 de enero, por ejemplo, conmemoramos el natalicio de Juan Pablo Duarte. Este 25 de febrero recordamos el 208 aniversario del nacimiento de Matías Ramón Mella, y seguimos en este ambiente patriótico hasta la llegada en marzo del cumpleaños 209 de Francisco del Rosario Sánchez. Estos nacimientos fuerzan a reconocimientos sucesivos con orientación cívica y formativa, dirigidos a escolares, universitarios y a la ciudadanía en general. El contexto en que crecieron estos adalides de la patria fue el de la dominación haitiana, liderada por Jean Pierre Boyer desde 1822. Bajo esta tutela crecieron y se forjaron sus temperamentos, mostraron que pertenecían a una sociedad distinta y trabajaron sin descanso hasta proclamar la independencia el 27 de febrero de 1844.

Matías Ramón Mella jugó un papel estelar en las jornadas libradas por los dominicanos en pos de la independencia. Su rechazo al comportamiento de los militares haitianos, su carácter firme e intrepidez, facilitaron su ingreso a la Trinitaria, sociedad secreta formada por Duarte en julio de 1838. Sus acciones por la patria fueron estratégicas, organizativas, militares y diplomáticas. Así lo confirman sus logros en la difusión del ideal independentista en el Cibao; el pacto sellado en marzo de 1843, en Los Cayos, en el que los trinitarios apoyaron a los reformistas opositores a Boyer en Haití; y su participación, junto a Sánchez, Vicente Celestino Duarte y otros, en la conducción del proceso revolucionario a raíz de la salida forzosa de Duarte del país. Su tacto político también se refleja en la alianza lograda entre trinitarios y conservadores, anunciada en enero de 1844 con la firma del ´Manifiesto por la Separación de Haití´. Sus bríos por la libertad detonaron la noche del 27 de febrero al disparar su trabuco en la Puerta de la Misericordia, y al subir hasta el baluarte del Conde como actor del segundo acto de la independencia. Tras diecisiete años, sus dotes militares destacaron en los inicios de la Guerra de la Restauración. Por siempre, valoremos su legado febrerista y restaurador. Nada importa más.