Invitados por la Corporación Cazaretasos de la ciudad de Manizales en Colombia, una delegación de la Fundación Casita de Sueños de la ciudad de Moca, integrada por Berky Pineda, Armando Reyes, Guillermina Amézquita y un servidor, asistimos a un intercambio cultural, convocado desde el 14 al 21 de junio de 2023, en el que la poesía, la danza y el teatro se convirtieron en una interesante fiesta y en el centro de una maravillosa estadía. Nuestros anfitriones, los artistas, Alexander Devia, Juan Camilo Molina, Daniela Narváez, Juan Felipe y Karol Leguizamón fueron los responsables de tan inolvidable fiesta cultural.

En un apacible vuelo, que tomamos desde Santo Dogo hacia Panamá-Panamá Bogotá. Finalmente arribamos al Aeropuerto Internacional El Dorado de la capital colombiana. Allí nos esperaban los amigos Claudia Jazmín Horta y el señor Alejandro López. Luego, desde la terminal de Bogotá, tomamos un autobús a las once de la noche en un inolvidable viaje de ocho horas hacia la ciudad de Manizales. Llegamos justo en la mañanita, cuando el alba comienza a despertar la ciudad, ubicada en la cordillera central, en el Oeste de Colombia.  Precisamente allí, donde la Corporación Cazaretasos tiene su cede, cerca del sector de Chipre, la parte alta de la ciudad. Esta institución está coordinada por los esposos, Alexander Devia y Daniela Narváez. La primera actividad de nuestro intercambio sería la presentación de la obra Los ojos Vacíos, un texto del dramaturgo dominicano José Adolfo Pichardo, cuya dirección está a cargo de Euri Camacho y magistralmente actuada por Berky Pineda. Dicha función se realizó en el Castillo de las artes, que es la morada artística de Cazaretasos. Esa noche del dieciséis de junio estuvimos acompañados de un público entusiasta que disfrutó minuto a minuto los momentos más impactantes de la obra. Al final de la función se realizó un polémico teatro fórum que provocó posiciones ideológicamente extremas en torno al contenido de la obra.

Los ojos vacíos nos presenta el panorama sombrío de una relación tóxica. Un marido prepotente y machista, que bajo un falso orden moral y personal, maltrata psicológicamente a su pareja. Los cinco personajes que interpreta la actriz Berky Pineda son más que suficientes para demostrar la degradación moral de una sociedad que se descompone vertiginosamente, junto al desquiciamiento mental de una mujer, disminuida a su grado mínimo. Los ejes simbólicos que acompañan el montaje, como el vestuario y las luces, los elementos escenográficos, junto al maquillaje, el canto y la danza, marcan la expresión de una estética teatral bien definida. Una obra que en definitiva, nos conecta con los oscuros instintos del alma humana,  y con las bajas pasiones arropadas por el tedio, la violencia y  la tragedia.

La segunda función de los Ojos vacíos se realizó el sábado 17 en el teatro El galpón del Palacio de Bellas Artes, que regentea el profesor Camilo Molina. Manizales tiene alrededor de cuatrocientos mil habitantes y es una de las ciudades más culturales de Colombia. Fue fundada por colonos antioqueños en el siglo XIX. En el museo de los fundadores hay unas esculturas gigantes hechas en bronce por el maestro Luís Guillermo Vallejo, que simbolizan la travesía de estos viajeros incansables, quienes vinieron a establecerse por cuenta propia a estas productivas tierras. Esta ciudad es la cede, entre otros eventos, del Festival de Teatro Internacional de Manizales, y de otros no menos importantes. Desde el famoso Cerro de Oro, se contempla el pico más alto del volcán Nevado del Ruiz, donde todas las mañanas se asoma una fría neblina que registra las temperaturas más templadas de la ciudad. En el año 1985 este volcán sepultó a la población de Armero, donde perecieron alrededor de veinticinco mil personas, sepultadas bajo los escombros y la lava del volcán.

Tras la muerte del líder popular Jorge Eliecer Gaitán, el cura de Armero, quien era muy reconocido por sus duras críticas contra los liberales, en algunos sermones se había referido reiteradamente a Gaitán de manera ofensiva y estos pronunciamientos no habían sido del agrado de sus seguidores.

De manera que muchos días después de su muerte, en una tarde de abril de 1948, una multitud enardecida, en protesta por la muerte de su líder asesinó al cura a palos, junto a tres monjas en la plaza del pueblo. Desde entonces, corre una leyenda negra en todo Manizales:  la gente del pueblo afirma que la erupción del volcán Nevado del Ruiz –treintaisiete años después– obedeció a un castigo divino, o una maldición   por causa de la muerte del cura.

Además del agradable clima, Manizales se caracteriza por la educación y la calidez de su gente. Por su organizada vida nocturna y una gastronomía muy variada que impresiona a los más exigentes paladares: desde el famoso patacón pisao, la bandeja paisa, el ajiaco y los fríjoles, hasta las comidas tradicionales como pescados, mariscos, sopas, carnes, todo al estilo manizaleño. La ciudad está enclavada en la región centro occidente de Colombia y pertenece, junto con Armenia y Pereira al famoso eje cafetalero, que mueve una parte importante del PBI colombiano. Geográficamente se encuentra a ocho horas de Bogotá en autobús y a cuatro horas de Medellín.

Manizales, es maravillosa, grandemente acogedora y divertida. A esta ciudad le brota energía por los poros. Se la luce por sus encantos naturales y por tener un clima variado  y agradable. La ciudad tiene un gran ritmo comercial, e industrial y es notoria la gran afluencia de turistas que la visitan durante todo el año.

El casco urbano, que es la parte más recurrida –por ser la más antigua–, reúne parte de su patrimonio físico más importante. El perímetro cultural se encuentra entre las avenidas 23 hasta la 20, cruzadas a su vez por hermosas calles adoquinadas y sus empinadas cuestas, repletas de vendedores ambulantes, que ofrecen al viajero un variado menú de artesanías de todo tipo; típica de las regiones cercanas y del comercio local.

Con un estilo neogótico, frente a la Plaza Bolívar, se encuentra la Catedral Nuestra Señora del Rosario de Manizales, y el edificio de la gobernación del departamento de Caldas. Cercano, a esta zona también se encuentran el hermoso edificio que alberga la municipalidad de Manizales, el parque Caldas y la Plaza Andina, cuyos alrededores están rodeados de acogedores restaurantes, cafés, librerías y tiendas de ropa internacional. Más hacia arriba, en la parte alta, está el Palacio de Bellas Artes, una estructura hecha en forma de barco, y a su lado el teatro El galpón, donde se desarrolla un amplio programa de presentaciones teatrales. Además es la cede artística y académica de la Universidad de Caldas.

La vida nocturna también tiene sus encantos, sobre todo por las noches, donde convergen el tango, la salsa y el merengue.  Cuando los artistas locales animan la ciudad con su música en vivo por las calles, plazas y parques, con las manifestaciones tradicionales del folclor colombiano y la música latina, la ciudad se abre como cola de pavo real y muestra sus mejores encantos. Se siente con ímpetu en la parte más urbana, hasta el concurrido sector de Milán, donde están los bares, los cafés y restaurantes más famosos de la ciudad.  Sentí una gran emoción al escuchar en reiteradas ocasiones la música de Juan Luís Guerra y bachateros dominicanos.

El sistema de transporte en la ciudad es variado y seguro. Desde autobuses públicos, el metrocable y un eficiente servicio de taxi, te puedes trasladar a cualquier lugar de la ciudad sin ningún problema.

La zona más concurrida es la zona de Chipre, desde donde los lugareños disfrutan de hermosos y bellos atardeceres. En una ocasión, el poeta y escritor Mario Benedetti, quien visitó la ciudad, afirmó que “Manizales es una fábrica de atardeceres” y tengo la impresión de que no se equivocó.

Alguna vez, deberemos volver a Manizales para sentir el abrazo cálido de su gente, para disfrutar más apaciblemente de su clima, su sabroso café y de las famosas aguas termales del Nevado del Ruiz.

Finalmete, las gracias infinitas a todos los compañeros de Casaretazos, por su gran acogida y por haber hecho posible este encuentro. Por la alegría y la nostalgia que han dejado en nuestros corazones, en especial a nuestros guías y anfitriones principales, Juan Camilo Molina y Alexander Devia. Así como a nuestro anfitrión en Bogotá, el amigo Gustavo Leguizamón, por mostrarnos en tan poco tiempo los encantos de una sorprendente e impredecible metrópoli.

 

Eugenio Camacho en Acento.com.do